Los cuidados en la agenda de América Latina y el Caribe
12 de Diciembre de 2023
La división sexual del trabajo determina las responsabilidades diferenciadas que se les asigna a las mujeres y niñas, recargándolas de manera desproporcionada, de trabajo de cuidados. La distribución desigual de los cuidados tiene impactos significativos en la vida de las mujeres y, en particular, sobre su autonomía económica: en general, las mujeres participan menos que los hombres en la fuerza de trabajo; y cuando lo hacen, trabajan menos horas remuneradas que los hombres.
Las tasas promedio de tiempo que las mujeres dedican al trabajo no remunerado son de entre 2 y 4 veces mayores que las de los hombres en todos los países. Durante la pandemia, momento en que se visibilizó esta crisis de los cuidados, los países implementaron medidas para reducir los impactos de la misma en la población. Sin embargo, desde una perspectiva de género, éstas no parecieron suficientes: en noviembre de 2021, del total de 766 medidas de protección social y del mercado de trabajo adoptadas en los países de la región, de acuerdo al Rastreador de la Respuesta Global de Género de COVID-19, solo 33 medidas abordaban directamente los cuidados no remunerados -lo que representaba tan sólo el 4% del total-. Aún queda un largo camino que recorrer.
Algunos factores, como la exclusión económica, pueden hacer que las personas sean más vulnerables a la violencia. Por ejemplo, las mujeres cuidadoras no remuneradas, que dependen de otros miembros del hogar para acceder a ingresos, se encuentran en una situación de mayor vulnerabilidad frente a la violencia contra las mujeres y las niñas (VCMN). Año tras año, ésta afecta a millones de mujeres y niñas de todas las edades y condiciones sociales alrededor del mundo. Al menos un tercio de éstas, vivencian situaciones de violencia por razones de género, expresadas en un continuum de manifestaciones, tanto en el ámbito público como en el privado, que pueden culminar en un femicidio/feminicidio. Además, en situaciones de crisis, suelen incrementarse los niveles de VCMN y reforzarse los roles de género.
Para hacer frente a esta situación se requieren acciones en múltiples frentes, incluyendo el reconocimiento del trabajo no remunerado de cuidados y doméstico y su reducción y redistribución a través de, entre otras cosas, un mayor acceso a los servicios de cuidados.
Como indica el Informe de Desarrollo Humano de PNUD, las múltiples crisis e incertidumbres que enfrentamos en la región pueden ser una oportunidad para el cambio estructural. En particular, resulta necesario repensar los sistemas de protección social para que contribuyan a garantizar el derecho al cuidado. Esto es clave para poder abordar las relaciones desiguales entre hombres y mujeres.
Actualmente el PNUD colabora con socios en la región a fin de enfrentar estos desafíos y avanzar hacia una nueva organización social del cuidado que sea justa e igualitaria, promoviendo el desarrollo de políticas y sistemas integrales de cuidados en la región. Algunos ejemplos son la implementación de la herramienta de Georreferenciación de Cuidados que analiza información sobre la oferta y demanda de servicios de cuidado en un determinado territorio. La aplicación de la herramienta de costeo de servicios de cuidados, a su vez, permite explorar escenarios de servicios de cuidado y transferencias con distintos niveles de cobertura en los países de la región.
Así mismo, desde PNUD se brindó apoyo a Panamá en el establecimiento de una ruta crítica para construir un sistema integral de cuidados; a El Salvador en la implementación de su sistema de protección social; a República Dominicana en la construcción de un sistema de protección social con perspectiva de género; a Perú en la elaboración de un marco conceptual sobre cuidados, y a Bolivia en el desarrollo de un proceso de diagnóstico de la calidad de programas y actividades de servicios de cuidado a nivel estatal y privado en las principales ciudades del país.
El logro de una sociedad del cuidado implica adoptar un abordaje integral que considere el cuidado de las personas, de la sociedad y del planeta. De igual forma, se requiere poner en el centro el reconocimiento, la redistribución, y la reducción del trabajo de cuidados no remunerado para garantizar el derecho al cuidado y avanzar hacia el logro de la igualdad de género.
Por parte del PNUD existe un compromiso firme de continuar apoyando a los países de la región en la implementación y consolidación de sus sistemas nacionales y locales de cuidados, de acuerdo con los lineamientos de la Estrategia Regional de Igualdad de Género 2023-2025 del PNUD para América Latina y el Caribe, contribuyendo así al desarrollo de sociedades sostenibles, igualitarias y seguras para todos y todas.