Un nuevo estudio del PNUD revela la existencia de una creciente sensación de inseguridad entre la población, recomienda promover la solidaridad y reorientar los esfuerzos en el ámbito del desarrollo.
Seis de cada siete personas en el mundo sienten inseguridad
8 de Febrero de 2022
La Paz, 8 de febrero de 2022.- El informe “Las nuevas amenazas para la seguridad humana en el Antropoceno. Exigiendo mayor solidaridad”, presentado hoy, revela que el progreso en el desarrollo a nivel mundial, logrado inclusive antes de la pandemia COVID 19, no genera automáticamente una mayor sensación de seguridad. Pese a los avances de desarrollo, la sensación de seguridad de la población se encuentra por debajo del mínimo en casi todos los países, incluidos los más ricos. Países con niveles elevados de buena salud, riqueza y educación muestran mayor grado de inseguridad, incluso más que en la última década.
Para abordar esta desconexión entre desarrollo y percepción de seguridad, el informe mundial hace un llamado a construir un nuevo desarrollo que permita a las personas vivir sin carencias, miedo, ansiedad e indignidad.
“A pesar de que el mundo disfruta de una riqueza sin precedentes, la mayoría de las personas sienten preocupación por el futuro, sentimientos que probablemente se han visto exacerbados por la pandemia”, dice Achim Steiner, Administrador del PNUD. “En nuestro afán desenfrenado por el crecimiento económico seguimos destruyendo nuestro entorno natural mientras aumentan las desigualdades, tanto dentro de los países como entre ellos. Es hora de prestar atención a las señales que emiten las sociedades que sufren un estrés inmenso y redefinir el verdadero significado de progreso. Necesitamos un modelo de desarrollo adecuado para este objetivo que esté construido alrededor de la protección y la restauración de nuestro planeta, y que ofrezca nuevas oportunidades sostenibles para todos”.
Nunca fue más evidente el imperativo de actuar sin demora. Los datos muestran una bajada en la esperanza de vida a nivel mundial, por segundo año consecutivo, debido a la COVID-19 y un empeoramiento de todos los parámetros de medición del desarrollo humano. Además, es probable que el cambio climático se convierta en una de las principales causas de mortalidad en el mundo. Aún con una reducción moderada de las emisiones, los cambios de temperatura podrían ocasionar la muerte de 40 millones de personas de aquí a fin de siglo.
De acuerdo con datos del Índice de Riesgo Climático (IRC), Bolivia es el país de América del Sur más afectado y el décimo con mayor riesgo climático del mundo por los eventos extremos sucedidos en los últimos 20 años. Estudios del año 2020, de Berkeley Earth y el Instituto Agrario Boliviano sobre calentamiento global, establecen que Bolivia ha generado un importante incremento promedio en la temperatura media de 1,1°C.
Por consiguiente, el riesgo al cambio climático en Bolivia es más alto para grupos poblacionales que viven en mayor vulnerabilidad: pueblos indígenas, personas en situación de extrema pobreza, mujeres, niños y niñas, personas con discapacidad y personas que habitan en zonas rurales.
El informe analiza cuatro amenazas a la seguridad humana que han ido adquiriendo mayor prominencia en los últimos años: las desventajas de la tecnología digital, las desigualdades, los conflictos violentos, y la vulnerabilidad de los sistemas de salud para enfrentar los nuevos retos, como la pandemia de la COVID-19.
De acuerdo con datos calculados por el INE, en el contexto de pandemia, la pobreza moderada en el país subió de 37,2% en 2019 a 39% en 2020, sin embargo, los datos de la Encuesta de Hogares para el 2021 muestran una reducción alcanzando el 36,3%. La pobreza está relacionada con el alto nivel de informalidad, el crecimiento de los conglomerados poblacionales en los ámbitos urbanos (80% de la población vivirá en áreas urbanas hasta el 2050), altos niveles de desconfianza institucional y la reinstalación de fracturas sociales (territoriales) históricas.
El informe propone un nuevo marco conceptual que rescata la importancia de la solidaridad como elemento necesario para lograr la seguridad humana. Asimismo, destaca la estrecha relación existente entre la pérdida de confianza y los sentimientos de inseguridad. Las personas con una mayor sensación de inseguridad humana tienen tres veces menos probabilidades de tener confianza en los demás. En Bolivia, el 26% de las personas se sentían preocupadas todo el tiempo por llegar a ser víctima de un delito con violencia y un 32% de los encuestados identificaron sentirse preocupados algunas veces por ser víctimas de un delito con violencia, según datos del Latinobarómetro 2020.
Otras conclusiones novedosas del informe:
- Los países con un desarrollo más alto tienden a beneficiarse más de las presiones ejercidas sobre el planeta y a pagar menos sus consecuencias, destacando el impacto del cambio climático en el aumento de las desigualdades.
- En 2021, a pesar de alcanzarse el PIB más alto de la historia y de la creciente disponibilidad de vacunas contra la COVID-19 en algunos países, la esperanza de vida a nivel mundial se redujo por segundo año consecutivo, con un descenso promedio de 1,5 años si se compara con la tendencia anterior a la pandemia.
- Se aprecian amplias y crecientes diferencias entre los sistemas de salud de los países. Según un nuevo Índice de Universalismo Sanitario (Healthcare Universalism Index) presentado por el informe, entre 1995 y 2017 se produjo un ensanchamiento de la brecha de desigualdad en el ámbito sanitario entre los países con bajo y muy alto desarrollo humano.
El concepto de seguridad humana, dado a conocer originalmente en 1994 en el pionero Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD. Éste introdujo un cambio radical en la manera de pensar sobre la seguridad de las personas, alejándose de la idea de seguridad personal unida exclusivamente a la seguridad territorial y poniendo el énfasis en la importancia de las necesidades básicas, la dignidad, y la protección de las personas a la hora de disfrutar de vidas seguras.
Se puede ver el informe completo aquí.