30 días de guerra en el Sudán
“Nadie quiere dejar atrás su hogar. Entonces, ¿qué podemos hacer?"
15 de Mayo de 2023
En la madrugada del 15 de abril, los ciudadanos sudaneses de Jartum se despertaron con el sonido de disparos. Sin ningún conocimiento ni explicación más allá de un "conflicto entre las Fuerzas Armadas Sudanesas y las Fuerzas de Apoyo Rápido", garantizar su seguridad y la de sus seres queridos se convirtió en un esfuerzo apremiante.
Para Talia (nombre ficticio para proteger su identidad), quien había planeado una reunión en su casa con motivo del Ramadán, terminó de la peor manera posible.
"Hacía cinco años que no volvía a mi país ni me reunía con mi familia. Durante los dos primeros días [de los combates], no logré llegar hasta mis hijos. Estaban visitando a sus primos a solo dos calles de distancia, pero no había forma de llegar hasta ellos sin que no nos disparasen. Cada vez que nos íbamos al suelo para refugiarnos, pensaba en mis dos hijos y en cómo debió de ser para ellos oírlo también estando lejos de su madre", explica Talia.
Poco después, se cortó la electricidad y el agua en gran parte de la ciudad y, en cuestión de un par de horas, el conflicto se intensificó con aviones de combate rondando el cielo. El sonido de disparos de artillería pesada dejó a los civiles atrapados en sus casas sin suficientes alimentos, agua, electricidad ni medicinas.
Tras 10 días de continuos enfrentamientos, como muchos otros en el país, Talia y su familia tomaron la difícil decisión de dejarlo todo y dirigirse a Egipto.
"Nadie quiere dejar su casa atrás. Entonces, ¿qué podemos hacer? Todos los días nos despertábamos con la noticia de que habían bombardeado una casa o un edificio cercano, ¿qué otra opción nos quedaba?", asiente.
Dejar la casa que su abuelo, arquitecto de profesión, había construido hacía más de 60 años, le destrozó el corazón.
"Mi madre se casó en esa casa. Todas mis tías también, al igual que mi hermano y mi hermana. Tenemos muchos recuerdos atesorados allí. Es todo lo que conocemos, mis tías, tíos, primos... todos hemos vivido en ella en algún momento de nuestra vida. Nunca ha estado vacía; esta es la primera vez", explica Talia.
30 días después, la guerra no da señales de terminar. Los enfrentamientos se han extendido a Darfur, Kordofán del Norte y Nilo Azul, estados ya debilitados por años de conflicto e inestabilidad económica. A pesar de haber anunciado varios acuerdos de alto el fuego, las partes contendientes siguen luchando, lo que ha provocado un aumento de las personas heridas y desplazas, así como un incremento del número de víctimas mortales. Al menos 604 personas han muerto y 5.100 han resultado heridas.
Según el ACNUR, se estima que 34.000 personas han sido desplazadas internamente y más de 100.000 han huido a países vecinos.
El Sudán comparte frontera con Libia, Egipto, el Chad, la República Centroafricana, Sudán del Sur, Etiopía y Eritrea. Algunos, como Egipto, han dejado las fronteras abiertas.
Según el Ministerio de Asuntos Exteriores egipcio, 73.684 personas han cruzado ya al país; de estas, 68.698 son sudaneses y 4.986 ciudadanos de otros países.
Para llegar a Egipto, la familia de Talia tuvo que enfrentarse a unas tarifas de autobús desorbitadas y a la escasez de vehículos y combustible.
"Desde el primer día de la guerra, los precios de las entradas se multiplicaron por diez. Incluso con estos precios, era difícil encontrar asientos. Éramos casi 30 personas y no podíamos dejar a nadie atrás", dice Talia.
La población del Sudán vive su peor crisis humanitaria en décadas. El conflicto está provocando desplazamientos masivos que, según las estimaciones, irán en aumento.
El PNUD y sus socios, en un esfuerzo colectivo con otros organismos de la ONU, seguirán apoyando la recuperación de los servicios básicos esenciales: atención médica, energía y agua.
Para la familia de Talia, la decisión de irse implicó una espera de 32 horas en la frontera entre el Sudán y Egipto. Sin embargo, su familia se considera afortunada de ser aquellos que no solo lograron salir, sino que lo hicieron más rápido que otros.
"Estaba aterrorizada de que alguno de nosotros no lograra salir de la frontera. Teníamos niños pequeños y ancianos enfermos con nosotros. Perdí la cuenta de cuántas mujeres se desmayaban frente a mí. La situación en la frontera es terrible", asiente Talia.
La delicada situación en la región continúa deteriorándose. Los servicios esenciales en muchas regiones siguen estando afectados, ya que las instituciones gubernamentales y las entidades humanitarios y de desarrollo no pueden rendir debido al daño causado por el conflicto y los saqueos masivos.
El PNUD continuará apoyando la recuperación y la reconstrucción. La única forma de avanzar es detener la guerra y devolver la paz al Sudán y su pueblo.