Por: Cristhian Parra, Mónica Rios, Gustavo Setrini, Claudia Montanía* y Alejandra Balbuena*
Un día en la vida de los recicladores de base del Barrio San Francisco - Parte I
13 de Julio de 2021
¿Qué desafíos enfrentan las personas que articulan la recolección y/o separación diferenciada de residuos para responder a la demanda de una mejor gestión de residuos en Asunción? ¿Cómo podemos mejorar su calidad de vida e incrementar el volumen de reciclables que recuperan? ¿Cómo respondemos a estas preguntas a través de un proceso participativo de mejoramiento productivo que incorpore la mirada de los recicladores mismos y responda a sus desafíos, valores y expectativas? Desde mediados del 2020, el #AccLabPY acompaña la experiencia diaria del reciclaje en Asunción desde la perspectiva de sus protagonistas: los recicladores de base. En este artículo, te contamos cómo encaramos estas preguntas y qué aprendimos de la inteligencia colectiva[1] que emerge al mapear juntos un día en la vida de los recicladores del Barrio San Francisco.
La recuperación de reciclables como servicio
La acción colectiva del reciclaje compromete las relaciones de confianza entre las personas que habitan la ciudad, y se inicia en cada hogar, empresa o institución que representa un punto de origen para los residuos sólidos urbanos. Pero para llevar el reciclaje a la escala que necesitamos, no basta con separar los residuos adecuadamente en origen, sino que necesitamos que lleguen a donde efectivamente se reciclan: el cartón de esa caja vieja que desechamos tiene que llegar hasta la corrugadora que la utiliza como materia prima para un nuevo producto.
En Asunción, como en muchas otras ciudades de Latinoamérica, la recolección diferenciada no forma parte de los servicios públicos ni privados de recolección municipal. Pero la demanda de este servicio sí existe: hay empresas que utilizan reciclables como materia prima e intermediarios que realizan la compra de estos insumos para hacerlos llegar a dichas empresas. Este servicio es proveído por recicladores de base y trabajadores informales que día a día recorren la ciudad para recuperar aquello que se puede reciclar.
Para mejorar el sistema de manejo de residuos, es clave conocer la experiencia de estos protagonistas esenciales del reciclaje y su experiencia. Nuestro viaje hacia un reciclaje más inclusivo y productivo se inicia en el barrio San Francisco en colaboración con la Asociación de Recicladores que nace en el año 2019, y a la cual el proyecto Asunción Ciudad Verde de las Américas del PNUD acompaña desde entonces con el fin de fortalecerla e integrarla a los procesos de planificación de la futura planta de reciclaje del barrio.
A principios del 2020, para aprender desde su mirada, comenzamos conversando de manera casual con recicladores y residentes del barrio, descubriendo juntos los factores que influencian su trabajo. "Todos son muy buenos vecinos aquí. En mi manzana tenemos una mezcla de Zeballos y Chacarita”, nos comentaba una residente originaria del Barrio Zeballos Cue. “Nosotros nos hallamos cuando vemos la basura separada… enseñamos a las personas a separar”, nos comenta uno de los recicladores; pero también, “necesitamos saber dónde hay escala, tenemos que mostrar que hacemos volumen para conseguir mejores precios”, nos comenta otro.
En entrevistas con trabajadores sociales que acompañaron la formación de la comunidad y a sus residentes, reubicados desde dos barrios vulnerables de la capital, aprendimos más sobre las dinámicas de relacionamiento comunitario y sus desafíos, como las tensiones que surgieron entre residentes por la acumulación de residuos en los hogares de recicladores. El surgimiento de la asociación responde a estas dinámicas, así también como a la necesidad de coordinar su formalización para la recepción de donaciones o el trabajo coordinado con empresas y otras instituciones. Las mismas dinámicas y tensiones incentivaron también la integración de espacios para la separación en el diseño de la futura planta de reciclaje.
“Un día en la vida”
“Cuando recorremos, dibujamos una figura de zigzag entre las casas, recolectando todo lo reciclable de las bolsas que están en las calles, hasta llegar de nuevo a nuestro barrio”, nos cuenta otro de los recicladores de la Asociación.
“No conocemos a la gente que vive en los lugares que visitamos. De unos 200 hogares en Villamorra, tal vez 2 separan sus residuos, y lo hacen principalmente porque no quieren que nadie les rompa la bolsa”.
