La pobreza energética es mucho más que la falta de un servicio

Tiene distintas consecuencias que afectan a la calidad de vida de las personas que la sufren

3 de Mayo de 2023
Imagen pobreza energetica

Tapa acceso pobreza


Muchas personas dan por sentada la energía. Si necesitan luz, prenden un interruptor. Si necesitan agua caliente, abren la canilla. Si necesitan cocinar, encienden una hornalla. Si necesitan cargar su celular, lo enchufan y así sucesivamente. Sin embargo, hay quienes todavía viven sin acceso a energía y enfrentan múltiples dificultades para llevar adelante estas tareas básicas de la vida cotidiana. Pese a ello, la pobreza energética trasciende su falta de acceso y tiene distintas consecuencias que afectan a la calidad de vida de las personas que la sufren.

La falta de acceso seguro/eficiente a la energía supone riesgos para la salud. Las formas de consumo de energía ineficientes o riesgosas tienen serias implicancias para la salud, algunas con impacto inmediato y otras a largo plazo. Por ejemplo, muchas familias que carecen de la posibilidad de higienizarse con agua caliente, para poder hacerlo, calientan agua en jarros y así están más expuestas a quemaduras, o la calientan de manera eléctrica, lo que aumenta el peligro de electrocución o incendio. Además, la inhalación de humo en el interior de los hogares puede dejar secuelas respiratorias.

Pobreza energética, pobreza alimentaria. El impacto de la primera sobre la segunda se da en una gran cantidad de hogares en la medida en que muchas personas, a la hora de preparar la comida que llevarán a la mesa, piensan en qué alimentos se cocinan más rápido para no consumir tanta energía, por ejemplo, de su garrafa. En línea con el primer punto, las dificultades para cocinar también están asociadas a la malnutrición.

La energía demanda tiempo.  La dimensión temporal de la provisión de energía es un elemento que pesa en la vida de las personas que sufren de escasez de energía. Esta dimensión incluye desde el tiempo que supone la recolección y el acarreo de la leña, hasta los costos de oportunidad que se deben pagar. Por ejemplo, quienes no cuentan con soluciones de iluminación —más allá de la energía solar— tienen menos horas de actividad (dedicadas al trabajo, estudio, etc.).
  
El ahorro no es solo energético, también es económico. El diseño de las construcciones y los materiales utilizados representan aliados para ahorrar y ganar en eficiencia energética. En contraste, la energía representa un aspecto clave de la economía doméstica de las familias en situación de vulnerabilidad. Las personas que viven en viviendas precarias pueden gastar una parte importante de sus ingresos en cocinar o calefaccionar o iluminar los espacios donde habitan.

Ahora bien, existe una oportunidad. Las fuentes de las energías renovables (desde el sol y el viento hasta la biomasa) se generan constantemente, son abundantes y están presentes en los distintos ecosistemas [2] . Por ejemplo, donde la radiación solar es baja, tal vez pueda aprovecharse el viento. De ahí que la tarea de mapear soluciones de energía renovable —campaña global promovida por la Red de Laboratorios de Aceleración del PNUD— implicó prestar atención a cómo se despliegan las iniciativas a una escala descentralizada. Encontramos muchos elementos que juegan un rol preponderante, como la creatividad, los recursos que se tienen a mano, la innovación y la organización social, las tecnologías libres y el intercambio de saberes entre las personas que lidian con la pobreza energética y los equipos técnicos. En particular, es fundamental la conformación de equipos con enfoques interdisciplinarios —que incluyan tanto los saberes técnicos vinculados a las tecnologías como otros especializados en salud, perspectiva de género, economía social, abordajes de gestión e investigación participativa, etc.— que, a su vez, valoren la pluralidad de voces y experiencias. En ese camino, las formas de articulación varían e incluyen desde la iteración en el diseño de prototipos hasta el involucramiento en el desarrollo de proyectos de investigación-acción participativa, los diagnósticos o la gestión participativa, los talleres, entre otras. Así, van moldeándose soluciones sustentables y centradas en las personas y sus comunidades, que no suelen tener recorridos lineales ni terminar con la instalación de las tecnologías.

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Agradezco las valiosas contribuciones de Martina Cuesta García y Julieta Mulki.

[2] Economic and Social Commission for Asia and the Pacific [ESCAP], (2012). Fact Sheet 14. Decentralized energy system. Disponible en: https://www.unescap.org/sites/default/files/14.%20FS-Decentralized-energy-system.pdf