Crecimiento, inflación y desempleo: sumas y restas para la pobreza
24 de Febrero de 2022
En esta edición de ¿Sabías Qué? hablaremos acerca de las sumas y restas que darán como resultado la cifra de pobreza monetaria en 2021 y 2022. Mientras el rápido crecimiento de la economía es un indicio que los ingresos de la economía están creciendo rápidamente, las persistentes bajas tasas de ocupación laboral indican que su amplia irrigación en la economía ha sido insuficiente. Adicional a ello, una inflación de alimentos del 20% pone otro palo en la rueda de la recuperación del poder adquisitivo de los hogares colombianos. Si bien la buena lectura del PIB suma, el mercado laboral y la inflación están restando.
Sumas: crecimiento
En Colombia la reactivación económica ha sido muy exitosa. La mayoría de analistas profesionales no esperaba que la producción se recuperara hasta la segunda mitad del presente año. Sin embargo, las cifras recientemente publicadas por el DANE muestran que la actividad económica se ubicaba un 7% por encima del nivel precrisis para el cierre del 2021 (ver Gráfico 1). Estas son excelentes noticias, pues de 29 economías monitoreadas por la OCDE, Colombia es -tras Israel- el segundo país en recuperación del PIB[1].
El Producto Interno Bruto es una buena medida de bienestar en la medida que la capacidad de producción de bienes y servicios se vea reflejada en el acceso sostenido a un mejor estándar de vida de todos los miembros de una economía. En este sentido, la buena noticia tiene dos matices importantes.
En primer lugar, la recuperación económica ha estado explicada en su totalidad por el repunte del consumo y no de la inversión. Dicho repunte ha estado acompañado de una profundización del déficit del gobierno central y el déficit externo[2]. Ello implica que la recuperación dependió en mayor proporción por la acumulación de deuda. Y cuando la fuente de crecimiento es una ampliación de los déficits que alimentan el consumo y no la inversión, este crecimiento suele no perdurar en el tiempo[3].
El segundo matiz de la recuperación económica es aún más crítico. Lo que permite al crecimiento económico traducirse en un mejor estándar de vida de la población es la reducción en el desempleo y la mejora real de los salarios. Desafortunadamente, en este plano el rezago frente al comportamiento del PIB es profundo.
Restas: desempleo e inflación
La economía colombiana aún tiene 1,1 millones de empleos perdidos a manos de la pandemia. De estos, la mayoría corresponden a mujeres que perdieron su empleo y no lo han podido recuperar. A ello se suma que la informalidad se ha convertido en una manera de retomar el empleo, caracterizada por trabajos menos productivos con ausencia de seguridad social. Este patrón eleva varias dudas acerca del carácter integral de la reactivación, pues ella no ha sido acompañada de una recuperación equiparable en los puestos de trabajo donde, por el contrario, la brecha de género y la vulnerabilidad han aumentado.
La menor recuperación de puestos de trabajo tiene como consecuencia directa una tasa de desempleo que permanece 2 puntos porcentuales arriba del nivel precrisis. El gráfico 2 muestra cómo la reducción de la pobreza en Colombia ha estado fuertemente asociada a la reducción del desempleo. De esta manera, el rezago del mercado laboral significa un freno para la recuperación en los índices de pobreza tras la pandemia.
La inflación es el segundo factor que ha impedido la traducción de la actividad económica en un mayor poder adquisitivo de los hogares. De hecho, el tipo de inflación observada en el último año ha afectado de manera desproporcionada al presupuesto de los hogares más pobres en doble vía: en primer lugar, el consumo tiende a ser una proporción mucho mayor del presupuesto de los hogares con escasos recursos, razón por la que cualquier avance en los precios al consumidor afecta en mayor medida la capacidad real de gasto de los segmentos más vulnerables de la sociedad.
En segundo lugar, además de tener un presupuesto más volcado sobre el consumo, dicho consumo tiene mayor tendencia hacia los productos alimenticios. El gráfico 3 muestra que Colombia está experimentando la mayor inflación de alimentos en los últimos 30 años. Ello representa una rápida pérdida del poder adquisitivo de los hogares, en particular para ese casi 50%[4] que depende de ingresos laborales informales que no se ajustan a la velocidad que lo hace el salario mínimo.
Otra forma de ver el efecto de los precios sobre el poder adquisitivo de los hogares es a la luz de la pobreza monetaria extrema. Este indicador cuenta el porcentaje de hogares que no tienen los ingresos suficientes para el consumo calórico de subsistencia de cada uno de sus miembros. El avance de casi 20% en los alimentos implica una pérdida importante en la capacidad de consumo de esta canasta alimentaria mínima.
Por ejemplo, el gráfico 4 muestra los productos que más contribuyeron el año pasado a encarecer esta canasta de consumo mínimo. Resaltan por ejemplo la carne de res, cuyo precio incrementó un 35% el año pasado; la papa dobló su precio durante el mismo período y los aceites comestibles con un incremento de casi el 50%. Al tomar el precio de todos los alimentos que componen la canasta necesaria para que los miembros de un hogar consuman el mínimo de subsistencia, estimamos que solo en 2021 ésta se encareció en cerca de un 9%. Asimismo, los datos más recientes de precios al consumidor muestran que comenzando el 2022 dicha tendencia al avance en los precios de los alimentos no se ha revertido.
Resultado: un balance que desfavorece la recuperación de la pobreza
En los párrafos anteriores hemos hablado de los factores que suman y de aquellos que restan para la recuperación de la pobreza en 2021 y 2022. El principal factor que suma es el repunte sorpresivo de la actividad económica. Sin embargo, el rezago en del mercado laboral indica que los beneficios de la reactivación no se están irrigando suficientemente bien en la economía, lo que representa una barrera a la recuperación del indicador.
Por otro lado, se presenta la inflación de alimentos más alta en 30 años como el segundo factor que frenará la recuperación del poder adquisitivo de los hogares vulnerables. El balance de fuerzas apunta a que la recuperación de la pobreza no está corriendo la misma suerte que la actividad económica.
Es necesario fortalecer los programas de transferencia para proteger la subsistencia de los hogares vulnerables ante el avance en los precios de los alimentos. En segundo lugar, en materia de mercado laboral, la calidad de los empleos y el empleo de las mujeres siguen siendo el gran lunar de la reactivación económica y su mejoría es una condición necesaria para una recuperación incluyente.
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[1] OECD Statistics
[2] El déficit externo, llamado déficit de cuenta corriente está determinado en su mayoría por la diferencia entre importaciones y exportaciones.
[3] Current Account Deficits: Is There a Problem? Current Account Deficits: Is There a Problem? - Back to Basics: Finance & Development (imf.org)
[4] Meléndez, M., Alvarado, F., y Pantoja, M. (2021). Mercados laborales fragmentados y el Sistema de Protección Social en Colombia. UNDP LAC Working Paper No. 14. Documento de Antecedentes para el Informe Regional de Desarrollo Humano 2021 de PNUD ALC.