Diferencial demográfico en Colombia una oportunidad para disminuir la pobreza en Colombia
16 de Junio de 2023
Por Jaime Urrego / Santiago Plata Diaz
¿Sabías que la estructura poblacional en Colombia representa una oportunidad para el crecimiento económico y el bienestar de la población? La progresiva reducción de las tasas de mortalidad y natalidad de las últimas décadas han configurado una particular relación entre grupos de etarios, la cual con adecuadas políticas sociales representan la oportunidad para movilizar las acciones necesarias para reducir la pobreza y mejorar las condiciones la población. En esta entrada, te contamos cómo la demografía es un insumo para complementar las agendas nacionales y locales para la reducción de la pobreza en Colombia.
Estructura poblacional en Colombia
Una combinación de factores, como por ejemplo un mejor acceso al sistema de salud, la urbanización, mayores niveles educativos y participación más igualitaria entre hombres y mujeres en el mercado de trabajo, ha reducido las tasas de mortalidad y natalidad en Colombia. Por grupos edad, se observan cambios demográficos en el tiempo, los cuales se reflejan en los valores absolutos o cantidad de personas en los grupos etarios de las pirámides poblacionales.
Como se observa en la Gráfica 1, las pirámides poblacionales evidencian cambios en la estructura demográfica colombiana. De una estructura piramidal o triangular, en la que predominan los niños y niñas, el país ha transitado a una estructura rectangular, en la que se observa una mayor concentración de la población joven. En futuro, se espera que la mayor cantidad de colombianos y colombianas se encuentren en edades avanzadas, volviendo a una estructura piramidal, pero invertida.
La estructura demográfica es relevante, ya que define la vida social y económica, así como las demandas sociales de la sociedad. Una población en la que predominan los y las jóvenes acarrea una fuerza laboral potencial, que puede aprovecharse si se proporcionan unas condiciones adecuadas para el desenvolvimiento del mercado laboral, de tal manera, que se intensifique la actividad económica, la productividad y se proporcionen mayores oportunidades para la generación de ingresos en los hogares. Poblaciones en las que predominen los niños y niñas, o incluso las personas de edades más avanzadas, tendrán mayores demandas a los sistemas de salud y protección social y con dinámicas menos intensivas en el mercado laboral y la economía.
La estructura poblacional colombiana actual, en la que predominan la población joven, comúnmente se conoce como bono demográfico o ventana demográfica de oportunidades. Más específicamente, desde una perspectiva temporal es una oportunidad para aprovechar la mayor disponibilidad de la población en edad de trabajar en el presente y concentrar las agendas públicas en el mercado de trabajo, la generación de ingreso y el crecimiento inclusivo; al mismo tiempo, permite anticiparse al futuro promoviendo el ahorro y fortaleciendo los sistemas de salud y protección social.
El bono demográfico y las diferencias regionales en Colombia
En el caso de Colombia, el bono demográfico inició alrededor del 2002 y finalizará aproximadamente en el 2047 (como se observa en la siguiente gráfica), lo que implica que en la actualidad el país está en el punto medio de este periodo. Las agendas nacionales y locales deberán diseñar e implementar acciones que permitan encausar las oportunidades que implica una mayor fuerza laboral en el presente, pero también anticipando la futura estructura poblacional.
Ahora bien, las agendas públicas nacional y locales deben considerar las distribuciones territoriales de la población, pues no solamente existe una mayor concentración personas viviendo en determinados lugares del territorio nacional, sino a su vez estructuras poblaciones diferentes. Primero, la población está concentrada principalmente en las zonas urbanas, donde por cada persona que vive en una zona rural, aproximadamente 3,2 personas viven en zonas urbanas. Así, el departamento con mayor población es Bogotá (7.908.281), seguido por Antioquia (6.848.360) y Valle del Cauca (2.638.029). Por otro lado, los departamentos que menor población tienen son Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina (62.269), Guainía (56.551), y Vaupés (46.777).
Segundo, las estructuras poblacionales difieren en el territorio nacional. La prevalencia de la población en edad de trabajar (15 a 65 año) frente a la población inactiva (0 a 14 años y mayores de 65), medida a través de la tasa de dependencia demográfica muestran estructuras poblacionales heterogéneas geográficamente, o lo que equivale a momentos diferentes para aprovechar la fuerza laboral. Una alta tasa de dependencia puede indicar que en la población hay una gran cantidad de personas jóvenes dependientes o mayores, lo cual es importante para el análisis de las dinámicas poblacionales de los departamentos y posteriormente en la formulación de las políticas públicas.
