Reforzar la inclusión
29 de Noviembre de 2023
Se estima que hay 1.300 millones de personas con discapacidad, lo que equivale al 16 % de la población mundial. También se estima que las personas con discapacidad tienen más probabilidades de estar desempleadas, suelen ganar menos dinero y tienen dos veces más posibilidades de sufrir discriminación que las personas sin discapacidad.
El Programa de Talentos, que hemos establecido desde el PNUD junto con los Voluntarios de las Naciones Unidas (VNU), y que cuenta con el apoyo de Alemania y Suecia, permite que jóvenes con discapacidad adquieran experiencia laboral práctica mediante la realización de tareas en las oficinas del PNUD en todo el mundo. Esto tiene por finalidad aumentar la inclusión en el sector del desarrollo y garantizar que las personas con discapacidad tengan la oportunidad de contribuir a la implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
Con motivo del Día Internacional de las Personas con Discapacidad de 2023, te invitamos a conocer a algunas personas participantes que nos explican cómo el acceso al empleo puede transformar vidas e incrementar la inclusión.
Tayyaba: “Mi presente es mejor que mi pasado”
Tayyaba, de 35 años, es una oficial de inclusión social del PNUD que trabaja como especialista nacional para los VNU en Islamabad (Pakistán). Si bien ella usa una silla de ruedas desde pequeña, su trabajo con comunidades marginadas ha demostrado que no todas las personas tienen la misma experiencia.
“La accesibilidad es costosa”, dice Tayyaba al explicar que muchas personas del país no pueden costear elementos de apoyo. “Recientemente conocí a un grupo de personas con discapacidad que, antes de venir a las sesiones de formación, se desplazaban arrastrándose. No conocían ningún equipo de apoyo que pudieran utilizar, como las sillas de ruedas”, añade.
Tayyaba trabaja con las autoridades locales sobre cuestiones de accesibilidad, basándose en su propia experiencia. “Yo no podía ir al baño en la escuela, por lo que tenía que volver antes para usar el de mi casa. Tenía que evitar tomar demasiada agua”, explica.
Pese a esto, Tayyaba atribuye a su educación las oportunidades que tiene hoy en día: “En cuanto a mí, pienso que si no hubiera recibido suficiente educación, no estaría aquí”. Actualmente ofrece formación a las comunidades para lograr que las personas con discapacidad puedan vivir de manera independiente y sean tratadas con respeto y dignidad.
“Las comunidades suelen recibirme con gran calidez. Les cuento sobre las oportunidades de sustento y les digo que pueden conseguir empleo, que pueden viajar por el mundo y pueden perseguir sus sueños, como yo lo he hecho. Debemos empoderar a las personas con discapacidad y hacerles ver que no son una carga para la sociedad”, señala.
Sin embargo, la investigación que han realizado Tayyaba y sus colegas, en colaboración con la Alianza de las Naciones Unidas para los Derechos de las Personas con Discapacidad (UNPRPD por sus siglas en inglés) y ONU Mujeres, muestra tendencias preocupantes. En algunas comunidades, más del 60 % de las mujeres han sufrido maltrato verbal por parte de sus familias y comunidades, y cerca del 53 % dicen que se les han negado oportunidades educativas y de sustento.
“Las personas están ocultas en sus comunidades. Muchos son prisioneros en sus propios hogares, se los considera asexuales y sufren hostigamiento. Cuando van a la escuela o a la universidad, la sociedad no los comprende”, menciona Tayyaba.
El estigma y la discriminación también hacen que las personas con discapacidad no puedan participar plenamente en la sociedad, algo que la propia Tayyaba ha experimentado. “Me hacían sentir como una inadaptada, y no como una integrante de la sociedad en igualdad de condiciones. Estaba aislada y no conocía mis derechos humanos básicos, aunque tenía derecho a hacer todo. Me emocioné muchísimo cuando viajé en autobús por primera vez. Tenía 26 años”, explica.
Con una carrera variada en el sector privado, el gobierno y ahora la ONU, el trabajo de Tayyaba le ha abierto muchas puertas. Por ejemplo, ha podido comprar una silla de ruedas eléctrica con su salario. “Eso transformó mi carrera y mi vida”, recuerda.
