Lanzamiento del Informe sobre Desarrollo Humano 2024
14 de Agosto de 2024
Es un honor estar aquí hoy con autoridades, colegas, amigos y amigas, para el lanzamiento de un nuevo ejemplar de nuestro producto insignia de conocimiento, que busca contribuir al debate público sobre los desafíos del desarrollo que enfrenta la sociedad chilena.
Ya son casi 30 años desde el primer Informe Desarrollo Humano en Chile 1996, no cabe duda que estos informes han permitido al país levantar la vista por sobre los asuntos siempre apremiantes de la contingencia y conversar sobre aspectos profundos de la sociedad.
Los Informes sobre el Desarrollo Humano en Chile han tenido una gran relevancia para el país. A través de su perspectiva de análisis y su foco en la subjetividad, es decir, en las experiencias, temores, emociones, sueños de las personas, han iluminado las paradojas que han caracterizado al desarrollo del país, han estimulado nutritivos debates y hasta han influenciado programas de gobierno en diferentes momentos históricos.
¿Por qué entonces una pausa de casi 10 años? En 2017, Chile fue graduado como receptor de Ayuda al Desarrollo por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), al superar el umbral de ingreso per cápita para ser elegible para fondos internacionales. Esta graduación implicó una reorganización del trabajo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, subentendiéndose que los informes ya no eran más necesarios.
Para quienes no conocen al PNUD, el Programa fue creado para apoyar a los países en su camino hacia el desarrollo humano. En Chile, estamos presentes hace casi 60 años y trabajamos con las instituciones del Estado chileno, la academia, el sector privado y la sociedad civil. Los informes de desarrollo humano son un ejemplo del trabajo del PNUD, quizá el más conocido en Chile.
Luego de mi llegada al país en 2022, el Presidente Gabriel Boric, a quien agradezco su confianza, nos pidió elaborar un nuevo informe. Y, una vez que recibió la noticia de que el informe estaba listo, el Presidente se comprometió a lanzarlo y a llevar su mensaje a una amplia audiencia, cómo lo hacemos ahora.
El Informe de 2024 es especialmente relevante porque llega después de un período de transformación profunda y desafíos sin precedentes, donde el país y el mundo han atravesado eventos que han marcado un antes y un después.
Es el primero tras el estallido social de 2019, que trajo a la superficie profundas insatisfacciones que afectan al país, y desencadenó un proceso constituyente orientado a establecer un nuevo marco institucional que reflejara mejor las aspiraciones de la sociedad, propósito que no se consiguió luego de dos borradores sucesivamente rechazados por la ciudadanía.
También es el primero luego de la pandemia del COVID-19, evento que ha tenido un impacto profundo en el bienestar y economía del país. Además, el Informe surge en un escenario global caracterizado por desafíos sin precedentes, especialmente con la triple crisis de cambio climático, pérdida de biodiversidad y contaminación que amenaza la viabilidad de las siguientes generaciones.
El Informe es un producto heredero de una manera de hacer investigación social, con procedimientos rigurosos y multi-método, que ha recolectado información primaria, secundaria y literatura especializada. También contó con el aporte de un Consejo Consultivo de alto nivel y con el apoyo invaluable de expertos y expertas muy reconocidos en Chile.
En el documento así como se reconocen los éxitos del país, se identifican los obstáculos que enfrenta Chile y se analizan series históricas de hasta 30 años de datos, no para resaltar el pasado, sino para aportar al futuro.
El informe 2024:
Ahora, ustedes pueden imaginar que tengo la difícil tarea de resumir un libro de más de 300 páginas en algunas palabras. Así que voy a concentrarme en cuatro ideas principales: la paradoja, los inhibidores del cambio, la ventana de oportunidad y las condiciones por construir.
La paradoja
Al igual que los anteriores, el Informe 2024 se ha planteado el desafío de explicar una situación paradójica:
Chile ha probado tener capacidad para lidiar con cuestiones extraordinarias: La sociedad chilena ha cambiado intensamente. El país exhibe logros realmente destacables en desarrollo humano, reconocidos a nivel mundial: 1. La magnitud de la reducción de la pobreza, 2. el aumento de la esperanza de vida y 3. la infraestructura de transporte renovada, son ejemplos muy destacables. Chile llegó a un nivel que consideramos de Desarrollo Humano muy alto.
La paradoja es que, al mismo tiempo, Chile está experimentando profundas dificultades para cambiar, por ejemplo: los sucesivos intentos por reformar el sistema de pensiones, para resolver los problemas en el área de salud o los fracasos reiterados de los procesos constituyentes.