En algunos departamentos está empezando el bono demográfico y otros están más cerca al final; por ejemplo, como se evidencia en la gráfica anterior, mientras que, en departamentos como Antioquia y Bogotá, D.C. ya la población está saliendo del bono demográfico, Chocó apenas está entrando a este periodo. Las políticas públicas que se diseñen e implementen de esta manera deben considerar los diferentes momentos en los que se encuentran los territorios.
Oportunidades para la reducción de la pobreza y la inequidad
Para para reducir la pobreza desde esta perspectiva demográfica es importante considerar la identificación de algunas necesidades de la población, con relación a su momento de transición demográfica.
Primero, teniendo en cuenta que una de las principales potencialidades del bono demográfico se basa en construir unas mejores condiciones para el empleo de los hogares. En el agregado nacional, actualmente la mayor parte de la población entre 15 y 19 años está fuera de la fuerza laboral, lo cual es atribuible a que este grupo etario sea aún una edad escolar. Sin embargo, en edades más avanzadas se observan retos importantes, sobre todo en las desigualdades entre hombres y mujeres. Para las primeras, la población por fuera de la fuerza laboral es más alta, lo cual sugiere la apremiante necesidad de fomentar su incorporación al mercado de trabajo. De allí, que las agendas públicas deban tener un enfoque inclusivo.
Segundo, como se generan mayores oportunidades de empleo, se deben considerar los ingresos y de manera más puntual las necesidades en torno a la pobreza monetaria. Como es de esperarse, una estructura poblacional con una mayor fuerza de trabajo implica mayores oportunidades de generación de ingresos, y por consiguiente hogares menos susceptibles de ser pobres (grafica siguiente). Una situación válida incluso en periodos en los que los hogares vieron comprometidas sus condiciones de vida, como el 2020 y todo lo sucedido con la pandemia por COVID-2019. Claro está aún representa un desafío para los siguientes años pues no se ha llegado a los niveles previos al 2020.
No obstante, mejores condiciones para la generación de ingresos no necesariamente implican una mejor distribución. Por el contrario, territorios con bajas tasas de dependencia demográfica tienen valores para su coeficiente de GINI cercanos a aquellos con las tasas más altas (gráfica siguiente). Por tanto, y casi que, de manera generalizada, que los territorios deben mejorar las condiciones de empleabilidad, proponerse lograr una distribución más equitativa del ingreso y así mejorar las condiciones de vida de los hogares.
Tercero, al tomar en cuenta las últimas mediciones de la pobreza multidimensional en Colombia para los departamentos, de igual manera se observa que una menor incidencia donde hay menores tasas de dependencia (grafica siguiente); pero teniendo en cuenta que las dimensiones en las que los hogares experimentan mayores privaciones es: trabajo informal (72,7), bajo logro educativo (40,9) y rezago escolar (24,3) -en parte derivado de las consecuencias de la pandemia por COVID-19-, se puede afirmar que para el aprovechamiento del bono demográfico implica mejorar las condiciones educativas y de empleabilidad de los hogares.
Por todo lo anterior, que, a partir de la actual estructura poblacional colombiana, las agendas publicas pueden robustecerse si consideran las potencialidades de la fuerza laboral presente y futura, la cual requiere de un enfoque inclusivo, de un mayor capital humano, de mejores condiciones laborales, y de estrategias redistributivas. De esta manera, será posible avanzar en la reducción de la pobreza y las inequidades, desde la planificación de mediano y largo plazo de las políticas públicas sociales.
Consideraciones finales
Los cambios en las estructuras poblacionales tienen impactos económicos y sociales que pueden ser orientados o aprovechados a partir de las agendas públicas. Las políticas pensadas en el presente y proyectada en el futuro es una potente herramienta para la reducción de la pobreza y las inequidades, más aún teniendo en cuenta esta mirada de largo plazo que proporcionan los datos demográficos sobre la vida social y económica, así como las demandas sociales de la sociedad.
Las diferencias territoriales colombianas, sus necesidades puntuales y sus ritmos particulares, comprendidas desde el punto de vista demográfico, generan insumos para avanzar en los derroteros de la Agenda 2030 y sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. Ya bien sea desde el accionar nacional o local, acciones que se concentren en mejorar el empleo, la generación de ingresos, la educación, o el enfoque inclusivo demuestran su capacidad para mejorar las condiciones de vida de la población.
La perspectiva temporal en este caso es fundamental para orientar cada territorio en función de sus necesidades y aprovechar sus potencialidades. Un complemento a los retos y oportunidades que se gestionan en todos los escenarios y contextos en donde se adelantan esfuerzos para reducir la pobreza y la inequidad, satisfacer las necesidades sociales, afrontar el cambio climático y proteger el planeta.