Y la culpa no era mía: Normas sociales peligrosas y la urgente necesidad de reinventar nuestro mundo
10 de Diciembre de 2019
El Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres se celebró el 25 de noviembre, dando inicio a un período de 16 días de activismo contra la violencia de género que concluye hoy. Esta campaña es importante para crear conciencia sobre los problemas de violencia relacionados con el género, que se manifiestan en una variedad de formas físicas, sexuales y psicológicas. La violencia de género es una de las principales causas de muerte de mujeres en todo el mundo. Según un informe reciente de la UNODC, casi el 60 por ciento de todos los homicidios femeninos en 2017 fueron cometidos por una pareja íntima o un miembro de la familia, lo que significa que el hogar es precisamente el lugar más peligroso para las mujeres. Esta noción de asesinatos vinculados al género se conoce en general como "feminicidio" o "feminicidio" y es un desafío clave que enfrentan los países latinoamericanos. De hecho, de los 25 países del mundo con el mayor número de feminicidios, 14 están en ALC.
Una vida libre de violencia no es solo un derecho humano, sino un funcionamiento fundamental que permite a las mujeres perseguir vidas por las que sienten razones para valorar. Desde un enfoque de capacidades, donde la libertad humana y el acceso a las oportunidades son los principios del desarrollo humano, las mujeres que son vulnerables a la violencia dentro del hogar experimentan una falta de integridad corporal como una privación de capacidad fundamental. Como argumenta el trabajo de Martha Nussbaum sobre mujeres y desarrollo humano, la integridad corporal es la capacidad de circular libremente de un lugar a otro, estar a salvo de asaltos y violencia sexual, y disfrutar de los derechos reproductivos. En otras palabras, es imperativo para el desarrollo humano habilitar las condiciones sociales (leyes, políticas e intervenciones) que aseguren la integridad corporal de las mujeres y levanten esta privación de capacidad.
Los países de la región han estado trabajando para responder a este desafío crítico revisando o ampliando su legislación para criminalizar el feminicidio como delito. Dieciocho países de la región han adoptado leyes en los últimos años, esbozando definiciones nacionales del concepto y creando marcos para procesarlo. Como se muestra en el gráfico a continuación, Costa Rica y Venezuela estuvieron entre los primeros países en adoptar leyes en 2006. Esto fue seguido por una cascada de otros países, con Uruguay adoptando la legislación más recientemente en 2017.
Ahora bien, aún reconociendo y valorando estas leyes formales como un paso importante hacia la eliminación de la violencia contra las mujeres, son insuficientes por sí mismas. Existe un llamado a la acción estatal que va más allá de criminalizar el feminicidio y fortalecer las sentencias con el objetivo de promulgar leyes enfocadas en la prevención y protección, investigación y reparación. Además, como señala Jeni Klugman, “Tratar solo las consecuencias de la violencia tiene debilidades obvias, entre otras que sus causas no se aborden directamente. Esto apunta a la importancia de cambiar las normas que causan o al menos sancionan o toleran la violencia, y cómo la comprensión de las leyes y las reformas legales pueden servir para cambiar las normas ”. Las normas sociales son una parte clave de este desafío.
Las normas sociales sobre la aceptabilidad de la violencia contra las mujeres en el hogar pueden ser extremadamente peligrosas y, como este #GraphForThought muestra utilizando datos de la OCDE, estas normas siguen siendo muy frecuentes en muchos países de ALC. Por ejemplo, en países como Haití y Perú, la proporción de mujeres que están de acuerdo con la afirmación de que "se justifica que un esposo/pareja golpee a su esposa/pareja bajo ciertas circunstancias" alcanzó el 59% y el 32% respectivamente en 2019. Si bien las normas sociales pueden ser difíciles de cambiar es importante tener en cuenta que en muchos países de ALC estas normas permanecen estancadas o "empeoran" (lo que significa que la proporción de mujeres que están de acuerdo con esa declaración está aumentando) en los últimos cinco años. De hecho, de los 15 países que tenían datos disponibles para 2014 y para 2019, estas normas "mejoraron" en 6 países, no cambiaron en cinco y "empeoraron" en cuatro. Esto significa que en los últimos 5 años, las normas sociales contra la violencia de pareja íntima solo han mejorado en el 40% de los países de ALC con datos disponibles.
Si bien estos hechos son poco alentadores, creo que estamos viviendo un momento en que las cosas están cambiando. Millones de mujeres en todo el mundo se atreven a hablar y salir a las calles para exigir el fin de la violencia de género. Solo en ALC en 2018, se llevaron a cabo manifestaciones en Chile, Uruguay, Colombia, Venezuela, Guatemala, Perú y Argentina. El llamado a la acción para exigir el #NiUnaMenos se ha extendido rápidamente por toda la región y los actores internacionales también están trabajando para promover el cambio. Por ejemplo, la UE y la ONU se han unido recientemente para lanzar la Iniciativa Spotlight para eliminar todas las formas de violencia contra las mujeres y las niñas. En ALC, Spotlight se implementará en Argentina, Salvador, Guatemala, Honduras y México y respaldará las leyes que promueven la igualdad de género, fortalecen las instituciones, cambian las normas culturales y apoyan la investigación sobre este tema.
Necesitamos trabajar en todos los frentes diferentes para lograr un cambio significativo. En palabras de Cecilia Suárez, la actriz mexicana que pronunció un discurso hermoso y reflexivo ("Harta") en el lanzamiento de la Iniciativa Spotlight el año pasado, "Al patriarcado hay que oponerle el corazón de cada ser humano, la inteligencia y la capacidad de imaginar las cosas de otramanera". Nuestra imaginación es fundamental para ver el mundo desde el punto de vista de los demás, y así sentar las bases para construir un mundo más equitativo. Como Cecilia explicó (citando las palabras de Grace Paley), “Necesitamos la imaginación para comprender lo que ocurre a las personas que nos rodean, para intentar comprender las vidas de los demás… es potencialmente el acto más importante de la imaginación, y además puede ser de provecho para el mundo“.