Los jóvenes marginados, que no tienen sustento económico ni oportunidades de empleo, son grupos vulnerables. Las dificultades económicas, junto con la falta de oportunidades para participar de forma significativa en la sociedad, ponen a los jóvenes en riesgo de sufrir exclusión social de largo plazo, lo cual compromete la cohesión social en el país y puede conducir a la inestabilidad política. Con el paso de los años, la desigualdad ha servido de base a un sinnúmero de reclamaciones, y la falta de alternativas económicas ha exacerbado las crecientes desigualdades que sufren los pobres y vulnerables, en particular los jóvenes y las mujeres. Dos cuestiones fundamentales en la resiliencia son la recuperación de las crisis provocadas por conflictos y una mayor capacidad de preparación y manejo de las consecuencias de los desastres naturales.