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Un “superaño” para la acción climática
Por qué la gobernanza inclusiva es clave para hacer frente a la crisis climática
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Nos encontramos en un momento crítico de la crisis climática. Además, este 2024 es un año histórico para la democracia. Estos dos hitos no solo coinciden, sino que son una combinación esencial: están entrelazados y son fundamentales para la definición de nuestro futuro. No podemos subestimar la relación entre la gobernanza y una acción climática eficaz, y este momento nos ofrece la oportunidad de realizar grandes avances en ambos aspectos.
En lo que se ha denominado un "superaño" electoral, la mitad de la población mundial adulta tiene la oportunidad de acudir a las urnas, y la acción climática es uno de los factores que influyen en el voto. Con un panorama político cambiante, el 2024 podría marcar un punto de inflexión para estabilizar el clima y asegurar un planeta habitable para las generaciones presentes y futuras.
Haciendo balance
A medida que nos acercamos al 230, fecha límite para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS u Objetivos Mundiales), resulta cada vez más evidente que no podremos lograr el ODS 13, que trata de impulsar la acción climática, sin impulsar antes el ODS 16, que versa sobre la paz, la justicia e instituciones sólidas.
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La situación actual es insostenible. A más de la mitad del camino marcado para el logro de los ODS, realizamos el primer balance mundial del Acuerdo de París sobre el cambio climático, el cual muestra que solo el 15 % de todas las metas de los Objetivos Mundiales están bien encaminadas. Además, ninguna de las metas del ODS 13 ha registrado avances significativos y el ODS 16 también muestra una evolución poco favorable.
Diversos estudios indican que la democracia está decayendo en todo el mundo y más de la mitad de los países que celebran elecciones este año están experimentando un deterioro de sus prácticas democráticas.
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A pesar de estos desafíos, 9 de cada 10 personas a nivel global dicen apoyar la democracia. Al mismo tiempo, el respaldo a los líderes que ponen en peligro las prácticas democráticas ha aumentado considerablemente. Se trata de una paradoja que evidencia una brecha creciente entre la democracia como ideal y la forma en que las instituciones responden concretamente a las expectativas de los ciudadanos de una mejor calidad de vida.
La respuesta de los países al cambio climático y los impactos en las vidas de las personas puede agravar el escepticismo o bien contribuir a reparar la relación entre los gobiernos y la ciudadanía.
Estamos más unidos de lo que pensamos
Los ciudadanos de todo el mundo consistentemente consideran una acción climática contundente como una de sus principales prioridades. A pesar de las narrativas a menudo divisivas, hay un amplio acuerdo sobre este tema, más de lo que muchos de nosotros nos damos cuenta.
El Voto Popular por el Clima, la mayor encuesta de opinión independiente que se ha realizado sobre el cambio climático, concluyó que cuatro de cada cinco personas, es decir, el 80 %, desean que sus países se comprometan a abordar el cambio climático. Esta cifra considera a la mayor parte de los habitantes de los 12 países con mayores emisiones de gases de efecto invernadero.
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Los resultados de dicha encuesta, que representan estadísticamente al 87 % de la población mundial, también revelan que el cambio climático está en la mente de las personas en todo el mundo. A nivel global, el 56 % dijo que piensa en ello a diario o semanalmente, y casi dos tercios están comenzando a considerar los impactos del cambio climático al tomar decisiones como dónde vivir o trabajar y qué comprar.
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Otra encuesta reveló que el 69 % de las personas encuestadas estaría dispuesta a renunciar al 1 % de sus ingresos para contribuir a mitigar el cambio climático. Sin embargo, solo el 43 % cree que otras personas estarían dispuestas a hacer el mismo sacrificio. Se trata de una brecha de percepción de 26 puntos porcentuales, la cual puede crear barreras reales en la cooperación de no ser reconocida y corregida.
Estos hallazgos dejan claro que las personas apoyan enérgicamente la acción climática. Con 72 países celebrando elecciones este año, están en posición de enviar un mensaje alto y claro. Los líderes elegidos tendrán la responsabilidad de guiar al mundo en lo que será nuestra última -y mejor- oportunidad de reducir las emisiones y evitar las catastróficas consecuencias del cambio climático.
