La digitalización se ha convertido en un espejo que refleja las desigualdades estructurales en Panamá
Mundos paralelos
2 de Septiembre de 2024
Panamá es un país marcado por profundas desigualdades, donde dos realidades paralelas exponen las fracturas estructurales que lo atraviesan. Mientras un sector privilegiado de la población disfruta de acceso ilimitado a las tecnologías más avanzadas y acumula riqueza a un ritmo vertiginoso, otro segmento lucha diariamente por satisfacer necesidades tan básicas como el agua potable, la electricidad, el saneamiento, la atención médica y una educación de calidad.
En un mundo donde la modernidad y la tecnología avanzan a una velocidad sin precedentes, la falta de acceso a herramientas digitales no solo perpetúa, sino que intensifica estas divisiones sociales, creando una brecha digital y socioeconómica considerable.
La Revolución Digital ha transformado el mundo de maneras impensables, ofreciendo oportunidades nunca vistas. Sin embargo, en Panamá, esta revolución también ha exacerbado las desigualdades ya existentes. El segundo cuaderno del Informe Nacional de Desarrollo Humano 2024 sobre digitalización resalta un desafío importante: el 40% de los panameños aún no cuenta con acceso regular a un internet estable. Esta situación afecta especialmente a las comunidades más vulnerables, como aquellas en situación de pobreza o en zonas rurales, donde la conectividad sigue siendo limitada.
Esta disparidad tecnológica tiene un denominador común. Los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC) de Panamá subrayan una realidad inquietante: la concentración de la riqueza en el país es asombrosamente desigual. El 10% de los hogares más ricos controla cerca del 50% de los activos nacionales, mientras que la mitad más pobre apenas posee un 5%. Esta disparidad se refleja en un acceso desigual a recursos vitales, incluyendo la tecnología.
Desigualdades
La digitalización, que en teoría debería ser una poderosa herramienta para democratizar el acceso a la información, se ha convertido en un espejo que refleja las desigualdades estructurales de Panamá. En las zonas urbanas más prósperas, se discute sobre Inteligencia Artificial y se instalan redes de alta velocidad, mientras que, en muchas comunidades rurales, el acceso a servicios esenciales como la electricidad o el agua potable sigue siendo una lucha diaria.
A pesar de que, según datos del INEC (2023), el 70% de los hogares en Panamá tiene acceso a internet, el uso de la web por parte de los panameños y panameñas (61.3%) queda por debajo del promedio de América Latina (73.9%). Además, las desigualdades tecnológicas se acentúan por cuestiones de género, con las mujeres enfrentando mayores obstáculos para acceder y dominar las herramientas tecnológicas avanzadas.
Este panorama plantea desafíos críticos, pero a su vez, grandes retos para el futuro de Panamá. La falta de acceso a la tecnología e internet limita drásticamente la capacidad de la población para integrarse en la economía digital, acceder a servicios públicos en línea y adquirir las competencias necesarias para competir en un mercado laboral que exige cada vez más.
Motor de progreso y desarrollo
Por ello, este escenario nos brinda oportunidades valiosas de utilizar la tecnología para promover la formalización de los pequeños negocios, invertir en la economía plateada— el desarrollo de productos y servicios digitales para los adultos mayores —, fortalecer el ecosistema de startups nacionales y fomentar el emprendimiento de mujeres en el mundo digital.
Cerrar esta brecha es una tarea urgente y necesaria. El país puede implementar nuevas políticas y programas que contribuyan a acelerar el desarrollo para todos sus ciudadanos y ciudadanas. Promover la alfabetización digital, expandir la infraestructura tecnológica en las áreas rurales y desarrollar competencias tecnológicas en todos los segmentos de la sociedad son pasos esenciales para garantizar un futuro más justo y sostenible.
La Revolución Digital en Panamá tiene el potencial de ser un motor de progreso y desarrollo para todos y todas. Sin embargo, para que esto se convierta en realidad, es imperativo que las políticas y los esfuerzos sociales se orienten hacia la superación de las brechas que hoy dividen al país en dos mundos paralelos. Debemos, sobre todo, seguir apostando por el desarrollo de capacidades de la juventud, para garantizar su competitividad futura y su inserción en el mercado laboral.
El futuro de Panamá depende de nuestra capacidad para construir un puente entre estas realidades y asegurar que todos los panameños y panameñas tengan la oportunidad de participar y beneficiarse de la era digital.
El futuro de Panamá depende de nuestra capacidad para construir un puente entre estas realidades y asegurar que todos los panameños y panameñas tengan la oportunidad de participar y beneficiarse de la era digital.María del Carmen Sacasa, Representante PNUD Panamá