Sistemas alimentarios locales en Cuba. Una alternativa para que los alimentos lleguen a la mesa.

16 de Julio de 2024

Marlén es una mujer villaclareña que desde muy joven ha tenido una pasión dibujada en su amplia e inquebrantable sonrisa: producir vegetales y hortalizas en su comunidad. Sabe cómo producirlas de forma agroecológica y al venderlas ofrece una sabia charla sobre cómo consumirlas para mejorar la salud. Es un saber acumulado  en su cotidianidad como mujer rural, productora y cabeza de familia.

En la segunda mitad de la década de los 90 del pasado siglo, un grupo de mujeres sencillas inundaba la ciudad de Santa Clara vendiendo hortalizas producidas por ellas mismas. Muchas personas las recuerdan recorriendo la ciudad con verduras frescas, precios asequibles y buen trato. Marlén apenas tenía veinte  cuando se integró a ese colectivo que durante diez años movilizó a esas mujeres y dio empleo a muchas otras en la localidad.

Luego de esa etapa, por  quince años más Marlén dedicó todo su empeño a la recuperación de un pequeño organopónico para continuar vendiendo lechugas, espinacas, zanahorias y otras hortalizas y ofreció oportunidad de empleo a otras mujeres. 

Desde el organopónico que reactivó, Marlén produce alimentos para su localidad


 

El fruto de esos esfuerzos cristalizó al integrarse en el 2021 a la iniciativa ALASS (Autoabastecimiento Local para una Alimentación Sostenible y Sana), impulsada de conjunto por el Ministerio de Agricultura (MINAG), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Unión Europea (UE) con el fin de promover el desarrollo del sistema alimentario local de seis municipios de la región central del país.

La seguridad alimentaria ha sido uno de los principales desafíos para el desarrollo de Cuba en los últimos veinte años. Varias medidas se han tomado desde el 2008 para disminuir los altos niveles de importación de alimentos; sin embargo, cada mes el país destina 230 millones de dólares a ese fin, lo que implica más de 2000 millones de dólares anuales usados en la compra de alimentos.

La vulnerabilidad asociada a la disponibilidad, acceso y consumo de los alimentos forma parte de la vida de las familias cubanas. Es un tema de alta sensibilidad, que requiere ser abordado con nuevos enfoques, políticas y acciones. El desarrollo de sistemas alimentarios locales podría ser una alternativa para tributar de forma soberana y sostenible a la seguridad alimentaria de cubanas y cubanos.
 

¿Por qué los sistemas alimentarios locales son una oportunidad?

Cuba cuenta con más de 5 000 cooperativas agropecuarias encargadas del 80% de la producción de alimentos. En general, las integran campesinos y campesinas con un alto compromiso social y  una cultura agropecuaria arraigada. El desarrollo de sistemas alimentarios locales puede ser una de las claves para incentivarlos a ampliar su productividad, la diversificación y la agregación de valor, a la vez que promueve la sostenibilidad ambiental y la inclusión social.

De igual modo, es una oportunidad para insertar a nuevos actores económicos como las micro, pequeñas y medianas empresas (mipyme) y favorecer una mejor articulación estratégica a nivel territorial con el sector público.

Un sistema alimentario abarca todos los procesos, actividades y actores relacionados con la producción de alimentos. Por lo tanto, promoverlos requiere:

•     colocar en el centro de atención los requerimientos nutricionales de las personas del territorio,
•  movilizar y redireccionar las fuerzas productivas públicas y privadas locales para atender las brechas nutricionales existentes, 
•   contar con un nivel de descentralización que permita a cada sistema adaptarse y desarrollarse según las demandas y condiciones territoriales,
•    fomentar una articulación entre los actores económicos basada en la colaboración y apuntar al desarrollo de cadenas de valor locales,
•    prestar especial atención a los aspectos que debiliten su sostenibilidad ambiental, económica, institucional y social y
•     favorecer procesos de participación e inclusión social para no dejar a nadie atrás.

