Qué se necesita para el éxito del nuevo fondo de "pérdidas y daños"

El acuerdo es un punto de inflexión en el reconocimiento de las grandes desigualdades de la crisis climática

22 de Noviembre de 2022
UNDP Pakistan floods

Las recientes inundaciones en el Pakistán cubrieron un tercio del país y provocaron consecuencias devastadoras para las familias y la economía.

Foto: PNUD Pakistán / Shahzad Ahmad

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2022, conocida como la COP27, puede llegar a recordarse por las oportunidades perdidas; por ejemplo, la de avanzar en compromisos para limitar el aumento de la temperatura 1,5 ºC, la de afianzar el discurso sobre la reducción del uso de combustibles fósiles, o la de subsanar la brecha en los esfuerzos de adaptación.

No obstante, la COP27 también se la recordará merecidamente por el acuerdo sobre un histórico fondo de “pérdidas y daños” por los efectos del cambio climático en los países en desarrollo. Este compromiso tan difícil de alcanzar constituye un punto de inflexión en el reconocimiento de las enormes desigualdades de la crisis climática.

Por primera vez en 30 años de conversaciones sobre el clima, los países desarrollados brindarán financiamiento para la recuperación y reconstrucción de los países más pobres afectados por los desastres asociados al clima. Para el primer flujo de fondos, las naciones europeas han prometido más de 300 millones de dólares de los Estados Unidos (USD).

El fondo servirá para apoyar a los países más vulnerables, mientras que los de ingresos medianos que se encuentren más castigados también pueden solicitar esta ayuda. Un “comité de transición” conformado por 24 países elaborará las recomendaciones que los países podrán adoptar en la cumbre del clima de noviembre de 2023, la COP28.

Ahora viene lo más difícil: establecer un fondo y dotarlo de financiamiento. Resta todavía ahondar en los detalles de los mecanismos y la gestión institucional, y determinar y ampliar las nuevas fuentes de financiamiento. Los siguientes pasos son fundamentales.

 

  1. Cuantificación. Lo primero que se debe decidir es cuánto recibirán los países en concepto de pérdidas y daños. ¿Se destinarán los fondos a cuantificar las pérdidas y los daños acumulados en un período específico, o lo que se estime de forma anual? ¿El valor actual de las pérdidas y los daños se define en un horizonte temporal a futuro? Estos son factores muy importantes que se habrán de considerar a fin de evitar incentivos perniciosos para el cumplimiento de las metas globales asociadas al clima.
     
  2. Evaluación. ¿Cómo se evaluarán las pérdidas y los daños, tanto desde el punto de vista cuantitativo como cualitativo? ¿Cómo contabilizamos los daños irreversibles? ¿Cómo se evaluarán, de mutuo acuerdo, las pérdidas de patrimonio cultural indígena o de los ecosistemas nacionales y locales? Los métodos vigentes para contabilizar las pérdidas y los daños asociados a los riesgos naturales y los causados por la acción humana pueden omitir los efectos más lentos y acumulativos del cambio climático, como la pérdida irreversible de medios de vida y sistemas productivos. Será importante contar con una metodología común para estimar el valor de la vida asociado a las pérdidas y los daños, una tarea a la vez difícil debido a las consideraciones éticas.
     
  3. Atribuciones. Se debe apoyar a los países en sus esfuerzos orientados a dar seguimiento y explicar las atribuciones con claridad. ¿Qué valores de referencia se acordarán para atribuir las pérdidas y los daños, en especial cuando los efectos del cambio climático ya se hacen sentir en distintos entornos? A la hora de desentrañar los efectos de desastres pasados u otros procesos lentos y factores naturales como la salinización o la pérdida de diversidad biológica, se podría presentar el problema de una gestión inadecuada de los riesgos.
     
  4. Seguimiento de los pagos. Todo fondo necesita capitalizarse, y requiere una gestión. Una vez que se hayan definido los mecanismos del fondo, será preciso preguntarse por las necesidades de un sistema de supervisión de los impactos; asimismo, se deberán examinar e inspeccionar las asignaciones, a fin de garantizar que el dinero se destine a iniciativas ambiental, económica y socialmente progresistas. ¿Las decisiones concernientes al uso de los fondos se dejarán en manos de los países? ¿O bien los fondos estarán supeditados y vinculados a las evidencias? Asimismo, será fundamental la alineación y coordinación con los fondos vigentes del Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y otros de nueva creación, como el Mecanismo de Financiación del Escudo Global del Banco Mundial. Este último tiene como fin ayudar a los países en desarrollo a acceder a recursos acordados con anterioridad a la irrupción de un desastre, y financiar la recuperación de los desastres asociados al clima y los riesgos naturales. También será esencial dar seguimiento a la procedencia y el destino de los fondos. Debemos cerciorarnos de que las limitaciones actuales que enfrentan los países en desarrollo al momento de acceder a las fuentes de recursos disponibles no se trasladen al nuevo fondo.
     
  5. Evaluación y optimización. Se deberían extraer lecciones de otros fondos para el clima en vigencia para encauzar el financiamiento privado hacia inversiones en actividades con bajas emisiones de carbono. El fondo deberá complementarse con un conjunto de mecanismos de financiamiento para canalizar los recursos suficientes a los países que luchan contra los peores efectos del cambio climático. La nueva Asociación para una Transición Energética Justa de Indonesia, anunciada en la Cumbre del G20 que se celebró en paralelo a la COP27, movilizará 20.000 millones de USD para acelerar una transición energética justa. Los recursos prometidos recientemente al Fondo para los Países Menos Adelantados del Fondo para el Medio Ambiente Mundial y el Cambio Climático o la próxima reposición de fondos del Fondo Verde para el Clima, destinados a financiar las necesidades de adaptación al cambio climático de los Estados de escasa altitud y de ingreso bajo.

     

La recuperación es sumamente necesaria. Sin embargo, si nos centramos solo en ese aspecto, será como tratar los síntomas sin atacar las causas. Entender por completo los detalles del fondo de "pérdidas y daños" no debe distraer la atención de otras prioridades todavía más urgentes: por un lado, acelerar la transición hacia bajas emisiones de carbono y la resiliencia al cambio climático que ocupa un lugar medular en la lucha contra futuras pérdidas y daños y, por el otro, aumentar rápidamente las soluciones.

António Guterres, el secretario general de la ONU, declaró que el fondo “era un importante paso hacia la justicia” para los países pobres que tienen poca responsabilidad en la crisis climática, pero que sufren sus peores efectos.

Mientras el mundo se moviliza para responder a la crisis climática, el fondo de "pérdidas y daños" es sin dudas un avance innovador y esencial muy bienvenido para erigir sociedades más resilientes. Sin embargo, debemos velar por una operación fructífera, un objetivo que el PNUD se ha comprometido a apoyar afirmándose en décadas de experiencia de prestación de asistencia a los países para cumplir las metas asociadas al clima.