Al liderar su camino hacia un desarrollo sostenible, las comunidades demuestran que la verdadera resiliencia nace del empoderamiento local
En la Reserva de la Biósfera Marismas Nacionales los comités locales de resiliencia enfrentan el cambio climático desde la organización comunitaria
1 de Abril de 2025

El cambio climático se ha convertido en un desafío cada vez más complejo para los países, siendo especialmente retador para las comunidades que habitan en las zonas costeras. Los efectos del cambio climático, como el incremento en fenómenos climáticos extremos (ciclones tropicales, inundaciones y sequías), no sólo ponen en riesgo la vida de las personas, sino también sus medios de vida y los ecosistemas.
Las zonas costeras tienen un papel crucial en la regulación del clima global, la protección de la biodiversidad y el sustento de millones de personas. Sin embargo, además de su vulnerabilidad ante los fenómenos climáticos extremos, enfrentan amenazas como la pérdida de manglares, la erosión costera y la contaminación por residuos sólidos. Ante este escenario, actuar desde lo local y, en específico, desde la organización comunitaria, se presenta como una estrategia que permite fortalecer la resiliencia y adaptarse a los impactos del cambio climático.
En la Reserva de la Biosfera Marismas Nacionales, ubicada en el estado de Nayarit, las comunidades ya son un caso de éxito en lo que respecta a la organización, formación y empoderamiento a través de comités comunitarios de resiliencia. Desde 2023, las comunidades de Francisco Villa, Unión de Corrientes, Palmar de Cuautla y Valle de la Urraca han conformado sus respectivos comités y recibido capacitación y acompañamiento.


Los comités comunitarios de resiliencia tienen por objetivo reducir el riesgo ante desastres. Primero, al identificar los peligros a los que está expuesta la comunidad y, segundo, al implementar acciones que reduzcan la vulnerabilidad y fortalezcan las capacidades de respuesta oportuna ante emergencias. Cada comité está conformado por personas voluntarias de la comunidad que buscan trabajar de forma conjunta para beneficiar a toda la población, basándose en los principios de coordinación, corresponsabilidad y solidaridad.
La capacitación, basada en el Plan de Acción Comunitario en gestión de riesgos y resiliencia desarrollado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en México, en conjunto con la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), la Coordinación Nacional de Protección Civil (CNPC) y el Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED), permite que las personas, además de formarse en temas clave como alerta temprana, protocolos de preparación y respuesta, autoevaluación de daños, recuperación temprana, primeros auxilios y manejo integrado del fuego, despiertan un sentido de urgencia y responsabilidad, motivándoles a tomar acción y contribuir a la protección de sus comunidades.
“Mi motivación y compromiso es con la comunidad. Creo que necesitamos mucha ayuda para prevenir que las tormentas de cada año afecten nuestra vida, nuestras familias y nuestras producciones”.Mujer integrante del comité comunitario de resiliencia del ejido Francisco Villa, Rosamorada, Nayarit.
Los comités comunitarios de resiliencia deben mantener comunicación y colaboración constantes con las instituciones locales, especialmente con las autoridades de protección civil. En caso de desastre, el comité asume la responsabilidad de coordinar las acciones de respuesta y recuperación dentro de la comunidad, siguiendo las indicaciones de las autoridades correspondientes.
A nivel nacional, la Estrategia Nacional de Comunidades Resilientes, coordinada por el CENAPRED, busca formalizar y legitimar la integración de estos comités mediante su registro en una plataforma oficial, lo cual le permite a las autoridades locales coordinarse de forma efectiva con las comunidades durante situaciones de emergencia, mejorando así la capacidad de respuesta y recuperación ante desastres.



