Hace 30 años, por resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas, se conmemoró por primera vez el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, con la determinación de promover una mayor conciencia sobre la necesidad de eliminar esa condición humana en el mundo.

El Sistema de las Naciones Unidas realiza de forma permanente grandes esfuerzos por erradicar la pobreza extrema a nivel global. Hay que destacar que en el año 2000 celebró la Cumbre del Milenio y en el 2015 la Cumbre de Desarrollo Sostenible, en ambas los Jefes de Estado y Gobierno de 193 países se comprometieron a reducir el porcentaje de personas que viven con ingresos inferiores a 2.15 dólares por día. No obstante, la pandemia de la COVID-19, la crisis climática y las afectaciones a la económica mundial, han venido revirtiendo los logros.

Una reciente actualización del PNUD revela que cerca de 1,100 millones de seres humanos viven en situación de pobreza multidimensional aguda en 110 países. El estudio (Índice de Pobreza Multidimensional Global 2023) señala que la reducción de la pobreza continúa siendo un objetivo de desarrollo alcanzable, aunque, se requiere de una mayor determinación y dedicación. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que tienen un plazo para cumplirse al 2030, representan una ruta universalmente acordada para superar las grandes disparidades sociales, restablecer la confianza y reconstruir la solidaridad humana.

El “Estímulo de los ODS”, como le llama el Secretario General de la ONU, tiene tres ámbitos de acción: 1. Un aumento masivo de la financiación para el desarrollo, posibilitado por una flexibilización del modelo de negocios de los bancos multilaterales; 2. Una nueva iniciativa para canjear deudas a más largo plazo con tasas de interés más bajas; y 3. La ampliación de la financiación de contingencia para todos los países que la necesiten. Está claro que los recursos públicos por sí solos no son suficientes para satisfacer las enormes necesidades que enfrentan los países en desarrollo, tanto El Salvador como los demás países de la región, sin excepción, requieren de ese tipo de estímulos. 

Lo importante es que las instituciones financieras internacionales (FMI, Banco Mundial, BID) ya están trabajando en instrumentos innovadores de financiamiento, como los bonos verdes, los bonos para catástrofes, recursos vinculados a la reducción de emisiones y otros. El G-20 (Nueva Delhi, septiembre 2023) que agrupa a las mayores economías mundiales, anunció un incremento en los fondos destinados a proyectos de ayuda y recomendó movilizar todos los recursos posibles de los bancos multilaterales de desarrollo y de capital privado. Pero, aun así, se requiere de una alianza sólida que defina un tipo de financiamiento blando y accesible para las naciones en desarrollo, como lo ha propuesto el Secretario General, Antonio Gutérres.

En El Salvador, el Consejo Nacional de Desarrollo Sostenible (CNDS), con la cooperación técnica del PNUD y en consulta con todos los sectores económicos y sociales, está trabajando en una Estrategia Nacional de Desarrollo, que se sumará con coherencia al conjunto de políticas públicas vigentes, dirigidas a la superación de la pobreza y alcanzar un mejor nivel económico y social del país. Esta Estrategia será un paso relevante, en concordancia con los propósitos de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Los retos globales tienen una relación directa con los designios nacionales. Hoy, 17 de octubre, a 30 años de la promulgación del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, el momento es oportuno para reflexionar sobre la necesidad soberana de promover enfoques integrados que conduzcan al logro del desarrollo sostenible de El Salvador.