El Afganistán necesita alternativas sostenibles al opio

1 de Julio de 2024
Woman in hijab walks through greenhouse

Remplazar los ingresos de la industria del opio requiere una gran inversión en medios de vida alternativos y en una agricultura resiliente a las sequías.

Foto: PNUD Afganistán

Durante décadas, el Afganistán fue el principal productor ilícito de opio, representando el 70 % de la producción mundial. La gran industria del opio, con sus tentáculos de gran alcance, cubre a agricultores, traficantes, señores de la guerra y autoridades, y financió las operaciones durante el tiempo de guerra del país.

Una prohibición de las autoridades afganas de facto en 2022 redujo el cultivo de la adormidera en más del 92 %, cortando dramáticamente la cadena de producción y de distribución. Sin embargo, la solución de un problema puede ser la causa de la aparición de otro. Así como el opio crea una dependencia física y psicológica en quienes lo consumen, ha mantenido a la economía afgana bajo su control. Estaba arraigado en la estructura de la nación, y su falta ha ocasionado un ciclo de inestabilidad y subdesarrollo que hizo que los ingresos anuales se desplomaran de 1.300 millones de dólares de los Estados Unidos (USD) en 2022 a 110 millones de USD en 2023. Las proyecciones más recientes, suponiendo que se mantenga la reducción del 70 %, estiman una disminución del 6,4 % en el PIB para el primer año, alcanzando casi el 8 % en 2026. 

Detrás de estas cifras tenemos a los productores locales, que son alrededor de 600.000, que se han visto sumidos en la pobreza con la pérdida de una de las pocas fuentes sostenidas de ingresos del Afganistán. Dada la influencia del comercio del opio en la economía, la disminución en su producción afecta a otras industrias como la agricultura, el sector productivo y los servicios. Los sectores de fabricación de muebles y de la construcción ya han acusado ingresos menores y una menor demanda. Se espera igualmente que afecte al comercio, con una reducción de casi un quinto de las exportaciones, ya que otros productos se respaldan en las redes comerciales establecidas del opio. 

Remplazar la enorme industria de la adormidera no es tarea fácil, como señala The Washington Post (disponible en inglés); requiere una gran inversión en medios de vida alternativos y en una agricultura resiliente a las sequías. El cultivo de adormidera prosperó principalmente por su alta tolerancia a la sequía y por sus beneficios económicos. 

Realizar una transición económicamente viable a cosechas o industrias alternativas puede estimular el crecimiento y crear medios de vida sostenibles, siempre y cuando existan políticas de apoyo y asistencia internacional para ayudar a estabilizar la transición.  

Para abordar este problema es necesario contar con una perspectiva regional. Con la merma del opio afgano, Myanmar está tomando el relevo, habiendo aumentado en 18 % el cultivo de adormidera desde la disminución del 95 % en el Afganistán. Las redes mundiales de suministro de opio se han desviado hacia las fronteras de Myanmar, donde un Estado débil y los conflictos existentes ofrecen un terreno fértil. Este cambio destaca la complejidad de controlar los cultivos de drogas en regiones remotas e inestables, y apunta a la necesidad de adoptar una estrategia mundial amplia. 

A pesar de la reducción en el cultivo, la adición interna mantiene niveles alarmantes de cerca del 10 %, eclipsando los programas de rehabilitación del país. Aunque los mercados internacionales dominan generalmente el debate, el uso de drogas en el Afganistán afecta profundamente el tejido social, especialmente entre los jóvenes. El país lucha desde hace mucho tiempo con altos niveles de adicción. En una cruel ironía cíclica, algunas personas parecen darse al consumo de drogas para soportar la pobreza creciente causada por la pérdida de los ingresos de la adormidera. 

Lo que empeora estas condiciones es el aumento en la producción y el tráfico de la metanfetamina. Un enfoque equilibrado de intervenciones del lado de la oferta, como la prohibición del opio, con el de la reducción de la demanda y estrategias de salud pública, es esencial para remediar el uso de las drogas y sus consecuencias sociales.  

Nuestros esfuerzos multidimensionales en el Afganistán presentan una vía prometedora. Con una financiación de aproximadamente 90 millones de USD, la Oficina de Asuntos Internacionales de Narcóticos y Aplicación de la Ley de los Estados Unidos (disponible en inglés), mediante el Proyecto de Desarrollo Agrícola y Rural basado en la Comunidad (CBARD por sus siglas en inglés; enlace disponible en inglés) apoyamos a miles de excultivadores de adormidera en su transición hacia cultivos hortícolas de alto valor. La iniciativa, que cubre seis provincias conocidas por sus cultivos de adormidera, ha transformado más de 2.000 hectáreas de tierra y ha beneficiado a unas 60.000 familias. 

Estos ejemplos positivos llevan a otros proyectos. Aisha (su nombre ha sido cambiado para respetar su identidad), a través de este programa ha establecido una unidad de procesamiento, compuesta por mujeres, en la provincia de Balkh donde se procesa y empaqueta pasta de tomate, empoderando así a más de 400 agricultoras. Hay otros muchos negocios que ofrecen las muy necesarias oportunidades de empleo y liderazgo para las mujeres. Hemos ayudado a más de 100 negocios agrícolas afganos y ha facilitado misiones comerciales, lo que ha llevado a importantes ventas internacionales de productos afganos, sobre todo frutos secos y nueces.

Hay modos de romper con los viejos moldes de dependencias individuales y económicas. Sin embargo, encontrar alternativas legales de alto valor al cultivo de la adormidera sigue presentando problemas: uno de ellos es contar con fuentes de agua suficientes en un país azotado por la sequía. Los cultivos resilientes a la sequía y un suministro de agua para el riego más sostenible serán elementos críticos.  

Otro problema es encontrar el mercado para esos productos. Los ingresos de una hectárea de opio en 2022 eran de alrededor de 6.800 de USD, mientras que los del trigo fueron de solo 770 USD. Las cosechas tales como azafrán, nueces y frutos generan precios más altos que la del trigo. A pesar de ello, el potencial de ingresos por hectárea sigue siendo mucho menor que el del opio.

Hemos respaldado el ecosistema para el desarrollo del sector privado. El programa ha establecido más de 1.000 micro invernaderos e invernaderos comerciales, más de 100 proyectos de riego en este país donde escasea el agua, y más de 20 establecimientos para el proceso después de la cosecha de modo de mantener la calidad de los cultivos de alto valor. 

Al mismo tiempo, trabajamos con la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito recopilando datos de alta calidad a través de la Encuesta Nacional sobre el uso de drogas en el Afganistán (disponible en inglés), de modo que obtenemos ideas vitales que nos ayuden a formular estrategias eficaces de prevención y terapia. 

La inversión en alternativas sostenibles al cultivo de adormidera está pensada para ofrecer a las personas afganas que se dedican a la agricultora opciones viables, así como recursos y apoyos para hacer una transición durable hacia un futuro estable libre de drogas. Únicamente atendiendo las múltiples facetas de este asunto se conseguirá que la estabilidad y el crecimiento remplacen la adición y la subsistencia. La comunidad internacional puede ayudar a garantizar que este progreso no sea un espejismo pasajero, como la euforia que produce la adicción, sino un paso firme hacia una prosperidad duradera.