“La voz de las víctimas marca el camino”
En el contexto de una pandemia mundial, acompañada por el aumento de las desigualdades y por la devastación económica, las voces de los supervivientes y las víctimas de la trata de personas corren el riesgo de pasar desapercibidas.
Escuchar sus historias, sin embargo, es ahora más importante que nunca, ya que la crisis provocada por la COVID-19 aumenta las fragilidades y exacerba la desesperación.
Hasta 124 millones de personas se han visto empujadas a la pobreza extrema por la pandemia, y muchos millones de ellas han quedado expuestas a la trata de personas.
El riesgo al que se enfrentan los niños es enorme y va en aumento: representan un tercio de las víctimas en todo el mundo, un porcentaje que se ha triplicado en los últimos 15 años. La mitad de las víctimas en los países de bajos ingresos son niños, y a la mayoría de ellos se los somete a trata para obligarlos a realizar trabajos forzosos. En todo el mundo, los criminales se valen de la tecnología para identificar, controlar y explotar a las personas vulnerables. Los niños son, cada vez más, blanco de las plataformas en línea para la explotación sexual, el matrimonio forzado y otras formas de abuso.
La trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual sigue siendo una de las formas más extendidas y aborrecibles de tráfico de personas. Los migrantes representan más de la mitad de las víctimas de la trata en la mayoría de las regiones.
Los Gobiernos deben tomar medidas urgentes para reforzar la prevención, apoyar a las víctimas y llevar a los perpetradores ante la justicia. Esto incluye la aplicación de la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Trasnacional y el Protocolo para Prevenir, Reprimir y Sancionar la Trata de Personas.
Los supervivientes de la trata deben ser quienes guíen nuestros esfuerzos. Su contribución es esencial para abordar los factores y patrones de riesgo, así como para identificar y proteger a las víctimas y velar por que accedan a la justicia y la recuperación, al tiempo que se exigen responsabilidades a quienes las explotan.
Las Naciones Unidas se comprometen a escuchar las voces de las víctimas y supervivientes de la trata de personas y a darles respuesta, garantizando sus derechos y su dignidad, dando a conocer sus historias y aprendiendo de ellas en su lucha por prevenir y poner fin a este terrible delito.