El país necesita un enfoque holístico para establecer las bases de la autosuficiencia, la paz y el desarrollo sostenible
Sudán del Sur, la nación más joven del mundo, se encuentra en un momento decisivo
9 de Julio de 2024
El primer día de la independencia de Sudán del Sur estuvo lleno de esperanza. Recuerdo a las multitudes vitoreando en las calles, ondeando con orgullo la nueva bandera del país. 13 años después, sigue siendo la nación más joven del mundo. Sin embargo, apenas en su adolescencia, ya ha enfrentado desafíos enormes.
En el corazón de los desafíos del país se encuentra una crisis humanitaria de dimensiones alarmantes. Se estima que siete millones de los 12,4 millones de personas sufrirán niveles críticos de hambre este año, mientras que nueve millones necesitan ayuda humanitaria urgente. La gravedad de la situación es innegable.
Una de cada diez personas no tiene acceso a electricidad. El 70 % no puede acceder a atención médica básica. Son derechos humanos fundamentales que la gran mayoría de la población vive sin disfrutar.
Cuando visité el país en marzo, presencié esto de primera mano. Conocí a mujeres y niños desplazados por el conflicto, algunos por segunda vez en sus vidas, en un centro de tránsito en la ciudad de Malakal. No tenían absolutamente nada y dependían por completo de la ayuda humanitaria. Su situación aún resuena en mi mente y corazón.
La ayuda humanitaria por sí sola no puede resolver la compleja red de desafíos que enfrenta Sudán del Sur. Se requiere un enfoque holístico que siente las bases para la autosuficiencia, la paz y el desarrollo sostenible.
Al conmemorar este aniversario, Sudán del Sur se encuentra en un momento clave en su proceso de construcción nacional.
Con el proceso de elaboración constitucional en curso y las elecciones en el horizonte, las acciones que tomemos hoy definirán la trayectoria del país para las generaciones futuras. Debemos fortalecer las instituciones, promover la estabilidad y empoderar a los jóvenes, quienes son la fuerza impulsora detrás de las aspiraciones de progreso y prosperidad de la nación.
Es fundamental el empoderamiento de mujeres y niñas, quienes enfrentan desafíos y vulnerabilidades desproporcionadas debido a los conflictos, los desplazamientos y el cambio climático. La violencia de género, el matrimonio infantil y las alarmantes tasas de mortalidad materna destacan la necesidad urgente de intervenciones que prioricen los derechos y la dignidad de mujeres y niñas.
Cuando estuve allí, conocí a jóvenes mujeres en Malakal que me contaron sobre los obstáculos que enfrentan a diario: desde preocupaciones por su seguridad, hasta sentirse incapaces de hablar sobre sus sueños y aspiraciones o ser privadas de oportunidades laborales.
No debería ser así.
En el PNUD estamos enfocados en mejorar la vida de mujeres y niñas. Me impresionaron los tribunales en la capital, Juba, que se centran en abordar específicamente la violencia contra las mujeres, establecidos con nuestro apoyo. También estamos trabajando para garantizar la inclusión de las mujeres en los procesos de construcción de paz, promoviendo la igualdad de género y creando oportunidades para que las mujeres y los jóvenes prosperen.
Sin embargo, queda mucho por hacer.
Con el 75 % de la población compuesta por jóvenes, estos representan tanto el mayor desafío como el activo más prometedor de Sudán del Sur. No invertir en la juventud equivale a descuidar el futuro del país en sí mismo, un riesgo que no podemos permitirnos.
Es crucial escuchar sus voces, fomentar sus aspiraciones y desatar su potencial.
Sudán del Sur se encuentra en un momento crucial.
Con el apoyo adecuado, el país tiene el potencial de forjar un futuro marcado por la esperanza, mayor prosperidad y estabilidad para todas las personas. De lo contrario, se acentuaría una crisis ya profunda y prolongada.
Sudán del Sur no puede recorrer este camino solo. Necesita el respaldo de la comunidad internacional para superar los numerosos desafíos a los que se enfrenta. Se necesita con urgencia un aumento del apoyo al desarrollo; uno que ayude a las personas a romper el ciclo de crisis y construir vidas más seguras, estables, resilientes y sostenibles.
Espero volver dentro de diez años y ver a las familias que conocí en el centro de tránsito de Malakal. Y para entonces, espero que estén establecidas pacíficamente, que sus hijos hayan crecido y estén saludables, y que cuenten con ingresos estables y acceso a los servicios que necesiten.
Así es cómo se pone de manifiesto el desarrollo.