El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) presentó hoy el reporte especial titulado “Desarrollo Humano en el Bicentenario, El Salvador 2021”, que reflexiona sobre las trayectorias nacionales de crecimiento y llama a avanzar hacia un modelo de desarrollo sostenible, inclusivo y resiliente, que garantice el bienestar para todas las personas y reduzca las presiones humanas sobre el planeta y sus ecosistemas.
El reporte especial es un producto de conocimiento elaborado en el marco del bicentenario de la independencia, que describe la coincidencia de este hito histórico con un período de desafíos sin precedentes: desequilibrios sociales, económicos y planetarios que amenazan los avances logrados en desarrollo sostenible.
Con una mirada hacia el futuro, el reporte afirma que, de todas las crisis que impactan a El Salvador en la actualidad, “el cambio climático es la que tendrá más impactos intergeneracionales en el bienestar de sus ciudadanos en los próximos veinticinco, cincuenta y cien años”. El documento señala – al igual que otros recientes informes internacionales del PNUD– que hemos entrado a la nueva era geológica del Antropoceno, en la cual los humanos son la fuerza dominante del planeta, y los cambios provocados por la humanidad en el medio ambiente y los ecosistemas han alterado sus dinámicas.
El reporte hace énfasis en que el cambio climático y los desequilibrios planetarios profundizan las desigualdades sociales y económicas preexistentes. Por ello, es necesario mejorar la capacidad de respuesta frente a la creciente variabilidad climática y el esperado agravamiento de los fenómenos climáticos extremos y evitar o reducir efectos adversos sobre el bienestar y el desarrollo.
De acuerdo con el reporte, la pandemia del COVID-19 y la emergencia climática pueden ser vistas como manifestaciones de ese proceso impulsado por la actividad y las presiones humanas sobre el planeta, y la conjunción entre estas crisis constituye una amenaza para el desarrollo humano. Los avances en reducción de la pobreza, incremento de la escolaridad y esperanza de vida, podrían verse sensiblemente disminuidos o incluso revertidos, dependiendo de la capacidad y calidad de la respuesta a estas crisis.
Aunque El Salvador ha avanzado en desarrollo humano en las últimas décadas, el ritmo de crecimiento del Índice de Desarrollo Humano (IDH) se ha venido desacelerando. Mientras que en la década de 1990 y 2000 el promedio anual de crecimiento fue de 1.38%, entre 2000 y 2010 fue de 0.832 % y entre 2010-2019, fue de 0.08 %.
Con un IDH de 0.67, El Salvador se ubica entre los países con desarrollo humano medio y cerca del umbral del desarrollo humano alto (0.70). Para cruzar este umbral, en un contexto de múltiples crisis, el país debe avanzar hacia nuevos modelos de desarrollo sostenible que tengan en cuenta las dimensiones económica, social y ambiental.
Tras analizar los modelos económicos en la historia salvadoreña, desde la época colonial hasta el siglo XXI, el documento destaca que estos han presentado una serie de limitaciones para impulsar de manera sostenible el desarrollo humano e integrar sus tres dimensiones (económicas, sociales y ambientales). Asimismo, señala que el país ha sobreexplotado sus recursos naturales y desde hace casi seis décadas se encuentra en condición de déficit ecológico.
“Los modelos de cambio climático pronostican que El Salvador estará sometido crecientemente a olas de calor más frecuentes y períodos de sequías y lluvias de mayor intensidad, así como crecientes niveles del mar”, se advierte. Según el Reporte, el incremento de desastres asociados a fenómenos naturales ya es palpable en el país. Entre 1990 y 1999, el número de estos desastres aumentaron en un 86%, mientras que entre 2000 y 2010, se incrementaron en 100%, respecto a décadas anteriores. Estos eventos climáticos han representado una pérdida anual promedio del 0.86 % del PIB.
El reporte también menciona que los choques generados por los desequilibrios planetarios no impactan a todas las personas de la misma manera. Mujeres, hogares en situación de pobreza o aquellos cuyos medios de vida dependen de la agricultura, son algunos de los más afectados por la conjugación de fenómenos climáticos con desbalances sociales. Según el reporte, aproximadamente 7 de cada 10 hogares en el país presentan carencias ambientales, por privaciones en el acceso a servicios básicos, prácticas contaminantes y/o exposición a inclemencias y riesgos ambientales, que los hacen más vulnerables a los efectos del cambio climático y la degradación ambiental.
El reporte señala que el fortalecimiento de la resiliencia al cambio climático se tornará determinante para el país. Asimismo, la recuperación post pandemia representa una oportunidad para activar una ruta que logre conciliar la expansión de las capacidades humanas con la reducción de las presiones planetarias.
“El reporte es una reflexión para el futuro del país. Para avanzar en la senda del desarrollo humano, El Salvador debe consolidar modelos innovadores que generen círculos virtuosos de crecimiento valorizando sus recursos naturales. El país tiene, al mismo tiempo, la fortaleza de sus recursos naturales y la alta vulnerabilidad a cambios climáticos. Por lo tanto, su modelo de desarrollo debe ser sostenible, inclusivo y resiliente”, destacó la Representante Residente del PNUD, Georgiana Braga-Orillard.
La implementación de sistemas de economía circular, las soluciones basadas en la naturaleza, la educación y la innovación para la sostenibilidad, así como el aprovechamiento de los recursos disponibles para el financiamiento climático, son algunas alternativas para iniciar o profundizar un diálogo plural, con participación ciudadana y enfoques amplios de articulación entre los diferentes sectores.