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Iraq: primer capítulo de la historia de su recuperación
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El Estado Islámico en el Iraq fue derrotado en 2017, pero su campaña de terror de tres años dejó las ciudades en ruinas, desplazó a millones de personas y arrasó con los medios de vida. Decididos a superar esta crisis humanitaria, las comunidades, los gobiernos nacionales y locales, y los socios internacionales se unieron para iniciar una recuperación extraordinaria, reconstruyendo hogares, restaurando servicios esenciales y sentando las bases para un futuro estable.
En el corazón de este esfuerzo estaba el Servicio de Financiación para la Estabilización, establecido en 2015 con el apoyo del Gobierno iraquí. La iniciativa humanitaria, la cual gestionamos desde el PNUD, movilizó más de USD 1.880 millones de donantes. Este esfuerzo de reconstrucción y estabilización completó más de 3.700 proyectos que han mejorado la vida de casi nueve millones de iraquíes. Cinco millones de han podido volver a sus casas, recomenzado sus quehaceres y reconectado con sus comunidades. El impacto se mide no solo por las cifras, sino por las historias de las vidas que cambió.
“Vivíamos entre escombros”
“A nuestro alrededor había solo disparos”, asiente Nafiaa, una viuda de 70 años de la antigua ciudad de Mosul. Vivió en el sótano de su casa durante ocho meses durante lo peor del conflicto. “Recibimos un impacto directo y el techo se derrumbó. Todo lo que podíamos hacer era rezar”, explica.
Casi 140.000 casas fueron dañadas en la contienda según el Gobierno iraquí. Dos tercios de las escuelas en las áreas más afectadas fueron lastimadas o destruidas. Las personas que buscaban servicios de salud se vieron afectadas por situaciones complicadas, con tan solo el 50 % de los centros sanitarios parcialmente en funcionamiento debido a los combates intensos.
Miles de toneladas de escombros fueron removidas mediante empleo de emergencia, lo que nos permitió desde el PNUD, junto al Gobierno del Iraq, reconstruir infraestructura y viviendas, dando a las familias la oportunidad de regresar a sus pueblos y aldeas. Nafiaa ahora vive en su nuevo hogar, gracias a una de nuestras ayudas.
Los servicios básicos, la columna vertebral de las comunidades
En un conflicto como este, la recuperación temprana avanza junto con otras formas de asistencia, como ayuda alimentaria, protección y atención médica, lo que, a largo plazo, reduce la necesidad de ayuda humanitaria.
La restauración de la infraestructura permitió que la vida cotidiana volviera a la normalidad. La subestación de Al Qadisiyah en Ramadi fue gravemente dañada durante el conflicto, dejando a miles de personas sin un suministro eléctrico confiable. La electricidad restaurada no solo proporcionó luz y energía a 400.000 personas, sino que también fue un símbolo de esperanza.
En Kirkuk, el regulador de la irrigación se rehabilitó y ahora provee agua a 235 pueblos y fomenta la recuperación agrícola. “Actualmente, los agricultores de la región tienen los recursos vitales de agua necesarios para la producción agrícola”, dice Dana Ibrahim, ingeniera civil del PNUD que trabaja en el proyecto.
El Hospital Universitario de Fallujah, que reabrió en 2022, atiende a 20.000 pacientes por mes. Entre sus servicios está el Centro de Prótesis donde las víctimas de la guerra reciben miembros artificiales. El director del hospital, Sa’ed Al-Jumaily, explica que “muchos de los que reciben miembros protéticos son víctimas de las bombas que dejó el mico o de las municiones arrojadas que no explotaron en su momento”.
Yassar Salman, de 25 años, perdió una pierna cuando un misil desviado tocó su casa. Ahora tiene una pierna artificial y podrá volver a trabajar y recuperar su independencia.
“El mundo entero es un jardín de flores, pero aquí... este es el mejor lugar”
Los trabajos de emergencia, la capacitación vocacional y las ayudas para las nuevas empresas han sido las herramientas que permitieron a las personas revitalizar sus negocios y restablecer sus medios de vida.
