Cerrando Brechas: Desafíos de la Divergencia Territorial en Desarrollo Humano e Inclusión en Colombia
25 de Octubre de 2024
Elaborado por: Santiago Plata
¿Sabías que a una persona de La Guajira le tomaría 148 años alcanzar el nivel de desarrollo humano que tiene Bogotá? Este contraste refleja las profundas desigualdades en Colombia, donde algunas regiones avanzan rápidamente mientras otras se quedan atrás. En este análisis, exploramos cómo estas disparidades afectan el bienestar y qué se puede hacer para cerrar estas brechas.
Divergencia Territorial en Colombia: Desigualdades en el Desarrollo Humano (IDH) y la Pobreza Multidimensional (IPM)
La divergencia territorial en Colombia revela profundas desigualdades estructurales que perpetúan la separación entre las regiones más desarrolladas y aquellas más rezagadas. Departamentos como Bogotá y Antioquia han experimentado un crecimiento sostenido en su Índice de Desarrollo Humano (IDH), mientras que muchas regiones periféricas y rurales enfrentan grandes desafíos para alcanzar el mismo ritmo de avance. Este fenómeno no solo refleja las diferencias en oportunidades económicas, sino también en el acceso a servicios esenciales como la educación, la salud y condiciones de vida, que son pilares fundamentales del bienestar general.
El gráfico anterior ilustra cómo los departamentos de Colombia varían en su capacidad para converger hacia el nivel de IDH de Bogotá (nivel similar al de algunos países europeos como Albania o Bulgaria). Mientras departamentos como Antioquia y Boyacá tienen trayectorias de convergencia más rápidas, regiones como La Guajira, Cesar o Guainía podrían tardar más de un siglo en alcanzar este nivel. Algunos departamentos, como Guainía, Guaviare, Amazonas, Arauca, Valle del Cauca y Casanare, ni siquiera muestran signos de convergencia, lo que evidencia una fractura profunda en el desarrollo del país.
Esta falta de convergencia en el IDH es un reflejo de desigualdades profundas. Comparar departamentos como La Guajira y Bogotá pone en evidencia un desbalance estructural que está en la base del desarrollo humano, afectando aspectos como el acceso a servicios básicos, la infraestructura, el empleo formal y la seguridad social. Mientras Bogotá avanza como un centro de alto desarrollo y bienestar, La Guajira sigue atrapada en un ciclo de pobreza multidimensional, con limitaciones severas en acceso a agua potable, educación de calidad y empleo digno.
Fracturas territoriales y sus consecuencias
El gran desbalance entre las regiones no solo se refleja en el IDH, sino que las fracturas territoriales son mucho más profundas, abarcando aspectos críticos como la gobernabilidad, la paz, el medio ambiente y paticipación economía del país. La gráfica de Fracturas Territoriales evidencia claramente cómo departamentos como Bogotá D.C., La Guajira y Arauca presentan diferencias significativas en estas dimensiones.
Mientras que Bogotá se destaca por su estabilidad en ausencia de conflicto y crecimiento económico, La Guajira y Arauca muestran un rezago marcado en estas áreas, lo que subraya las dificultades estructurales que enfrentan. Las regiones más afectadas por estas fracturas territoriales tienen menor capacidad institucional, sufren altos niveles de conflictividad social y enfrentan degradación ambiental, factores que agravan sus problemas de desarrollo. Estos desequilibrios también son visibles en indicadores clave como el desempleo, la informalidad laboral, la mortalidad infantil y la desnutrición.
La gráfica de radar destaca cómo estos desequilibrios afectan el desempeño de las regiones en múltiples dimensiones. Bogotá sigue siendo fuerte en crecimiento económico y ausencia de conflicto, mientras que La Guajira y Arauca, con niveles de IDH mucho más bajos, exhiben debilidades significativas en estos y otros factores clave.
Repercusiones en la Pobreza Multidimensional (IPM) y el Desarrollo Humano (IDH)
El IDH por sí solo no ofrece una imagen completa del bienestar de las regiones. Es fundamental tener en cuenta el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM), que ha mostrado una reducción más lenta y desigual. A pesar de las mejoras en desarrollo humano, el IPM evidencia que muchas regiones aún enfrentan privaciones estructurales que limitan su bienestar. Aunque ha habido avances en áreas clave como la salud, la educación y los ingresos, los resultados son desiguales.
La evolución de ambos indicadores en los últimos años pone de manifiesto que, mientras el IDH ha crecido de manera sostenida, reflejando mejoras en los pilares del desarrollo humano, el IPM ha disminuido a un ritmo más pausado. Esto revela que muchas regiones continúan rezagadas, especialmente en zonas rurales y periféricas, donde las barreras estructurales persisten.
Las regiones más desarrolladas, con mejor infraestructura y acceso a servicios, han logrado disminuir el IPM más rápidamente, mientras que las zonas más vulnerables siguen enfrentando barreras estructurales.
Esta divergencia es evidente en el gráfico que muestra cuántos años tardarían los departamentos en alcanzar el nivel de IPM de Bogotá. Departamentos como Vaupés y Vichada podrían tardar más de 50 años en lograrlo, lo que evidencia las profundas desigualdades en el país.
La Necesidad de Sincronizar el Crecimiento del IDH y la Reducción del IPM
Entender que los avances en desarrollo humano deben ir acompañados de una reducción equitativa de la pobreza multidimensional (IPM) es crucial para lograr un bienestar inclusivo. El bienestar tiene múltiples facetas, y es necesario adoptar un enfoque integral que contemple las diversas dimensiones del bienestar y las privaciones que siguen afectando a las regiones más vulnerables del país.
Las fracturas territoriales en Colombia, manifestadas en las desigualdades en gobernabilidad, paz, medio ambiente y crecimiento económico, reflejan desafíos estructurales que limitan el impacto de las políticas públicas. Estos desequilibrios no pueden abordarse de manera aislada; requieren intervenciones integrales que conecten el desarrollo humano con la reducción de la pobreza en todas sus dimensiones. Las políticas públicas deben asegurar que los avances macroeconómicos se traduzcan en mejoras tangibles en la calidad de vida, particularmente en las regiones donde las privaciones multidimensionales son más severas.
La invitación es clara: es momento de diseñar e implementar políticas que no solo fomenten el crecimiento del IDH, sino que también aborden las causas profundas de la pobreza multidimensional. Solo mediante una acción concertada, que promueva el desarrollo humano integral, se podrán cerrar las brechas territoriales y construir un futuro más justo, equitativo y sostenible para todos los colombianos. Este desafío requiere un compromiso decidido de actores públicos y privados, trabajando en conjunto para crear un país donde el desarrollo humano y la equidad territorial avancen de la mano.