Como consecuencia, las personas consideran que los cambios prometidos no se han concretado, y ha habido también transformaciones que han empeorado sus vidas, como el aumento de delitos violentos. Por ello, perciben un país estancado o que va de mal en peor.
La segunda idea gira en torno de la pregunta: ¿Por qué nos cuesta cambiar?
El informe sostiene que la dificultad para cambiar reside en un entramado complejo de factores: 1. está dada por un predominio de relaciones disfuncionales entre ciudadanía, elites y movimientos sociales, 2. también en las subjetividades, 3. en el funcionamiento de las instituciones y 4. en la naturaleza del debate público.
El Informe muestra que la relación entre la ciudadanía y las elites está marcada por los sentimientos de deuda, villanización y el castigo. Las personas responsabilizan a las elites por el estancamiento y el deterioro que perciben en Chile. Consideran que priorizan sus intereses electorales, que desconocen las necesidades de la población, que privilegian sus ideologías políticas y que bloquean cualquier iniciativa de cambio que provenga del lado opuesto. En este sentido los liderazgos políticos representan para la ciudadanía los “villanos” del cambio en Chile.
Una de las consecuencias de esta relación es que las personas, en una suerte de revancha, tienden a no reconocer los avances sociales logrados por ciertas políticas públicas. Los datos de la encuesta confirman que la mayoría, más del 70%, no percibe cambios positivos en los ámbitos consultados. El paso de la “villanización” al “castigo” podría contribuir a explicar en parte el estallido de 2019 y algunos comportamientos electorales posteriores.
En contraposición, las elites también tienen una visión crítica de la ciudadanía. Casi la mitad de estos actores considera que las personas son individualistas. Las elites tienen la percepción de que la ciudadanía cree que los problemas tienen fácil solución.
Asimismo, el Informe revela importantes diferencias entre la elite económica y el resto de las elites. Quienes representan al poder económico perciben un mayor deterioro que las elites social, política y simbólica: desean en mayor medida que las cosas en el país vuelvan a ser como antes y manifiestan más preocupación frente a la situación actual.
También difieren en los tipos de cambios deseados: la elite económica prioriza cambios en la seguridad en los barrios, por sobre la desigualdad de ingresos y no incluye la protección del medioambiente en sus sueños para el país. Tales diferencias pueden dificultar la construcción de acuerdos sobre el futuro.
Por otro lado, el Informe muestra que los movimientos sociales han tenido efectos ambivalentes en la capacidad de conducir cambios en la sociedad chilena. Si bien pueden influir en la opinión pública y presionar al sistema político para incorporar nuevas demandas, al interactuar con la política formal, pueden adoptar lógicas que dificultan la negociación y la construcción de acuerdos.
Ejemplos de estas lógicas son el maximalismo, el identitarismo, la fragmentación y el antipartidismo, presentes en los recientes procesos constituyentes, lo que contribuyó, según los grupos focales, al rechazo ciudadano de ambas propuestas.
Además, la mayoría percibe escasa agencia colectiva para influir en el país y desconfía de los liderazgos políticos, lo que genera una doble impotencia: no creen en su propia capacidad para cambiar el país ni en la de sus representantes. A esto se suma un deterioro del tejido social y la baja disposición a participar en acciones colectivas, con niveles históricos mínimos de confianza interpersonal y participación en organizaciones desde 1999.
Sobre el futuro colectivo, predomina el pesimismo. Esto se vincula con un incremento a lo largo de la última década de emociones negativas, como la preocupación y el miedo frente a la situación actual del país, y con la reducción de la esperanza. Mientras que la rabia persiste a lo largo del período.
Pese los problemas, las aspiraciones de cambio están débilmente conectadas con la disposición a asumir costos. Las personas están más dispuestas a asumir costos si ven beneficios directos en sus vidas. Esta disposición disminuye cuando los problemas son indirectos o los beneficios favorecen a otros grupos.
También las lógicas de interacción predominantes en el sistema político tienen un rol relevante. El Informe reconoce que el sistema ha tenido una considerable capacidad de respuesta a crisis y demandas sociales. Fue capaz, por ejemplo, de encauzar institucionalmente el estallido social de 2019.
Sin embargo, también muestra que con frecuencia han prevalecido lógicas obstruccionistas. El predominio de estas lógicas reduce la eficacia institucional y alimenta la desconfianza en las instituciones, además de disminuir la disposición a acatar sus normas y regulaciones.
Las dificultades para cambiar se explican también por la naturaleza del debate público.
El Informe muestra que en columnas y editoriales publicados en los medios sobre cambios institucionales que generan controversias, suelen predominar oposiciones dicotómicas como Estado versus mercado. Estas oposiciones actúan como trincheras desde las cuales los actores descalifican a quienes piensan diferente.
