Una perspectiva subjetiva del desarrollo: Resultados del Latinobarómetro 2020

El Latinobarómetro es un estudio pionero en América Latina que surge a finales de la década de los 80 y que se materializa en 1995 con el primer ejercicio de recolección de información y presentación de resultados. El reconocimiento de la relevancia de la información que aporta este estudio a los procesos de toma de decisiones ha propiciado que los gobiernos, las agencias de cooperación internacional y la academia se hayan sumado y hayan respaldado esta importante iniciativa para América Latina.

Específicamente, el Latinobarómetro es una encuesta de opinión pública anual que permite indagar sobre las percepciones, actitudes, comportamientos y valores de la población en 18 países de América Latina. La encuesta explora temas de economía, bienestar, confianza institucional, democracia, ejercicio de gobierno y seguridad, entre otros.  Al considerar las creencias y las posturas de las personas frente a las problemáticas sociales, la encuesta permite una exploración alternativa y complementaria a las mediciones objetivas tradicionales, aportando a discusiones sociales más informadas.

Sin embargo, y aun más importante que lo anterior, esta encuesta nos permite escuchar las demandas de la población e identificar lo que piensan y valoran. Esto se posiciona como un insumo clave en medio de un contexto como el actual, en el que la crisis por el COVID-19 ha visibilizado y profundizado problemas estructurales de la región como la pobreza y la desigualdad, desencadenando la necesidad de un nuevo contrato social entre el Estado y la sociedad.

Para entender mejor esto, y en el marco del más reciente Informe Regional de Desarrollo Humano[1], el PNUD, en colaboración con el equipo del Latinobarómetro, amplío el cuestionario básico de la encuesta del 2020 con el objetivo de incluir preguntas relacionadas con desigualdad y con formas de cómo combatirla. Este artículo, se va a centrar en presentar algunos de los resultados más relevantes de ese trabajo, exponiendo una perspectiva alternativa al problema de la desigualdad en América Latina y el Caribe (ALC), y dilucidando un poco la razón del por qué hoy constituye, junto a un bajo crecimiento, una trampa de pobreza en la región.

La otra cara de la desigualdad

Uno de los resultados más importante encontrados a través del Latinobarómetro es que, a pesar de que la gente en ALC es consciente de la desigualdad en la región y cree que esto es injusto, su percepción sobre su ubicación en la distribución del ingreso puede ser un obstáculo hacia cambiar esa situación ¿Pero qué significa esto particularmente?

La gráfica 1 muestra una comparación entre una medida objetiva de la distribución de ingresos en la región y la estimación de la gente de esta misma distribución. Como se puede ver, hay una alta correspondencia en las dos medidas, denotando que la sociedad efectivamente tiene conocimiento sobre la gran desigualdad que existe en cada uno de sus países, reflejado en la estimación acertada de que cerca del 50% de la riqueza es abarcada por el 20% más rico.

Gráfica 1. Medición objetiva y subjetiva de la distribución del ingreso en América Latina 2020

Sin embargo, este es un efecto promedio, y no se cumple para todos los países. Colombia hace parte de un grupo particular de países, junto con Brasil, México, Nicaragua y Perú, en el que la sociedad subestima el ingreso del 20% más rico, y que cree que la distribución de ingreso es más igualitaria de lo que realmente es, estimando que el 40% más pobre de la distribución captura una mayor parte del ingreso. Adicionalmente, como se puede ver en la gráfica 2, esto se suma a la tendencia generalizada en la región de sobreestimar los ingresos de los más pobres, donde en Colombia esta estimación percibida tiende a ser dos veces más alta que la medida objetiva.

Gráfica 2. Medición subjetiva y objetiva del ingreso para el 20% más pobre. Países seleccionados

Estas cifras resultan muy importantes, ya que estas percepciones distorsionadas de la realidad influyen en la forma como las personas, como actores económicos y políticos, se relacionan entre ellos y con el Estado.  Por ejemplo, dentro de un contexto democrático y participativo, este tipo de desconocimiento puede reducir la demanda por políticas redistributivas. De hecho, diferentes estudios han encontrado que la gente que sobreestima el ingreso de las personas más pobres tiende a apoyar menos las políticas redistributivas[2]. Por otro lado, experimentos comportamentales han encontrado por medio de juegos y cuestionarios que la ubicación relativa en la escalera de riqueza puede afectar el comportamiento de las personas en materia de empatía y justificación del status quo[3].

Esto también se ve reflejado en los resultados del Latinobarómetro donde, a pesar de que, en promedio, más del 81% de la población en ALC piensa que la distribución de ingreso es injusta (85% en Colombia), esta percepción varia en función de su posición en la sociedad. Como se puede ver en la gráfica 3, las personas que creen pertenecer al 20% más rico tienen una menor probabilidad de ver el sistema actual como injusto, relativo a los que creen pertenecer al 20% más pobre. Esto se transmite, no solo a temas de ingreso, sino de educación, salud, justicia, igualdad de género e igualdad de oportunidades.

Gráfica 3. Las percepciones de justicia varían en función de la ubicación percibida sobre la distribución de ingresos

Michael Sandel explora este fenómeno en su libro “La tiranía del mérito”, en el que argumenta que, en un contexto de desigualdad, existe una tendencia en las personas más ricas a pensar que lo obtenido ha sido por exclusivamente por mérito y esfuerzo propio, más que por una combinación de suerte, esfuerzo y ventajas en el sistema. Esta ilusión del mérito profundiza las desigualdades a través de la falta de empatía social y la falta de apoyo a medidas que propendan por el beneficio general.