Por esta razón, Tayyaba se centra en aumentar las oportunidades de sustento de las personas con discapacidad. “El trabajo es donde uno adquiere confianza en sí mismo e independencia económica, para ya no tener que depender de nadie y poder disfrutar de la vida, con dignidad, empoderamiento y autoestima”, explica.
Siendo la cuarta hija y la única en haber estudiado en una universidad prestigiosa, Tayyaba también puede ver lo lejos que ha llegado.
“He hecho mi camino y, de alguna manera, he dejado mi huella. Ahora mi familia me mira con orgullo y dice ‘ella es nuestra prima’, ‘ella es nuestra hermana’, ‘ella trabaja con buenas organizaciones y buenas personas y tiene voz en el mundo’”, menciona.
“Aliento a las organizaciones a que contraten a personas con discapacidad, que son recursos humanos valiosos y poco aprovechados. Esas personas también existen, y su existencia importa”, añade Tayyaba.
Bartholomew: “La persona que era en enero y la que soy hoy son totalmente diferentes”
Bartholomew, de 35 años, es oficial de finanzas a nivel de programa en la oficina del PNUD en Malawi. Hace 15 años sufrió un accidente automovilístico que cambió su vida para siempre.
“No nací con discapacidad”, explica. “Cuando me quebré la columna, quedé parapléjico y mi vida cambió en un instante. De repente comencé a percibir las dificultades relacionadas con el transporte y la infraestructura. Me llevó un tiempo adaptarme a mi nuevo yo”, añade.
En el PNUD, Bartholomew ayuda a garantizar el cumplimiento de las normas, reglas y políticas financieras de la ONU y el PNUD, al tiempo que contribuye a la supervisión y la presentación de informes del programa en el país. Uno de sus amigos le sugirió que se presentara a este puesto, que comenzó a desempeñar en enero de 2023.
“La persona que era en enero y la que soy hoy son totalmente diferentes porque he crecido a nivel personal y profesional. He interactuado con personas de gran talento en los pasillos y he visto cómo funciona la organización. He adquirido conocimientos que creo que serán importantes en mi carrera”.
Pero, para Bartholomew, llegar hasta aquí ha sido difícil, ya que después de su accidente tuvo que abandonar la escuela.
“Tras el accidente, tuve que quedarme en casa por muchos años. Parecía que mi vida había llegado a su fin, pero luego decidí que no sería así. Si bien habían pasado siete años, pude continuar con mi vida. De todos modos, acceder a la educación no fue fácil”.
Bartholomew explica que muchas instituciones educativas no son accesibles y que el transporte también puede ser un problema:
“Pasa a ser costoso porque, de repente, uno ya no puede utilizar el transporte público debido a que no está adaptado para las personas con discapacidad. Por lo que, si quieres desplazarte, deberás vaciar tus bolsillos, ya que necesitarás que un taxi te lleve”.
Pese a ello, Bartholomew obtuvo su título en Contabilidad en 2021 y comenzó a buscar trabajo. “Es difícil porque el empleo en Malawi escasea y, cuando hay una oferta de trabajo, esta suele incluir como requisito varios años de experiencia. Para las personas con discapacidad, lograr esa experiencia no es fácil”, señala.
Bartholomew explica que, incluso cuando las personas cuentan con la experiencia y las competencias adecuadas, muchas empresas dudan en contratarlas. “Las empresas te ven como un gasto, porque es probable que su infraestructura no sea la adecuada. Por ello, aunque tu currículum sea muy bueno, cuando se dan cuenta de que tienes una discapacidad, te descartan”.
“También puede suceder que te presentes al puesto y cuando llegues a la entrevista, tras haber mencionado que tienes una discapacidad y usas una silla de ruedas, veas que la oficina no está adaptada para las personas en sillas de ruedas y no hay nada que puedan hacer para ayudarte. Yo he vivido esa situación en la que te desanimas y te vas porque no puedes acceder a las salas”, menciona.
Según Bartholomew, una solución podría ser una política de acción afirmativa que garantice que todas las organizaciones tengan la responsabilidad de contratar a personas con discapacidad. “De esta manera, las personas con discapacidad pueden tener la posibilidad de participar en el desarrollo de sus países, dado que, en este momento, el terreno no está allanado para que puedan buscar trabajo”, añade.