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En el Centro Vocacional de Tikrit, el instructor de los herreros, Mohammad Talal Abdul Sattar, se esfuerza por impartir nuevas capacidades a los que buscan trabajo. “Nuestros talleres dan a los participantes los conocimientos y las habilidades para crear sus empresas”, afirma. “Con las ayudas del PNUD, los graduados pueden poner en marcha sus oficios. Se trata de crear un personal autosuficiente”, sigue Mohammad.
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Para Jihan Ali Hussein, agricultora de frutos en Diyala, restablecer su medio de vida implicó volver a comenzar. “Cuando volví a principios de 2017, encontré los huertos quemados y los edificios destruidos. Los naranjos y limoneros que quedaban habían muerto, pero, por suerte, las palmeras de dátiles sobrevivieron”, enfatiza. Con un préstamo, Jihan y su familia volvieron a conectar la electricidad, instalaron un sistema de refrigeración y volvieron a sus tareas agrícolas. “Ahora exportamos dátiles a Bagdad y a otras localidades”.
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La ingeniera agrícola Marwa Adib obtuvo financiación para cruzar gusanos de la India y del Iraq que transforman los desechos en compost natural para los agricultores y los viveros en Diyala. No solo el negocio le permite vivir, sino que también ayuda a la gestión de los desechos, a la protección medioambiental y a la agricultura sostenible.
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El panadero Bassam volvió a su casa en Hamdaniyah en 2018 y recibió una ayuda para comprar un horno automático. La inversión le permitió aumentar la producción, ganar más y mantener a su familia. Hamdaniyah vio a su población pasar de 6.000 a 2.000 habitantes y él cree que su trabajo ayudará a la recuperación de su ciudad. En sus palabras: “El mundo entero es un jardín de flores, pero aquí... este es el mejor lugar”.
Fomentando la sanación a través del apoyo psicosocial y en salud mental
La recuperación temprana va más allá de reconstruir infraestructura, empleos y medios de vida. Se trata de sanar los traumas, promover la inclusión y restaurar el sentido de comunidad.
Según Hanin Ibrahim Hussein, psicóloga de Mosul, el volver para ayudar al prójimo era profundamente personal. Escapó de la ciudad con su padre, temiendo no volver a verlo nunca más. “Fue el período más terrible de mi vida”, expresa. “Cuando me dijo que él tenía que volver a Mosul para sacar a mi madre y a mis hermanos, pensé que no lo volvería a ver”.
Después de graduarse en psicología en Kirkuk, Hanin volvió a Mosul en 2018 para asistir a las víctimas de traumas en un centro primario de salud que cuenta con nuestro apoyo. Muchas de las personas asistidas por Hanin vivieron en ciudades bajo el slámico o en campos de personas desplazadas durante años.
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Restablecer la identidad cultural es igualmente importante. El Centro del Patrimonio de la Vieja Ciudad en Mosul, que estuvo ocupado y destruido por el Estado Islámico, fue transformado en museo para preservar objetos raros. Cuando se limpiaron los escombros, aparecieron vasijas de cerámica llenas de monedas y otras reliquias, prueba de la rica historia y resiliencia de Mosul.
De la tragedia al triunfo
La recuperación temprana garantiza que los gobiernos tomen las riendas y da a las comunidades el sentimiento de autoría, a la vez que echa las bases para soluciones a largo plazo desde los primeros momentos de la crisis.
“Nuestro trabajo en el Iraq trata de convertir la supervivencia en estabilidad, garantizando que las comunidades no solo se recuperen, sino que construyan su futuro”, declara Auke Lootsma, Representante Residente del PNUD Iraq.
Aún queda mucho por hacer. Más de un millón de personas siguen desplazadas internamente. Sin embargo, el Iraq ha logrado salir de la crisis. A pesar de ello, siguen existiendo necesidades humanitarias debido a que la inestabilidad regional ha tenido un impacto local en el país. Aun así, el Iraq está enfocado en fortalecer el desarrollo a largo plazo y la construcción de la paz. Con el apoyo continuo, el país avanza con una casa restaurada, una escuela reabierta y un empleo nuevo a la vez. Esta es una historia de recuperación que vale la pena apoyar.