Aroa Santiago: “Las desigualdades de género en la economía son síntomas de un problema estructural”

La especialista en economías inclusivas del PNUD explica cuáles son las barreras que enfrentan las mujeres en el sector económico y cómo se puede contribuir al cierre de estas brechas en la región.

29 de Mayo de 2024

 

Por Daniella Toce y Diana Bueno

 

Las profundas desigualdades que enfrentan las sociedades, a nivel mundial, se manifiestan también en el sistema económico. Un claro ejemplo de ello es que el 1% de la población más rica posee más fortuna que las personas que viven en situación de pobreza: entre 2019 y 2021, según Oxfam, captaron el 63% de la riqueza mundial. 

Sin embargo, estas brechas no solo existen entre personas ricas y pobres, sino que también las hay, y se profundizan, por razón de género.  Una manifestación de esto se refleja en la feminización de la pobreza: al 2022, por cada 118 mujeres en situación de pobreza y 120 en pobreza extrema, existían 100 hombres que vivían en condiciones similares, de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL). De este modo, estas y otras disparidades propician y limitan que la población femenina pueda desarrollarse plenamente y participar del sistema económico en igualdad de condiciones. 

Conversamos con Aroa Santiago, líder del Equipo sobre economías con igualdad de género del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), sobre las barreras que enfrentan las mujeres para su inclusión al sistema económico, así como la importancia de promover sistemas de cuidados integrales en la región. 

¿Cómo se manifiesta la desigualdad de género en el ámbito económico? 

En el sector económico existen muchas desigualdades de género. La brecha salarial es una de ellas, ya que muchas veces las mujeres y hombres cobran diferentes salarios por el mismo trabajo. También vemos que ellas ocupan las posiciones peor remuneradas, tienen trabajos más inestables, inseguros e informales, así como su participación laboral en puestos directivos es inferior a la de los varones. Asimismo, estas desigualdades se manifiestan en la feminización de la pobreza, porque son las mujeres quienes suelen tener índices de pobreza mayores que el de los hombres. 

Debemos considerar que todas estas desigualdades son síntomas de un problema más estructural, puesto que la economía en realidad está creada por los seres humanos y, por lo tanto, este sistema refleja las normas sociales, cómo el gobierno organiza las economías y cómo se deben distribuir los cuidados de las infancias, personas adultas mayores y personas con discapacidad. 

Las normas sociales, por ejemplo, se ven reflejadas cuando se espera que una mujer vaya al banco junto a su esposo, porque suponen que él es la cabeza del hogar y quien controla el dinero. Por eso, las ambiciones de los hombres y mujeres varían en función de estas normas. 

En cuanto a los gobiernos, según el Banco Mundial, hoy en día hay 176 países que aún tienen leyes que impiden que las mujeres tengan las mismas oportunidades económicas que los varones. 

Finalmente, un aspecto fundamental de estas desigualdades en la economía es que se espera que sean las mujeres quienes se encarguen de las tareas de cuidado. Cuando ocurre esto, sus oportunidades económicas se reducen, por lo que necesitamos una distribución equitativa para que la economía también pueda ser igualitaria. 

Sobre los sistemas de cuidado, ¿por qué son importantes para nuestras economías y qué características deben tener para ser efectivas? 

Expandir los sistemas de cuidados es fundamental para esta nueva reconfiguración de las economías. Las economías igualitarias de género comprenden que los sistemas de cuidados son un elemento fundamental para la sociedad. Por eso, es importante no considerar a los cuidados como una carga o como algo que las mujeres deberían de dejar de hacer.  

En ese sentido, necesitamos que se redistribuyan los cuidados de una forma más equitativa entre hombres y mujeres, comunidades, sector privado y los gobiernos. Un elemento fundamental de un sistema integrado de cuidados es la coparticipación conjunta de todos estos agentes. Otro elemento crucial es considerar las necesidades no solo de la persona cuidada, ya sea si es un(a) infante, persona adulta mayor o con discapacidad; sino también las de los cuidadores y cuidadoras. 

Hemos visto en diversos países que un sistema integral de cuidados no solo trae consigo beneficios sociales, sino también económicos. Un caso concreto es el de Sudáfrica, ya que cuando el gobierno expandió este sistema logró que la participación laboral de las mujeres aumentara un 9%. 

Por lo tanto, un sistema de cuidados integral funciona de manera efectiva cuando funcionan, de manera coordinada, las políticas laborales, de protección social y de flexibilidad del tiempo. 

¿Cuál es la relación entre las finanzas públicas y privadas, y la igualdad de género? 

Las finanzas en realidad determinan e influyen en la sociedad y economía que queremos construir. En muchas ocasiones vemos que los gobiernos, junto a las sociedades, o la comunidad global tienen grandes objetivos para alcanzar la igualdad de género, sin embargo, no están acompañados de la inversión necesaria.  

Por eso, es fundamental que reflexionemos sobre cómo podemos redirigir las finanzas, tanto para la financiación pública como la privada, a fin de invertir en igualdad de género.  

Aquí es importante que consideremos hacia dónde van los flujos financieros y a quiénes benefician. Medir la prosperidad económica con el Producto Bruto Interno (PBI) no es válido. Por ello, desde el PNUD pensamos que es necesario mirarlo desde un enfoque multidimensional, donde la acumulación de la riqueza no sea un elemento fundamental para medir la prosperidad de un país.  

Por otro lado, debemos mirar cómo están estructuradas las finanzas, ya que influye a que existan comportamientos discriminatorios, pero también al empoderamiento de las mujeres. Un ejemplo de ello es el modo en que se recogen y estructuran los tributos, porque pueden desincentivar que, en un hogar, la mujer se incorpore al mundo laboral, pero también puede incentivar que pase del sistema informal al formal. 

 
 

¿Cómo el manejo del sistema tributario fomentaría las desigualdades de género? 

Un ejemplo claro son los tributos sobre la renta, porque influyen directamente en la toma de decisiones dentro de un hogar. En muchas ocasiones, las mujeres que no representan el ingreso principal del hogar pagan más de lo que deberían al unirse en una declaración conjunta de la renta. Así, se desincentiva a que las mujeres se incorporen en el mundo laboral.  

Existen estereotipos de género, además, en las rentas y las ayudas sociales que perjudican a las mujeres. De hecho, hay estudios que demuestran cómo en ciertos países, una vez que el Gobierno aplica los tributos a cada individuo y a las transferencias sociales, las mujeres son mucho más pobres, que con anterioridad a la intervención del gobierno, aumentando así las brechas en la pobreza entre hombres y mujeres. 

¿Cómo vienen trabajando desde el PNUD para contribuir con la inclusión financiera de las mujeres? 

Para fomentar la inclusión financiera, el PNUD trabaja con los gobiernos regionales, nacionales y el sector privado. En el año 2023 ayudamos a que 28 millones de mujeres accedieran a financiación económica. 

En el caso de Perú, trabajamos en conjunto con los gobiernos regionales, locales y el sector privado. Un ejemplo maravilloso es la iniciativa Innova tu mercado, el cual, desde un enfoque multidisciplinar e integrado, busca promover la inclusión financiera y mayor participación de mujeres comerciantes a través de la digitalización, lo que permite que puedan percibir mejores ingresos y, por ende, su calidad de vida mejore.