En el futuro, Bartholomew desea continuar su trabajo en el PNUD, y está centrado en su desarrollo profesional.
“Quiero seguir haciendo contribuciones significativas que generen un impacto. En esta función uno aprende rápido porque es necesario conocer casi todos los programas de la oficina, lo que promueve el desarrollo”, menciona Bartholomew.
Y reafirma: “La gente debe entender que la discapacidad no es incapacidad”.
Adriana: “Siento que mis contribuciones se tienen en cuenta, no porque tengo una discapacidad, sino por mis conocimientos”
Adriana Pulido, de 43 años, trabaja como especialista en estrategias inclusivas sobre discapacidad en la oficina del PNUD en Colombia. Adriana es ciega desde que era bebé, y su experiencia de vivir con una deficiencia visual la ha llevado a liderar una iniciativa para ofrecer tecnología de apoyo gratuita en su país.
“Es irónico porque cuando me comentaron por primera vez que existía un lector de pantalla para que las personas ciegas pudieran usar computadoras, yo dije que eso era imposible. No creía que fuera algo real, por lo que al principio no estaba convencida. Pero ahora la vida de las personas ha cambiado definitivamente”, señala Adriana.
Adriana explica que gracias a estos avances tecnológicos ha podido teclear y leer cosas por sí misma, algo para lo que antes necesitaba la ayuda de sus familiares y amigos. Esto fue crucial durante sus estudios de máster, ya que fue la primera persona con discapacidad en obtener una beca Fulbright en Colombia.
“Gracias a la tecnología, he podido adquirir autonomía e independencia. Ahora me encanta la tecnología, ya que puede cambiar vidas, como lo ha hecho incluso con la mía”, añade.
En su función en el PNUD, Adriana se encarga de liderar la estrategia de incorporación de la discapacidad en la oficina, que se centra en un enfoque relativo a la discapacidad basado en los derechos humanos. Esta tarea abarca ofrecer capacitación pertinente, dirigir la puesta en marcha de un grupo de trabajo sobre discapacidad en PNUD Colombia y promover alianzas. De hecho, a partir de esta promoción de alianzas, se ha establecido un nuevo grupo de trabajo interinstitucional.
“Nos hemos centrado en identificar cuáles son los desafíos para incorporar las cuestiones relativas a la discapacidad en la oficina y en establecer lo que llamamos ‘consultorías inclusivas’, donde ayudamos a resolver casos reales. Las personas que asisten a las sesiones piden ayuda y les ofrecemos capacitación sobre temas relacionados con la discapacidad y la inclusión. También invitamos a expertos para que compartan sus experiencias”, señala Adriana.
Al analizar los principales obstáculos que enfrentan las personas con discapacidad en el lugar de trabajo, Adriana sabe que es imperioso ofrecer una educación inclusiva, aunque también se deben abordar el estigma y la discriminación que sufren esas personas.
“Los empleadores pueden tener las mejores instalaciones y las mejores tecnologías del mercado, pero si la gente cree que las personas con discapacidad no son capaces de desempeñar su trabajo, no tienen nada. A menudo los empleadores no están convencidos de que las personas con discapacidad pueden tener un valor añadido”, dice.
Por ello, Adriana cree que es crucial difundir historias de éxito y las ventajas de contratar a personas con discapacidad. “Aún hay que romper barreras actitudinales, que son las más difíciles de romper y, a la vez, las que más urge romper”, añade.
Desde el PNUD, Adriana está impulsando la estrategia de incorporación de la discapacidad de la organización, aportando sus decenas de años de experiencia de trabajo en los sectores público y privado.
“Siento que mis contribuciones se tienen en cuenta, no porque tengo una discapacidad, sino por mis conocimientos. Siento que mi equipo ha podido enfocarse en mis aptitudes”, señala.
También tiene grandes ambiciones para el futuro: “Debemos fomentar la inclusión a nivel nacional e internacional, y espero poder contribuir a ello en los próximos años”, menciona Adriana.
“Es preciso llegar a más personas, a quienes no han podido acceder a la educación o al empleo, y quiero hacer lo posible para ayudar a mejorar esta situación”, finaliza.