Cada voto cuenta
En los inicios de la democracia, el voto estaba condicionado por la clase social, el género u otros factores. Con el avance de los derechos humanos, hemos comprendido que todas las personas deben tener el poder de opinar sobre quienes tomarán las decisiones que influyen en su día a día.
Sin embargo, todavía no hemos logrado el acceso universal a las urnas. La mera realización de elecciones no es suficiente para garantizar que se escuchen todas las opiniones. Por esto, desde el PNUD trabajamos con países para garantizar que los procesos electorales sean inclusivos y que los resultados reflejen los deseos de todos los sectores sociales. Así, desde el 2022, hemos ayudado a 725 millones de personas a participar en elecciones, incluidos muchos votantes primerizos.
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Los jóvenes son algunos de los mayores defensores de la acción climática. Sin embargo, a menudo se enfrentan a barreras importantes para participar en el terreno político.
Las mujeres también suelen tener dificultades para ejercer su derecho a voto. Garantizar que la juventud, las mujeres y otros grupos marginados puedan participar plenamente de las elecciones, tanto en calidad de votantes como de candidatos, contribuirá a garantizar que los gobiernos tomen medidas sobre los problemas que más les afectan a ellos, incluido el cambio climático.
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Del mismo modo que el electorado debe reflejar la variada composición de una sociedad, también debe hacerlo la conformación del gobierno. La diversidad entre los funcionarios electos significa un gran impulso hacia un gobierno que responda a las necesidades de todos los sectores de la sociedad y a las variadas consecuencias que experimentan a raíz de la crisis climática.
En esta línea, además de contribuir a que más personas ejerzan su derecho a voto, trabajamos con países para aumentar la diversidad entre quienes ejercen cargos de liderazgo. En más de 100 países, nos hemos asociado con organizaciones feministas o de mujeres, incluidas las que se dedican a incrementar la participación política de las mujeres y la equidad de género en la gobernanza.
Después de votar
La democracia no termina con el conteo de votos. Una vez elegidos, los gobiernos deben cumplir las prioridades que los ciudadanos depositaron en las urnas.
En cuanto a la acción climática, las elecciones llegan en un momento decisivo. Países de todo el mundo están actualizando sus compromisos en esta materia -las llamadas Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional o NDC por sus siglas en inglés– en virtud del Acuerdo de París. En vísperas del décimo aniversario de este compromiso, las naciones se disponen a elevar sus ambiciones para mantener viva la posibilidad de un calentamiento global por debajo de los 1,5 ºC.
Para que los votos y las promesas se traduzcan en hechos, también son necesarios marcos jurídicos y políticos sólidos y el acceso a la información veraz, además de sistemas judiciales y una sociedad civil que exija a los dirigentes rendimiento de cuentas y compensaciones a quienes ya están sufriendo las consecuencias del cambio climático.
Gobernanza fuerte por un planeta próspero
Una gobernanza solida es fundamental para alcanzar el ODS 13, pero lo contrario también es cierto: si no tomamos medidas para hacer frente a la crisis climática, tendremos pocas posibilidades de lograr el ODS 16.
El cambio climático ya está actuando como una fuerza desestabilizadora en muchos lugares. Si no cambiamos el rumbo, se intensificarán los conflictos, se debilitarán los sistemas de justicia y gobernanza y aumentarán los riesgos relacionados con el clima y los fenómenos extremos, con consecuencias catastróficas para los derechos humanos, el desarrollo humano y el planeta. Para evitar este escenario, necesitamos una gobernanza eficaz que:
– Reconstruya la confianza en las instituciones públicas
– Empodere a las personas
– Posibilite una acción audaz para afrontar la crisis climática
– Cumpla nuestras expectativas como sociedad para el futuro
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En una era marcada por altos niveles de polarización y por ciudadanos cada vez más desilusionados con sus instituciones, la democracia y la acción por el clima siguen siendo temas relevantes en todo el mundo y transversal a todos los espectros sociales y políticos.
Afrontar estos dos retos juntos es la única manera de avanzar. Una gobernanza democrática firme e inclusiva, respaldada por sistemas de efectivos de rendición de cuentas, constituyen el medio más efectivo para crear un mejor futuro para las personas de todo el mundo, aumentar la prosperidad colectiva y garantizar los derechos humanos, incluido nuestro derecho a un medio ambiente sano.