Estamos viendo día a día lo rápido que puede cambiar nuestro mundo. Los nuevos desafíos repercuten de manera más rápida y más severa, pero cada uno subraya la misma realidad: todos estamos conectados.
A principios de 2022, el mundo se estaba aferrando a un suspiro de esperanza a unos pocos metros de la salida de la pandemia de COVID-19, lo cual podía hacer avanzar hacia la recuperación económica. Pero luego la guerra en Ucrania sacudió al mundo. Cuatro semanas después del conflicto, el sufrimiento humano ha sido y continúa siendo catastrófico.
Las primeras estimaciones del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sugieren que nueve de cada 10 ucranianos podrían verse empujados hacia la pobreza y la vulnerabilidad económica extrema si la guerra continúa. Esto haría retroceder al país y a la región décadas, y dejaría profundas cicatrices sociales y económicas para las generaciones futuras. Ya hemos tenido que aprender una dura lección sobre lo que ya sabemos; en tiempos de emergencia, siempre son las personas vulnerables quienes se llevan la peor parte.
A grandes rasgos, las consecuencias geopolíticas y económicas representan un grave riesgo no solo para Ucrania sino también para la paz y el desarrollo mundiales. Los Estados por sí solos no pueden lograr respuestas eficaces a estos desafíos. La complejidad del camino por recorrer hace que ahora sea más importante que nunca actuar junto, de una. En el contexto de la guerra en Ucrania, el multilateralismo y la cooperación para el desarrollo nunca han sido más importantes. Nuestro camino a seguir debe basarse en objetivos compartidos y una visión común para las personas y por el planeta.
Diseñar una respuesta eficaz para hacer frente a las consecuencias de la guerra en Ucrania para las personas más vulnerables, junto con las pandemias globales y la emergencia climática actual, requiere de una cooperación internacional fuerte y estable. Sin embargo, la asistencia internacional para el desarrollo está gravemente en riesgo. Hay al menos cuatro maneras en las que la crisis en Ucrania podría convertirse en un peligro para el multilateralismo y para la cooperación internacional para el desarrollo.
En primer lugar, la guerra en Ucrania podría contraer la producción económica global, lo que a su vez podría reducir la disponibilidad de financiamiento para el desarrollo, tanto de fuentes públicas como privadas. Un conflicto prolongado en el tiempo y más sanciones económicas interrumpen el comercio mundial y el crecimiento económico, lo que limita los presupuestos de los gobiernos para apoyar las prioridades de desarrollo nacionales e internacionales. De la misma manera, los flujos de capital privado, que ya están bajo presión debido a las interrupciones inducidas por la pandemia, podrían recibir una sacudida adicional como resultado de la disminución de la confianza de los inversores. Esto podría tener efectos en cascada sobre la capacidad de los países. En particular, los que se encuentran en situaciones vulnerables y frágiles para movilizar una financiación adecuada para el desarrollo.
En segundo lugar, mientras la mayoría de los principales países donantes lidian con la crisis de Ucrania, se están produciendo cambios políticos importantes con implicaciones potencialmente significativas para la ayuda internacional. Los aumentos recientes del presupuesto de defensa en Europa en respuesta a los riesgos de seguridad podrían afectar la ayuda internacional y otras líneas presupuestarias. Alemania, Suecia, Dinamarca y Polonia han anunciado un aumento del gasto en defensa del 2 % del PIB o más. Dinamarca ha anunciado la intención de reducir el presupuesto actual de Asistencia Oficial para el Desarrollo (ODA por sus siglas en inglés) de 2022 en USD 300 millones para cubrir los costos de recepción de refugiados de Ucrania. Con el número de refugiados ucranianos ahora por encima de los 6,5 millones y sumando, es probable que la crisis de refugiados que se avecina desvíe una cantidad sustancial de la ODA para cubrir el alojamiento de estos y las necesidades humanitarias relacionadas.
En tercer lugar, el efecto dominó de la crisis de Ucrania en el precio de la energía y las materias primas está yendo mucho más allá de la zona en conflicto. Es probable que el aumento de los precios, junto con el aumento de la inflación y las presiones de la deuda, fomente la inestabilidad y el malestar. Rusia y Ucrania exportan el 30 % de trigo a nivel mundial. La guerra en Ucrania ahora amenaza con provocar una crisis alimentaria mundial. El aumento de los precios del gas también pondrá a los países en desarrollo importadores de petróleo en riesgo de sufrir dificultades económicas y recesión. Mientras tanto, la paz y la estabilidad están en juego.
En cuarto lugar, las consecuencias directas e indirectas de la guerra en Ucrania se suman al ya agobiado sistema de desarrollo multilateral. En diciembre de 2021, la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (UN OCHA por sus siglas en inglés) solicitó un récord de USD 41 mil millones para ayudar a 183 millones de las personas más vulnerables del mundo que sufren múltiples crisis, incluida la pobreza, el hambre, los conflictos y el impacto de la COVID-19. La ONU estima que se necesitarán USD 2,6 mil millones adicionales para la crisis de Ucrania. Con el aumento de las necesidades humanitarias en nuevas crisis y crisis en curso, especialmente en el Yemen, el Afganistán, Somalia, Sudán del Sur y Myanmar, la financiación de las necesidades humanitarias inmediatas supera la inversión en desarrollo a largo plazo. Cualquier recorte adicional a los presupuestos multilaterales de desarrollo socavará la capacidad del sistema de desarrollo para responder a las necesidades.
Dado el impacto de gran alcance de la crisis de Ucrania en el desarrollo internacional a largo plazo, es fundamental que la comunidad internacional incorpore soluciones de desarrollo integradas en el centro de sus propuestas (y no como un simple comentario) de la respuesta global a la crisis en Ucrania.
Mientras tanto, también es importante que la comunidad internacional trabaje con la sociedad civil y otros socios para garantizar que los aumentos presupuestarios en respuesta a la crisis de Ucrania, incluido el gasto militar, no se produzcan a expensas de la financiación para el desarrollo global y la asistencia humanitaria para otras regiones y conflictos.
Ha llegado el momento de que la comunidad internacional reafirme sus compromisos con la paz y el desarrollo mundiales. El respaldo de estos compromisos debe ser un sistema multilateral fuerte y eficaz que pueda defender los valores universales, promover la recuperación mundial e impulsar un futuro sostenible. Es fundamental que el sistema de las Naciones Unidas para el desarrollo mantenga su mandato y presencia universales y conserve su compromiso de quedarse y cumplir incluso en situaciones de crisis difíciles y prolongadas en el tiempo. Y esto no puede darse por sentado: requiere del apoyo e inversión activos y dedicados de los Estados miembros y otros socios.
Para los cientos de millones de personas que no tienen seguridad, donde la vida se vuelve más peligrosa y difícil o incluso en aquellos lugares en los que no se sabe cuándo llegará el próximo plato de comida, se necesita cooperación para el desarrollo. El financiamiento adecuado, flexible y predecible es la primera respuesta, la cual permite que el sistema multilateral de desarrollo garantice que los más vulnerables no se queden atrás.