Los impactos de la pandemia del coronavirus no han sido neutrales frente al género. La crisis provocada por la irrupción del COVID-19 exacerbó las brechas existentes y profundizó la situación de vulnerabilidad de mujeres y niñas en América Latina y el Caribe.
Ante los desafíos generados por la expansión del virus, los gobiernos de la región han respondido mediante una variedad de políticas enfocadas en los riesgos específicos que afectan a mujeres y niñas. Nuestro documento Los impactos del COVID-19 en la autonomía económica de las mujeres en América Latina analiza las medidas sobre autonomía económica e igualdad de género adoptadas frente a la pandemia. El trabajo ofrece un relevamiento cuantitativo y cualitativo de las intervenciones sobre seguridad económica y las tareas de cuidado no remuneradas, basadas en la información recopilada por el Rastreador Global de Respuestas de Género hasta el 29 de septiembre de 2020.
El Rastreador incluye 2517 medidas adoptadas en el mundo, de las cuales el 39% son fueron clasificadas como sensibles al género. De las iniciativas destinadas a mejorar la seguridad económica, la gran mayoría de las políticas implementadas han sido medidas de protección social. Una cantidad menor de acciones se orientó al mercado de trabajo y fueron casi nulas las políticas destinadas al apoyo económico y fiscal de sectores feminizados de la economía, a las trabajadoras de casas particulares y al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado.
América Latina es la región que más medidas sensibles al género registra en el Rastreador y su variedad refleja una sensibilidad creciente frente a las problemáticas de género. No obstante, nuestro análisis muestra que la intervención de los gobiernos ha sido limitada en la cantidad de políticas implementadas, fragmentaria respecto de las áreas abordadas y heterogénea en términos de su alcance.
Estudios recientes dan cuenta del deterioro de los indicadores de género vinculados a los altos niveles de informalidad, la caída del empleo y los mayores obstáculos para la reinserción laboral que enfrentan las mujeres, la acumulación de tareas de cuidado y la epidemia silenciosa que representa la expansión de la violencia basada en el género. Los datos indican que si no se ponen en marcha medidas específicas y se fortalece la perspectiva de género en la respuesta a la pandemia, para cuando esta concluya, la situación de las mujeres se habrá deteriorado, retrotrayendo los resultados de décadas de esfuerzo.
Los desafíos planteados por la crisis reafirman la necesidad de reforzar la focalización de políticas en la empleabilidad de las mujeres y los sectores feminizados de la economía. También resulta clave el apoyo de los mecanismos de avance de las mujeres para promover una mayor integración de las iniciativas contra la violencia de género con las destinadas a la seguridad económica y el reconocimiento, reducción y redistribución del trabajo doméstico y de cuidados no remunerado.
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