Estos testimonios los recogimos durante un taller en el que profundizamos el aprendizaje mutuo a través de la herramienta “Un día en la vida”, que mapea colaborativamente y en detalle las rutinas individuales del trabajo y la vida personal de los participantes que tuvieron lugar durante el día anterior al taller. La herramienta busca facilitar un aprendizaje mutuo y empático, permitiendo especificar las actividades y dinámicas de relacionamiento diario entre recicladores, su barrio y las comunidades a las que sirven. En el proceso, emergieron los principales desafíos y preocupaciones que enfrentan a diario, en una ciudad que no valora el servicio que ofrecen, a pesar de su alta contribución ambiental y social.
“Una vez una señora me encontró explorando una bolsa que otro había roto y me miró mal”
“Algunas zonas con guardias no nos permiten hacer nuestro trabajo”
“Mucha gente nos reta, por tocar la basura o molestar en el tráfico”
A través de este ejercicio, mapeamos 223 horas de la vida de 10 recicladores y recicladoras que forman parte de la Asociación. Una clasificación detallada de estas horas revela un perfil diario de mucha riqueza y diversidad. Aproximadamente, 42% de cada día se destina al trabajo asociado al servicio que ofrecen a la gestión de residuos del AMA. Eso representa una jornada laboral de aproximadamente 10 horas diarias.
Un aprendizaje clave fue cómo las tareas de cuidado forman un eje central de casi todas las hojas de vida. “A mí me gusta ser reciclador porque tengo flexibilidad y puedo buscar a mis hijos de la escuela”, nos decía uno de los recicladores de la Asociación al completar la hoja y notar que las pausas en sus recorridos se correspondían con esa actividad.
Un día de aprendizajes
Mapeando “un día en la vida” pudimos construir colaborativamente el perfil aproximado de los recicladores y las recicladoras del Barrio San Francisco.
Perfil aproximado del reciclador del Barrio San Francisco construido en base al análisis de las experiencias de vida recolectadas durante el taller y otras actividades en la comunidad.
También pudimos identificar los desafíos comerciales y logísticos que enfrentan a diario, entre ellos:
- La ubicación del barrio San Francisco, en relación al territorio donde trabajan, resulta en distancias importantes que se traducen a costos de combustible que no cubrían antes de trasladarse al nuevo barrio, limitando enormemente, además, la productividad y ganancia de quienes realizan los recorridos caminando.
- Las empresas recicladoras imponen condiciones que los recicladores no pueden cumplir: desde exigir (1) cantidades mínimas superiores a lo que pueden acumular, hasta (2) establecer estándares de calidad que cambian de manera arbitraria o que los recicladores desconocen.
- Estas limitaciones les resta poder de negociación y los lleva a vender a precios inferiores que los de mercado a intermediarios con mayor capital que si pueden cumplir las condiciones de las empresas recicladoras, alejándolos aún más de la relación con dichas instituciones, desincentivando la exploración de opciones que agreguen valor a los reciclables recuperados o adopten prácticas cooperativas para el mejoramiento productivo.
Siguientes Pasos
Nuestro mapeo participativo visibiliza las experiencias y desafíos de la Asociación y señala la necesidad de fortalecimiento organizacional y de relacionamiento entre los miembros. En la parte 2 de este artículo, vamos a contarles cómo profundizamos el aprendizaje a través de una serie de entrevistas y de unas semanas de mapeo detallado de rutas y experiencias, acompañando a los recicladores durante un día completo de sus actividades. Exponer la información generada de forma tangible, útil, e interactiva no solo ayuda a promover el concepto de recursos colectivos y prácticas cooperativas dentro de la asociación, sino que también permite nuevas sinergias, como la generada con el piloto de Mi Barrio Sin Residuos, que inició sus servicios en 5 barrios seleccionados a partir de los aprendizajes que emergen del mapeo interactivo que presentaremos en la siguiente entrega.
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Referencias:
[1] En su inicio, este Proyecto utilizó herramientas de la Guía de Inteligencia Colectiva de NESTA para definir el alcance de las actividades de nuestro ciclo de aprendizaje sobre Reciclaje Inclusivo.
*Colaboraciones:
Claudia Montanía: Ph.D. en Economía por la Universidad de Extremadura, España, e investigadora afiliada del Regional Economics Applications Laboratory de la Universidad de Illinois, Urbana-Champaign. Desde agosto de 2020 apoya al equipo del Laboratorio de Aceleración como consultora independiente, colaborando en tareas de análisis de datos y de investigación de base.
Alejandra Balbuena: Estudiante del programa de Maestría en Estudios Latinoamericanos (con foco en Gobernanza Ambiental y Resiliencia) de la Universidad de Nuevo México. Voluntariamente colabora en esta serie preparando, revisando y traduciendo borradores que resumen los insumos que alimentan este trabajo.