El acceso desigual a la tecnología en Panamá refleja una brecha digital que divide al país
Transformación digital para el desarrollo
18 de Septiembre de 2024
Milagros Suira, una joven panameña de 24 años se dedica a acortar brechas en comunidades rurales. Desde 2017 Milagros ha llevado esta tecnología a comunidades indígenas como Soloy y Kankintú, en la Comarca Ngöbe Buglé, y a diversas áreas de la provincia de Chiriquí, ubicada al occidente de Panamá. A través de experiencias inmersivas, ha enseñado ciencia e historia. Sin embargo, el mayor reto para ella en esta labor es la falta de acceso a internet y electricidad, una barrera que limita el impacto de iniciativas como las suyas.
El acceso desigual a la tecnología en Panamá refleja una brecha digital que divide al país en dos realidades. En áreas urbanas, ocho de cada 10 hogares tienen acceso a internet (80%), pero en zonas rurales, el porcentaje desciende al 46%. En ese sentido, el Informe Nacional de Desarrollo Humano 2024 (INDH) que analiza el impacto de transformación digital en el desarrollo humano indica que solo el 31.5% de los estratos socioeconómicos más bajos están conectados, frente al 85.5% de los estratos más altos.
Esta disparidad tiene implicaciones profundas: mientras los jóvenes de las ciudades desarrollan habilidades tecnológicas que los preparan para la economía digital y el mercado laboral, solo el 30% de sus pares rurales tienen acceso a formación en herramientas digitales. La diferencia es aún más marcada entre hombres y mujeres. Las mujeres enfrentan mayores obstáculos para acceder a competencias complejas, como programación, perpetuando desigualdades estructurales. La etnia indígena sufre las mayores desigualdades.
Según el INDH 2024, la razón principal para los estratos bajos y medios para la no adquisición de tecnología es la falta de recursos; la prioridad en el uso de sus escasos ingresos para satisfacer las necesidades básicas, como la alimentación o la salud o la educación de las niñas y los niños. La adquisición de tecnología digital y el acceso a Internet no representan una prioridad, profundizando aún más la exclusión de la sociedad futura.
Sin embargo, las brechas también pueden ser puentes. Por ejemplo, al implementar la realidad virtual en comunidades como Bisira, Milagros descubrió el potencial de la realidad virtual para despertar el deseo de aprender en niños y niñas.
Las mujeres enfrentan mayores obstáculos para acceder a competencias complejas, como programación, perpetuando desigualdades estructurales. La etnia indígena sufre las mayores desigualdades.
Otra iniciativa destacada es la liderada por Víctor López, profesor de la Universidad Tecnológica de Panamá en conjunto Arletty Pinel, fundadora de la Comunidad Plateada del corregimiento de Bethania en ciudad de Panamá. Este proyecto enseña alfabetización digital a adultos mayores, permitiéndoles acceder, por ejemplo, a servicios de salud en línea. Estos casos muestran cómo la tecnología puede expandir las fronteras de la educación y convertirse en medio de inclusión de poblaciones prioritarias como los adultos mayores y los pueblos indígenas.
A medida que Panamá avanza hacia la transformación digital, la infraestructura es solo parte del desafío. Crear políticas inclusivas que prioricen a las comunidades rurales y promuevan la equidad de género en habilidades digitales es esencial. Además, iniciativas como las de Milagros y Arletty evidencian que el enfoque debe ser holístico, combinando tecnología con formación y empoderamiento comunitario.
Lea el informe completo:
Cuaderno II Transformación digital para el desarrollo humano