Beneficios comunitarios más allá de una respuesta efectiva ante desastres
El proceso de organización comunitaria ante desastres en Marismas Nacionales ha tenido un impacto más allá de la preparación ante emergencias, ya que ha fortalecido la cohesión social, la resiliencia, la creación de redes, la promoción de la igualdad de género y ha contribuido en la conservación de los ecosistemas, siendo el manglar uno de los más importantes de la región.
Esto es, al involucrar a la comunidad en la identificación de problemas y soluciones, se ha fortalecido su sentido de pertenencia, aumentando su compromiso al momento de tomar decisiones. Asimismo, como parte de este proceso, se han fortalecido los lazos sociales y, con ello, la cohesión dentro de las comunidades, lo que se traduce en mayor capacidad para responder colectivamente ante situaciones de emergencia como tormentas y huracanes.
Las comunidades costeras poseen un conocimiento profundo de su entorno y de los riesgos a los que se enfrentan. Sin embargo, en muchas ocasiones no cuentan con las herramientas tanto para organizarse como para comunicar este conocimiento de forma efectiva. Gracias al trabajo en el marco de los comités, sus integrantes ahora tienen la capacidad para traducir su conocimiento local en acciones de adaptación que les permitan abordar los desafíos climáticos.
Por otro lado, los protocolos de alerta temprana generados por cada uno de cuatro comités establecieron como prioridad la conservación de los ecosistemas costeros. Esto se fundamenta en el rol que estos tienen en la protección frente a eventos climáticos extremos y para mantener los medios de vida locales. En este marco, los comités han mostrado un interés activo por tener una gestión sostenible de los recursos naturales, buscando alternativas económicas sostenibles como la comercialización de subproductos derivados de la pesca, el ecoturismo y bonos de carbono azul.
En un contexto en el que los hombres desempeñan mayoritariamente las tareas de producción agrícola y pesquera, y al frente de los liderazgos ejidales, el trabajo en el marco de los comités permitió reducir una brecha en la participación de las mujeres en los espacios de toma de decisión. En particular, y con el respaldo de las autoridades ejidales y otras agrupaciones comunitarias, las mujeres han asumido roles de liderazgo en la organización comunitaria y al frente de la coordinación de las brigadas de respuesta ante las emergencias, mientras que los hombres participan como brigadistas.

“Conocer y compartir con otras comunidades ha sido para mí lo más importante. Ahora sabemos que no estamos solos cuando nos llega un huracán y que podemos apoyarnos entre todos".
Una de las principales innovaciones del proceso ha sido la creación de espacios en los que los comités puedan conocerse y compartir conocimientos, estrategias y desafíos. Esta acción trajo consigo la creación de redes de comunicación comunitarias en las que sus integrantes pueden colaborar de forma efectiva ante un desastre, además de intercambiar recursos y conocimientos que aumenten su resiliencia.


Comités comunitarios, inversión para el futuro
La experiencia de los comités comunitarios en Marismas Nacionales muestra que invertir en el desarrollo de capacidades locales es una estrategia eficaz para fortalecer la resiliencia de las personas y sus ecosistemas.
A lo largo de dos años, los comités han demostrado ser actores fundamentales en la construcción de comunidades resilientes, cohesionadas y preparadas para enfrentar los desafíos del cambio climático de forma proactiva y solidaria.
El proceso también contribuyó a que las personas se dieran cuenta de que el aprendizaje es un proceso inclusivo que beneficia a todas y todos, sin importar el contexto o la experiencia previa. De igual modo, conocieron que la capacitación no son solo nuevas habilidades, sino que también les permite fortalecer su compromiso y empoderamiento, tanto con ellos mismos como con el bienestar de su comunidad.
Sin embargo, la resiliencia comunitaria es un proceso gradual y continuo que requiere de un compromiso sostenido en el tiempo. Por ello, para garantizar el éxito y la sostenibilidad de estas iniciativas, es esencial contar con el apoyo de instituciones gubernamentales, organizaciones de la sociedad civil y del sector privado.
“La oportunidad de participar en este proyecto significó mucho para mí, jamás creí que yo podría aprender estos temas y que podría apoyar a mi comunidad. Ahora me siento con la responsabilidad de organizar a las personas y actuar de la mejor manera en una emergencia”.Hombre integrante del comité comunitario de resiliencia del ejido Valle de la Urraca, Acaponeta, Nayarit.
Desde el PNUD, reafirmamos nuestro compromiso con el desarrollo humano sostenible y la construcción de resiliencia frente al cambio climático. La experiencia de los comités comunitarios en Marismas Nacionales es un testimonio de cómo el conocimiento se transforma en acción colectiva para proteger tanto a las personas como a los ecosistemas que sustentan sus vidas. Hoy, estas comunidades lideran su propio camino hacia un desarrollo sostenible, demostrando que la verdadera resiliencia nace del empoderamiento local.
Estas acciones forman parte del proyecto Raíces, liderado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en México, en colaboración con la Secretaría de Desarrollo Sustentable de Nayarit (SDS).