¡Pero no se desanimen con estos hallazgos!, porque aquí viene lo que creo es lo más importante: el informe también identifica una ventana de oportunidad muy específica para Chile, para superar las dificultades y reforzar la capacidad de conducir los cambios deseados.
3. La ventana de oportunidad
Y entonces ¿Puede Chile fortalecer las capacidades para conducir los cambios en la dirección deseada? ¿O debe resignarse y ceder al pesimismo?
El Informe plantea que hay elementos suficientes para superar las dificultades e identifica varias oportunidades que pueden aprovecharse: una de estas oportunidades es el deseo de cambios.
- Las personas sí quieren cambios: 88% de los y las ciudadanas afirman querer cambios. 67% quieren que las cosas sean de otro modo, ni como eran antes, ni como son ahora.
- Además, las personas prefieren cambios profundos más que superficiales.
- Y, también después de los procesos constitucionales, la ciudadanía ha aprendido a valorar la gradualidad y la paciencia en los procesos de cambio.
- Las personas también sí saben lo que quieren: la ciudadanía tiene una visión pragmática y diversa, que claramente sale de una visión dicotómica, tiene aspiraciones que son una mezcla de seguridad, derechos sociales y crecimiento económico, sin encajar en agendas unidimensionales de cambio.
Esa visión es muy diferente de la visión de las élites, y es un espacio fértil para tejer puentes, acercar proyectos de futuro e involucrar a las personas.
- Otra oportunidad es la continua adhesión a la democracia y la disposición favorable a la representación, junto con una revalorización de los proyectos colectivos.
- También, la alta intolerancia hacia las desigualdades, especialmente la desigualdad de género, ofrece un horizonte normativo para buscar arreglos sociales más justos e inclusivos.
Condiciones por construir
¿Entonces, qué hace falta? El Informe identifica varias condiciones que deben construirse para que la sociedad chilena pueda conducir cambios exitosos.
- Entre ellas, es crucial que las élites escuchen a la ciudadanía, promuevan la participación y reconstruyan la confianza en las instituciones mediante resultados concretos, especialmente en derechos y protección social.
- Sin desconocer los desafíos redistributivos, es imperativo fortalecer la base económica. El crecimiento económico desempeña un papel fundamental en la concreción de cambios sociales.
- Es necesario adoptar otro paradigma para procesar las diferencias de las elites, es decir, también se debe asumir el conflicto como parte del cambio, replantear acuerdos de manera realista y evitar la polarización.
- Además, es necesario fortalecer los vínculos entre movimientos sociales y sistema político, y fomentar una cultura cívica que reconozca los costos y compromisos del cambio.
Llego al final de mi breve exposición. Espero que estas palabras hayan estimulado vuestra curiosidad para la lectura del Informe completo.
Para finalizar, permítanme reconocer el gran esfuerzo invertido en la realización de este Informe y la investigación que le da soporte. Quiero expresar mi profundo agradecimiento a todas las personas que participaron en esta investigación, compartiendo sus vidas y visiones sobre el país con nuestro equipo;
- a los miembros del Consejo Consultivo del Informe por enriquecer el proyecto con sus elaboradas visiones del país, destinando con generosidad parte de su valioso tiempo.
- Igualmente generosos los y las expertas que nos han dado comentarios de calidad extraordinaria
y al equipo de profesionales del PNUD Chile por su compromiso y rigurosidad. Me permito nombrarlos aquí brevemente:
Coordinadora del Informe: Maya Zilveti
- Eduardo Candia
- Matías Retamales
- Pedro Güell
- Ana Hernández Vera
- Vicente Silva
- Javier Bronfman
Pasantes
- Ariel Álvarez
- Belén Cabezas
Francisco Salazar
Por último, pero no menos importante, quiero agradecer a nombre del PNUD al Gobierno de Chile, en especial a la SEGPRES, Cancillería y al equipo de Presidencia por el interés y soporte a este proyecto, y por la gran receptividad hacia nuestro trabajo en general.
Y un mensaje para Constanza Martínez y su deseo por un país más justo. Este informe quiere transmitir un mensaje de esperanza, porque es posible lograr los cambios tan deseados para el país, y para ello, es necesario que todos estemos involucrados.
¡Queda hecha la invitación a sumarse y enriquecer el debate!
Muchas gracias.
"Ya son casi 30 años desde el primer Informe Desarrollo Humano en Chile 1996, no cabe duda que estos informes han permitido al país levantar la vista por sobre los asuntos siempre apremiantes de la contingencia y conversar sobre aspectos profundos de la sociedad".Georgiana Braga-Orillard, Representante Residente PNUD Chile.