Memorias de un encuentro sobre género en la sede de Naciones Unidas en Cuba
Marzo es un mes que nos impulsa a cambiar
29 de Marzo de 2023
“Soy una mujer empoderada, a pesar de que físicamente no lo sea, soy y me siento una mujer empoderada”. Orestes Álvarez, Lili, toma la palabra y la audiencia hace un silencio que suena a admiración ante su certeza.
“Soy una mujer que, por ser físicamente masculina, pero mentalmente femenina he sufrido los designios y los maltratos de nuestra sociedad. He estado presa, he vivido prohibiciones laborales, en la escuela, en el barrio; pero hoy, felizmente, soy licenciada en educación económica, soy máster en pedagogía, directora económica de una empresa de transporte agropecuario, en la cual dirijo a 23 hombres que me respetan y me tratan como mujer. Esa es la satisfacción más grande que podrían tener en este día quienes que somos trans, pero que nos sentimos igual que la mayoría de las que están aquí: mujeres”.
En la sede de las Naciones Unidas en Cuba, marzo no es un mes que pasa desapercibido. Por su patio grande caminan, alzan su voz y conversan agricultoras, emprendedoras, herreras, doctoras, activistas; mujeres que han vivido y crecido para mostrar su empoderamiento en un encuentro de buenas prácticas de género de todas las agencias del Sistema.
Sin embargo, no es inusual ver por acá a mujeres como Lili. “El PNUD, las Naciones Unidas y la Red TransCuba, me han ayudado a ser hoy una mujer empoderada económicamente, en conocimientos, en la sociedad, a pesar de que mi vida no ha sido fácil”.
El enfoque género se prioriza como eje transversal en los programas y proyectos que impulsa el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo en Cuba en función del desarrollo sostenible. También realiza acciones afirmativas para impulsar el cierre de desigualdades en este ámbito.
Este trabajo contribuye a los resultados del Marco de Cooperación del Sistema de las Naciones Unidas en el país, así como a la implementación del Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres, cuyo desarrollo está siendo acompañado por el PNUD.
En el encuentro, desde la organización, se compartieron aprendizajes de dos de sus proyectos: “Servicios diferenciados de VIH para grupos de población clave en entornos de alta prevalencia” y “Proyecto de apoyo al fortalecimiento de cadenas de frutales a nivel local” (Agrofrutales).
Para Fernando Hiraldo, representante residente del PNUD en Cuba, el 8 de marzo es una invitación a pensar en la cotidianidad de nuestro compromiso con la igualdad de género, su impacto en las acciones que hacemos para lograr un mundo más inclusivo, transformador y de defensa de los derechos de las mujeres, por ejemplo, en el ámbito digital.
La Red TransCuba es la mayor organización que agrupa a personas trans en Cuba. Con el acompañamiento del PNUD y el apoyo del Fondo Mundial de lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria; su trabajo abarca desde las labores de prevención de la infección del VIH, hasta potenciar el ejercicio de sus derechos sexuales y la asistencia a personas trans en circunstancias de vulnerabilidad legal o socioeconómica.
En la misma sala, con bata de profesional de la salud, la doctora Naomi Castillo conoce ese mismo sentido de orgullo.
“Soy oftalmóloga y médica. Soy una mujer trans empoderada. Somos mujeres trans empoderadas porque nos toca por dos cosas; primero porque somos un grupo social desfavorecido, por ser mujeres y por ser trans. Para nadie es secreto que es muy difícil ser una mujer trans profesional en este país, que es tan machista, con tantos estereotipos. Han sido muchos los obstáculos que hemos tenido que pasar. Yo no soy la única trans profesional. No somos muchas, somos un número reducido; pero nos ha tocado empoderarnos, nos ha tocado tener habilidades, autoestima y toma de decisiones. Aquí juega un papel fundamental la Red TransCuba, que sin ella es imposible avanzar en este camino tan arduo, en el que hemos tenido obstáculos por distintos motivos: vulnerabilidades, violencia verbal, psicológica y social”.
Confiesa, apurada, que siempre que es invitada a compartir su experiencia en espacios públicos debe dejar el hospital y contestar el teléfono de sus pacientes y hacerles saber que: “tengo que estar para ayudar y avanzar en esta lucha por lograr una equidad de género”.
El PNUD en sus proyectos, ha creado redes de sororidad y empoderamiento entre las mujeres. En el encuentro interagencial, se escuchó también el testimonio de Victoria Santana, miembro de la red de Las Bibijoas; un colectivo de mujeres productoras de guayaba de Santiago de Cuba que se han unido para salir adelante juntas en medio de los retos de la vida rural y la cultura machista predominante, en el marco del proyecto Agrofrutales, con apoyo de la Unión Europea.
"La mujer rural siempre se ha visto en desventaja", cuenta Victoria. "Cuando el recurso llega a las cooperativas siempre los mayores productores son hombres. Los recursos entonces no son para las mujeres si no para los productores que más extensiones de tierra tienen y están más experimentados, que son hombres".
"El proyecto nos permitió a nosotras ser dueñas de ese equipamiento. Cuando tú tienes en tu poder una cosa que te va a reportar y te garantizar que tu cosecha no se eche a perder, que tu siembra sea sistemática eso te da una visión diferente que la vida, eso te cambia por completo porque ya tú sabes con lo que tú cuentas".
"Me ha permitido a mi como persona, como mujer, empoderarme; en el tema económico, en el tema social. Aprender a perder el miedo escénico a plantear tu problema, tu decisión en cualquier lugar que sea, a desafiar la de traba que tenemos y transmitir todo esto en la comunidad. Esto nos ha permitido además rescatar a otras mujeres que no tienen ya la experiencia que nosotros teníamos cuando comenzamos este proyecto y poder transmitírselo ayudar a que ellas tengan una mejor calidad de vida".
Mirta Mendoza vive a casi mil kilómetros de distancia de Victoria, pero ha podido escucharla y aprender gracias al proyecto de sus logros y cómo aplicarlos a sus propios retos.
“Soy de Artemisa, soy una mujer de campo y hoy soy jefa de brigada de un centro de elaboración de frutas implementado en el proyecto Agrofrutales. Sentirme empoderada en mi trabajo, me ha dado la fuerza y la ayuda para que las cosas que digo y que pido en el campo, o sea, en la brigada; sean escuchadas y se me de apoyo. Me fue un poco difícil serlo, porque no soy -estudiada-. Yo llegué hasta el 6º grado nada más, pero me siento desempeñando bien la labor y me siento empoderada; porque hasta en mi propia casa, mi esposo y yo tomamos las decisiones de modo compartido. Eso mismo lo hemos llevado al trabajo”.
En la mañana, antes del encuentro, hombres y mujeres del PNUD en Cuba tuvieron un particular intercambio. Desde una tribuna, con sinceridad, risas y cantos; los hombres de la oficina distinguieron sus aprendizajes de género, destacaron los estereotipos y normas sexistas que han deconstruido desde que se han incorporado al PNUD, así como su compromiso con el cambio.
Reconocieron a las mujeres que, como aliadas y protagonistas de la igualdad, son compañeras en el desafío del acompañamiento al desarrollo sostenible en el país.