En ese camino es fundamental  incentivar  a quienes trabajan la tierra con  el acceso a equipos e insumos y mecanismos financieros expeditos, así como avanzar en  la descentralización de competencias y financiamiento que faciliten el desarrollo de modelos territoriales innovadores, inclusivos y respetuosos con el medio ambiente con vistas a minimizar las vulnerabilidades tecnológicas, ambientales y energéticasy aprovechar el potencial humano productivo  de las comunidades rurales para la sostenibilidad de los sistemas alimentarios.

Cuba cuenta con la ventaja de tener la Ley de Soberanía Alimentaria y Seguridad Alimentaria y Nutricional que impulsa los sistemas alimentarios locales, pero queda aún por hacer para que más alimentos lleguen a la mesa cada día. 
 

¿Cómo apoyamos desde el PNUD el desarrollo de los sistemas alimentarios locales en Cuba?

Desde hace quince años el PNUD realiza un intenso trabajo para apoyar el desarrollo del sector agropecuario en el país. Considerando la multidimensionalidad de la problemática, 95 millones de dólares han sido movilizados con el apoyo de la UE, Canadá, Rusia, Italia, Suiza y otros fondos globales para dinamizar el sector con nuevos enfoques, tecnologías, innovaciones y buenas prácticas.

Elementos económicos, sociales y ambientales se han entrelazado en la implementación de varios proyectos con beneficios para más de 100 mil productores y apoyo a la mejora de las capacidades de más de 600 cooperativas y otras 150 entidades estatales.

  1. Con la mira en el desarrollo local

Enfocado en el desarrollo local, el PNUD está apoyando la implementación de iniciativas que tributan, desde dimensiones diversas, al desarrollo de los sistemas alimentarios locales de 51 municipios del país.

Como parte de ese apoyo destacan el impulso a la transformación productiva de forma sostenible y con equidad, favoreciendo la entrada de tecnologías para incrementar la productividad y humanizar el trabajo agrícola;  la adopción de prácticas ambientalmente sostenibles de adaptación al cambio climático; la atención al empoderamiento de las mujeres y jóvenes en el sector para cerrar brechas de desigualdad; el desarrollo de cadenas de valor y el impulso a  sistemas alimentarios locales sensibles a la nutrición. 

Esa contribución se ha caracterizado, además, por promover la reflexión y acciones experimentales relacionadas con los modelos de negocios agrícolas, la descentralización del sector, la pertinencia y factibilidad de las cadenas de valor para sustituir importaciones y fomentar exportaciones, la congruencia entre producción local y requerimientos nutricionales, la interacción entre cooperativas, sector privado y empresas públicas, la transición hacia las fuentes renovables de energía; así como la viabilidad del autoabastecimiento alimentario municipal y la importancia de diversificar las fuentes de financiamiento para el desarrollo del sector.

En ese empeño, el PNUD ha puesto a disposición de Cuba conocimientos y buenas prácticas desarrolladas a nivel mundial. Teniendo en cuenta los retos a superar, acompaña cambios a corto plazo y enfatiza en la necesidad de lograr transformaciones estructurales que aporten sostenibilidad al desarrollo de los sistemas alimentarios locales. 

2.    Impulso a prácticas descentralizadas

Una de las principales carencias alimentarias identificadas en comunidades cubanas radica en la disponibilidad de proteína de origen animal, según datos recopilados por el proyecto ALASS en los seis municipios donde se desarrolla.

Promover la municipalización de la cadena de ganado menor, como parte de la conformación de sistemas alimentarios locales, puede ser una importante contribución para atender esta brecha nutricional y sostener una cultura alimentaria que contempla el consumo de carne como un componente esencial.

Durante décadas Cuba apostó por el desarrollo del ganado vacuno y porcino, pero en los últimos cinco años las producciones de estas cadenas han decrecido y su recuperación requiere de un fuerte financiamiento.

De cara a ese reto, desde el 2019 el PNUD apoya al país en la implementación de un modelo innovador para municipalizar la cadena de ganado menor (ovino, caprino y cunícola) para fortalecer los sistemas alimentarios locales. Mediante el proyecto ALASS se ha trabajado en función de determinar en esos municipios los requerimientos nutricionales, como base para transformar sus sistemas alimentarios locales y responder a las más importantes brechas identificadas.