Ahora bien, como se expuso anteriormente, las desigualdades en la región permean más allá del ingreso. De hecho, ALC expresa que, fundamentalmente, las desigualdades se dan en materia de oportunidades y derechos. Como se puede ver en la gráfica 4, existe una preocupación generalizada frente al acceso justo de servicios y derechos. En promedio, más del 60% de las personas creen que el acceso a la justicia, la salud y la educación es injusta en su país. Para el caso colombiano, estos porcentajes superan los promedios de ALC, yendo desde 67% para el caso del acceso a oportunidades educativas, hasta 86% para el caso de acceso al sistema de justicia.

Grafica. 4 Porcentaje de encuestados que piensa que el acceso al servicio es injusto

Considerar lo anterior es sumamente relevante, pues son las bases para la libertad de agencia, es decir, para que las personas puedan alcanzar lo que consideran importante para sí mismos[4]. Sobre todo, en un contexto en el que el 42% de los encuestados respondió que el acceso a oportunidades de educación es la peor expresión de la desigualdad, seguido del acceso a la salud con 17%.  

Sin embargo, también es un mensaje claro en el que, a pesar de que en las últimas décadas ha habido grandes avances en materia de educación y salud, siguen existiendo importantes brechas en acceso, y sobre todo en calidad, que perpetúan y profundizan las desigualdades en la región. En materia de educación esto se hace evidente en el caso colombiano en, por un lado, la diferencia de los puntajes en las pruebas estandarizadas por estrato social y por departamento, donde los grupos poblacionales y los departamentos de menores ingreso reflejan menores puntajes en promedio que sus pares de mayores ingresos. Por otro lado, se refleja en la significativa reducción del acceso a la educación de los niveles económicos más bajos a los grados más altos de educación[5] relativo a sus pares con mayores ingresos.

Adicionalmente, estas disparidades en el acceso a la educación también se evidenciaron recientemente con la crisis provocada por el COVID-19, donde el mayor retroceso en la incidencia de la Pobreza Multidimensional se dio en las zonas rurales, jalonado por la variable de inasistencia escolar, dado que 2020, miles de niños y jóvenes en las zonas rurales no pudieron asistir al colegio bajo las nuevas modalidades de educación remota dada la falta de acceso a TICs e internet[6]. Este escenario, no solo tiene repercusiones en el corto plazo en materia de pérdida aprendizaje y aumentos en la deserción escolar, sino en el largo plazo a través de reducción de oportunidades e ingresos y profundización de desigualdades.

Conclusiones

Las medidas objetivas de la desigualdad solo abordan un pedazo de la historia. La forma como la gente percibe la desigualdad, capturado a través de medidas subjetivas como la encuesta del Latinobarómetro, permiten entender no solo la postura de las personas frente a la desigualdad per se, sino también las posturas económicas y las posturas políticas que se derivan de esas percepciones.

En este documento se abordaron las primeras, y de cómo pueden influir sobre los comportamientos humanos, especialmente los relacionados con la empatía y el sentido de solidaridad social, los cuales afectan directamente la propensión a apoyar políticas de redistribución de ingreso. Sin embargo, el Informe regional de desarrollo humano también aborda sus implicaciones en la visión de la política y la democracia, aspectos igualmente importantes al ser los mecanismos mediante los cuales las sociedades pueden ejercer un cambio, especialmente en coyunturas tan críticas como las actuales.

Adicionalmente, los resultados del Latinobarómetro van más allá de los presentados aquí y en el informe regional, permitiendo hacer análisis similares en otros frentes de la política social, económica y política. De esta manera, los hallazgos encontrados a través del Latinobarómetro, se convierten en valiosos insumos de política pública. Para este caso, logran abrir espacios de discusión entorno a la importancia de otras formas de medición en el análisis de un problema estructural como el de la desigualdad, y el de la importancia de cubrir ese carácter multidimensional de la solución en el diseño e implementación de política pública. Desde luego, estos resultados nos recuerdan la importancia no solo del valor cuantitativo de los indicadores objetivos, sino del mensaje ético que cargan implícitamente y que afectan la percepción y el comportamiento de las personas.

Referencias bibliográficas

Corporación Latinobarómetro (2019). Informe 2018. Recuperado de: https://www.latinobarometro.org/LATDocs/F00008421-INFORME_2018_LATINOBAROMETRO.pdf

Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (2021). Informe regional de desarrollo humano. Atrapados: alta desigualdad y bajo crecimiento en América Latina y el Caribe. New York: PNUD

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[1] Para más información visitar: https://www.latinamerica.undp.org/content/rblac/es/home/library/human_development/regional-human-development-report-2021.html

[2] Para más información revisar: https://link.springer.com/article/10.1007/s00355-015-0945-9

[3] Para más información revisar: https://nymag.com/news/features/money-brain-2012-7/

[4] Para más información revisar: Los fines y los medios de desarrollo de Amartya Sen.

[5] Para más información revisar: https://www.icfes.gov.co/documents/20143/2211695/Informe+nacional+de+resultados+Saber+11+2020.pdf

Y “Educación y reproducción de la desigualdad en Colombia”. Reportes del Emisor

[6] Para más información visita nuestra entrada sobre el IPM: https://www.co.undp.org/content/colombia/es/home/-sabias-que-/el-aumento-de-la-pobreza-multidimensional-en-2020-se-concentro-e.html.