Desde el PNUD se han promovido las finanzas ambientales como mecanismos innovadores para la sostenibilidad ambiental, que abarca la biodiversidad, el cambio climático y la energía. 

Se han implementado soluciones financieras en fincas agropecuarias, a las que acceden varias personas productoras agropecuarias certificadas en diferentes categorías de Manejo Sostenible de Tierras (MST). Esos incentivos financieros se han desarrollado en los últimos diez años por medio de créditos blandos viabilizados mediante el Banco de Crédito y Comercio (BANDEC) para que el campesinado aplique el MST certificado. 

También se creó un nuevo seguro combinado, conocido como Reverdesen, encaminado a priorizar el MST y a otorgar bonificaciones sobre las tarifas de agua usada para riego, a campesinos y campesinas que se han certificado en la categoría de MST.  Por otro lado, se ofrece prioridad en el acceso a recursos financieros otorgados por el Ministerio de la Agricultura (MINAG) mediante dos mecanismos: el Programa Nacional de Conservación y Mejoramiento de Suelo y el Fondo de Desarrollo Forestal (FONADEF).  

Entre los macroprogramas del Plan Nacional Económico y Social 2030 de Cuba (PNDES 2030), el de recursos naturales y medio ambiente contempla un proyecto de sostenibilidad financiera que refuerza la decisión del gobierno cubano de priorizar no sólo el cuidado, protección y uso sostenible del medio ambiente, sino también la sostenibilidad financiera de esos procesos. 

Este proyecto tiene como antesala la iniciativa de finanzas para la biodiversidad BIOFIN, nacida en 2016 e implementada por PNUD, para impulsar soluciones de financiación de la biodiversidad, por ejemplo: el pago por la entrada a áreas protegidas y por servicios ambientales de remoción del carbono. 

Esta experiencia está contribuyendo al reverdecimiento de la banca cubana. Como complemento, la iniciativa Ecovalor diseña una metodología que permitirá estimar el valor de los servicios ecosistémicos y el proyecto Readiness se encamina a desarrollar un sistema para el monitoreo, reporte y verificación del financiamiento climático nacional e internacional al que Cuba pudiera acceder.

Este ha sido un proceso que se ha consolidado a lo largo de los años. Inicia en 2016 a raíz de la puesta en marcha de BIOFIN; consolida su implementación asociada al MST, a partir de 2019, y fortalece su institucionalización desde 2020 cuando se incluyó como parte de la política pública en el marco del PNDES 2030, cuya implementación PNUD está acompañando.