Luces de resiliencia: Iniciativas de acceso a energía limpia en comunidades rurales en Cuba
25 de Enero de 2024
En la casa de María Reyes las celebraciones de fin de año son diferentes desde el año 2023. Toda la familia llega desde distintos lugares y llena todos los rincones de la casa como nunca. La instalación de un sistema fotovoltaico autónomo les permitió por primera vez contar con electricidad las 24 horas del día.
La comunidad de Alazanes en Sancti Spíritus, al centro del país, es uno de los 5 lugares de 4 provincias del país donde el proyecto FRE local ha instalado 150 sistemas basados en fuentes renovables de energía para facilitar el acceso a este recurso a personas de comunidades aisladas, y posibilitar así un impulso con el cual insertarse en el entramado productivo local.
“Antes la electricidad era por un grupo electrógeno”, relata María. “Tenían que traer combustible desde Sancti Spíritus y lo podíamos usar de 4 a 6 horas al día. Al tener electricidad la gente no se desespera por irse del campo”.
FRE local es uno de los proyectos con que la Unión Europea, el PNUD e instituciones cubanas como la Universidad de Sancti Spíritus, la Unión Eléctrica y los gobiernos territoriales, trabajan por ofrecer acceso a los servicios energéticos mediante fuentes renovables de energía y la promoción de prácticas de eficiencia energética para personas de comunidades vulnerables del país y entornos con potencialidades para el desarrollo local.
Para Naciones Unidas, la relación entre “energía limpia, desarrollo socioeconómico y sostenibilidad ambiental es crucial para abordar los problemas a los que se enfrentan las comunidades vulnerables en todo el mundo”.
Cuba ha afrontado severas dificultades para la satisfacción de la demanda de energía del país en los últimos años, y ha trazado acciones hacia una transformación de su matriz energética que privilegian el uso de tecnologías limpias en nuevos proyectos de inversión.
A unos metros de casa de María, Ridilsi Hernández mira los paneles solares con la confianza de quien ha sacado sus propias cuentas. “Nosotros cultivamos de todo aquí, boniato, frijoles, malanga, plátano macho, plátano burro, frijoles, yuca, calabaza, maíz, de todo y se vende para la ciudad de Sancti Spíritus”, dice.
“Pero, la verdad, jóvenes somos 5 o 6 en unos kilómetros a la redonda. Había una muchacha y se fue hace algunos años. Pero ahora, vamos a sembrar y ver como instalamos una bomba para el riego, sin tener que depender del petróleo si lo conseguimos o no”, explica.
“Es una tecnología innovadora para el contexto cubano pues se diseña un sistema de suministro capaz de suplir energía de forma similar al acceso que tiene una vivienda promedio en una zona urbana”, explica Ernesto Barrera, director nacional del proyecto.
El proyecto ha trabajado con metodologías participativas para diagnosticar los modos de apoyar en 21 espacios de intervención, para que 1180 familias de estas zonas aisladas tengan la oportunidad de hacer de su hogar un lugar donde fundar su modo de vida, en contextos en los cuales las migración interna y externa del país son particularmente notables en zonas rurales donde descansa la producción de alimentos.
“Primero hemos conversando con las comunidades, identificando cuales eran sus necesidades de consumo, sus prácticas productivas y características de la población. A partir de ahí es que diseñamos una solución tecnológica aplicada que les permita solventar esas necesidades de producción local; señala Ernesto, también profesor de la Universidad de Sancti Spíritus.
“Seleccionamos además sistemas que sean sostenibles en el tiempo”, precisa Enesto, “conciliando con las partes involucradas las mejores alternativas. Hemos capacitado a las personas de esas comunidades y al personal técnico en cómo cuidarlos y mantenerlos. Por otra parte, las redes presurizadas que son otras de las tecnologías que estamos instalando, sobre todo en el sector agropecuario, aprovechan los residuales porcinos disponibles para usos finales como por ejemplo secado de grano y la operación de mini industrias en edificios multifamiliares”.
Cuando en el 2017, el huracán Irma recorrió toda la zona norte de las provincias centrales del país, en muchas comunidades rurales el proceso de recuperación del acceso a la red eléctrica nacional fue particularmente difícil; debido a la distancia y accesibilidad en la que se encontraban. Para otras localidades, se incrementó la demora en la instalación por primera vez de un servicio estable.
El PNUD y la Unión Eléctrica, con el apoyo de la Unión Europea, apoyaron la reparación e instalación de Sistemas Fotovoltaicos Autónomos (SFVA), beneficiando a 2827 familias en 13 provincias del país.
En Villa Clara, Sancti Spíritus, Ciego de Ávila y Camagüey, las más afectadas por el huracán, se instalaron 827 nuevos sistemas fotovoltaicos autónomos (SFVA) de dos 2kW, con autonomía de 24 horas. Otros 2000 sistemas de 300 watts fueron reparados en las 13 provincias donde intervino el proyecto Resiliencia Energética.
Como parte de las acciones para la sostenibilidad de esas inversiones, brigadas técnicas de la Unión Eléctrica de esas 13 provincias fueron capacitadas. De estas, un grupo de 8 fueron además equipadas y capacitadas en el uso de herramientas donadas por el proyecto para el diagnóstico y mantenimiento permanente.
Otro proyecto con que la Unión Europea y el PNUD han incidido en el impulso al uso de energías renovables es en el municipio Martí, en Matanzas, donde en favor de las potencialidades para un desarrollo local sostenible, se ha diseñado el aprovechamiento de distintos flujos de emisiones de gases residuales, como el devenido de la producción ganadera, para ser utilizados en la generación de energía y en soluciones de transporte para su localidad, a través de una planta de procesamiento en adquisición.
El proyecto tambien ha impulsado el empoderamiento de las mujeres que habitan su comunidad, en la dirección de las actividades empresariales y en emprendimientos, para que puedan asumir el liderazgo de la transformación que se aspira en el territorio.
Estas actividades son parte de una línea de cooperación donde el PNUD, la Unión Europea e instituciones nacionales; han impulsado la energía limpia hacia la transformación de la matriz energética como un factor clave para la agenda de desarrollo en sectores como la agricultura, en proyectos como ALASS o BASAL en etapas anteriores. En diálogo con las prioridades nacionales definidas en las proyecciones de desarrollo al 2030.
En otras experiencias, soluciones de alto valor para la toma de decisiones como el Atlas de Bioenergía de Cuba han sido desarrolladas por especialistas de instituciones cubanas con el acompañamiento del PNUD, en alianza con organizaciones donantes como el Fondo para el Medio Ambiente Mundial.
En otras experiencias, soluciones de alto valor para la toma de decisiones como el Atlas de Bioenergía de Cuba han sido desarrolladas por especialistas de instituciones cubanas con el acompañamiento del PNUD, en alianza con organizaciones donantes como el Fondo para el Medio Ambiente Mundial.