Este año, unos 3.700 millones de personas en todo el mundo tienen la oportunidad de votar; más que nunca antes en la historia.

Sin embargo, para muchísimas personas con discapacidad existen grandes obstáculos, como la inaccesibilidad de los centros de votación y la discriminación, que reducen su habilidad de forjar el futuro que desean.

Como parte de la familia de las Naciones Unidas, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) se ha comprometido a aumentar el liderazgo de las personas con discapacidad, entre otras cosas promoviendo su participación política.

Por ejemplo, en Libia, los sistemas de lenguaje de signos están ayudando a garantizar que las personas con discapacidad auditiva puedan expresar su opinión por medio de las elecciones.

Sin embargo, la inclusión va más allá de las urnas.

Requiere sistemas de gobernanza en los que todas las personas puedan ser escuchadas y representadas.

Pensemos en Nepal, donde el PNUD facilita el diálogo entre las personas con discapacidad y los miembros del Parlamento, proporcionando una nueva plataforma para defender sus derechos y aspiraciones.

También estamos ayudando a los países a aprovechar las oportunidades que brindan las nuevas tecnologías.

Por ejemplo, en Somalia, el Laboratorio de Aceleración del PNUD puso en marcha un Laboratorio Digital para la Discapacidad, que ofrece una serie de herramientas digitales y cursos de formación.

De hecho, el Pacto para el Futuro aboga por la participación plena e igualitaria de las personas con discapacidad en la sociedad, tanto las generaciones presentes como las futuras.

Esta visión es más que una aspiración.

Es un paso decisivo hacia un mundo en el que todas las personas tengan la oportunidad de ser artífices de un futuro más inclusivo, justo y sostenible.

Gracias.