Producción de ganado menor cunícola, ovino y caprino a nivel local


 

Una de las principales transformaciones ha sido la generación de cadenas locales dirigidas a satisfacer la demanda de proteína animal. Un total de 72 iniciativas apoyadas en este ámbito han permitido fortalecer capacidades locales relacionadas con la genética, la producción, el sacrificio, la agregación de valor y la comercialización de ganado menor. A partir de su vinculación a estas iniciativas, 489 personas productoras y otras entidades estatales locales pueden ofrecer carne de ovino y caprino en 19 consejos populares.

Esta experiencia, desarrollada como iniciativa piloto para la descentralización, se basa en transformaciones ambientalmente sostenibles, donde destaca el manejo sostenible de los recursos naturales (agua, suelo y biodiversidad) y el uso de tecnologías basadas en fuentes renovables de energía. Por sus resultados, ha demostrado potencialidades para su extensión a otros territorios, en función de favorecer el desarrollo de sistemas alimentarios inclusivos, resilientes y sensibles a la nutrición.

3.    Renovación tecnológica y sostenibilidad ambiental

El PNUD también ha desarrollado un sistema integrado para la adaptación al cambio climático en el sector agropecuario, apoyando la elaboración de normas cubanas para el Manejo Sostenible de Tierras, la gestión del agua y las finanzas verdes.  Más de 100 000 hectáreas han sido beneficiadas con medidas para la conservación, la mejora de los suelos y el manejo de ecosistemas frágiles.

El apoyo a la renovación tecnológica es otra de las aristas del impulso a los sistemas alimentarios locales promovidas por el PNUD en Cuba. Esto ha permitido, entre otras acciones, la entrada al país de la primera planta para el beneficio y secado del frijol en Iguará; la modernización tecnológica de la industria láctea de la provincia Sancti Spíritus y de la cárnica en Granma, la instalación de nuevas líneas de procesamiento en más de 30 minindustrias de alimentos; la entrega de equipamiento especializado para laboratorios de suelos o la puesta en marcha de una planta para la obtención de biogás a partir de biomasa.

Por otra parte, se han realizado estudios de cadenas agroalimentarias y apoyado más de 200 intervenciones locales para mejorar el desempeño de las cadenas de maíz, frijol, leche, carne vacuna, papaya, mango, guayaba, carne ovino-caprina, hortalizas y viandas.

4.    Inclusión social

En el apoyo al desarrollo del sector agroalimentario ha sido fundamental el acompañamiento a la elaboración e implementación de la Estrategia de Género del Sistema de la Agricultura y los beneficios directos para 1500 mujeres, incluyendo la generación de empleos en roles no tradicionales (inseminadoras, cebadoras de toro, crianza de ganado menor, queseras, productoras de granos, etc., así como el fortalecimiento de la formación técnico profesional de jóvenes en 14 centros de estudio politécnicos.
 

Presente y futuro requieren y pueden lograr más

Las familias cubanas destinan más del 70% de sus ingresos a la compra de alimentos, lo cual indica la necesidad y urgencia de seguir trabajando para desarrollar el sector agroalimentario en Cuba.

Los resultados de la colaboración del PNUD con el país no indican metas cumplidas, son solo un modesto incentivo para seguir trabajando y cooperando de modo que cubanos y cubanas cuenten con sistemas alimentarios locales que les permitan acceder a una oferta sostenible de alimentos de calidad para llevar a su mesa.

Hoy Marlén, junto a otras mujeres productoras de su vecindario, disfruta el reverdecer del organopónico y cada día vuelve a explicar a sus clientes la importancia de las hortalizas para su adecuada nutrición.  Para seguir su sueño aún debe perseverar y vencer retos, pero contar y aportar a un sistema alimentario local más eficiente, sostenible y soberano será un escenario que redibujará su amplia  sonrisa y la de su comunidad.

Marlén junto a otras productoras del organopónico donde produce verduras y hortalizas