Las agentes de paz de Papua Nueva Guinea
26 de Marzo de 2024
Enclavadas en las prístinas y remotas tierras de Papua Nueva Guinea, se erigen las cautivantes regiones montañosas de Hela y de las Tierras Altas del Sur.
Conocidas a menudo como los "jardines del país", estas dos provincias desempeñan un papel destacado en la producción local de alimentos.
Las comunidades autóctonas se han desarrollado aquí por generaciones. Sin embargo, su forma de vida tradicional se ve amenazada por las fuerzas implacables y en colisión del cambio climático y el conflicto.
En esta área, las disputas no resueltas pueden dar paso a la violencia tribal. Durante los últimos 30 años, la región ha sido testigo de un preocupante patrón de conflictos violentos y recurrentes que desembocaron en desplazamientos, víctimas y violaciones de los derechos humanos.
Asimismo, la singularidad geográfica y climática de Papua Nueva Guinea convierten al país en uno de los más propensos de todo el mundo a las catástrofes.
Las amenazas se multiplican
En una evaluación de riesgos climáticos (disponible en inglés) efectuada recientemente en Hela y las Tierras Altas del Sur, se detectaron algunos de los mayores peligros presentes y futuros. Se anticipa un incremento de las precipitaciones y las temperaturas que podría provocar aludes, inundaciones, sequías y heladas más frecuentes e intensos. Todo ello supondría una amenaza para la producción agrícola, los medios de subsistencia y la paz locales.
El cambio climático puede intensificar las condiciones y los problemas subyacentes, como la escasez de recursos, la pobreza, la desigualdad de género, la exclusión y el crecimiento demográfico. Estas condiciones pueden exacerbar una competencia más feroz por recursos cada vez más escasos, disputas sobre las tierras y desplazamientos internos, todo lo cual avivaría el potencial de conflictos violentos.
Al frente de todos estos desafíos se encuentran las mujeres y las niñas que se desempeñan como las principales proveedoras de cuidados; ellas son las responsables de suministrar alimentos, agua y energía a sus familias y comunidades. A medida que la variabilidad climática y los eventos climáticos extremos se agudizan, se torna cada vez más difícil y, muchas veces inseguro, garantizar estas necesidades vitales.
Papua New Guinea todavía lucha contra algunos de los índices de desigualdad de género más altos del mundo, que ubican al país en el puesto 169 de 170 (disponible en inglés) del Índice de Desigualdad de Género del Informe sobre desarrollo humano (IDH) 2021/2022.
La violencia de género es prevalente y afecta a dos de cada tres mujeres (disponible en inglés) a lo largo de su vida, entre las cuales al menos el 60 % experimenta violencia física o sexual a manos de la pareja.
Sin embargo y pese a todos los desafíos, la esperanza se impone.
Las mujeres marcan el camino
En Hela y las Tierras Altas del Sur, las mujeres han desafiado todos los pronósticos. Han surgido como líderes en la mitigación de los riesgos de seguridad de origen climático, mediado en los ceses al fuego, y promovido la reconciliación.
Como reconocimiento del rol transformador de las mujeres, en el PNUD, junto con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y con el apoyo del Fondo de la ONU para la Consolidación de la Paz, pusieron en marcha el proyecto “Prevención de los conflictos de origen climático mediante el liderazgo de las mujeres empoderadas" (disponible en inglés).
Mediante capacitación, el intercambio de conocimientos, la creación de redes y la promoción de la igualdad de género, el proyecto dota de empoderamiento a las líderes para que se conviertan en promotoras de la resiliencia de las comunidades. Asimismo, les brinda apoyo para participar en aquellos procesos de toma de decisiones encaminados a abordar los riesgos de seguridad de origen climático en la esfera comunitaria y familiar.
Frente al cambio climático, el conflicto y la desigualdad de género, las mujeres de ambas provincias han mostrado notables capacidades de apropiación del problema, acción y liderazgo.
Una investigación develó que las mujeres desempeñan una función decisiva en la mediación de los ceses al fuego de los conflictos violentos en las Tierras Altas del Sur. Esto se logró con su mediación, la colaboración con otras mujeres y el uso efectivo de los espacios de las iglesias, uno de los pocos canales medulares a través de los cuales las mujeres podían conseguir un cambio.
En la provincia de Hela, conocida por sus elevados índices de violencia de género, un grupo de 286 mujeres, con mucho ingenio, aprovecharon los encuentros religiosos para compartir información y conocimiento especializado sobre nuevas iniciativas, como la avicultura o la siembra de variedades de granos resilientes al clima, para adaptarse a los desafíos que presentan las estaciones secas cada vez más prolongadas y rigurosas.
En otro caso, las mujeres de cuatro comunidades de las Tierras Altas del Sur se unieron para reconstruir el mercado local que se había destruido durante un conflicto intercomunal. El nuevo mercado ahora no solo servirá para mejorar los medios de subsistencia, sino también para sentar las bases de la reconciliación y una cohesión social más sólida entre las cuatro comunidades. La primera asociación local de mujeres (y dirigida por mujeres) del distrito será un espacio seguro para la continuidad de dichas iniciativas.
Ante la adversidad, las mujeres de estas regiones dan un paso adelante como líderes y promotoras en quienes inspirarse para luchar contra los riesgos de seguridad de origen climático. A través de las experiencias que han vivido asumiendo múltiples roles y superando obstáculos colosales para salir adelante ellas y sus familias, han construido una resiliencia muy singular, capaz de enseñarle a la sociedad cómo adaptarse a los cambios que nos depara el futuro.