Este resumen de nuestra serie #GraphForThought destaca cinco tendencias observadas durante 2024 que probablemente persistan o se intensifiquen este 2025: el lento crecimiento económico, la baja productividad, las desigualdades persistentes, la fragmentación social y un apremiante cambio climático. Aunque estos fenómenos no son nuevos, muchos de ellos se intensificaron durante el año pasado. Al profundizar en su comprensión, esperamos poder diseñar mejores estrategias que nos permitan impulsar el desarrollo humano este 2025.
El lento crecimiento económico de siempre hará que la reducción de la pobreza sea cada vez más difícil
Se espera que América Latina y el Caribe crezca un 2.5% en 2025, apenas 0.4 puntos porcentuales (pp) más que en 2024 (2.1%) y 0.7pp por debajo del promedio global (3.2%, según el Informe de Perspectivas de la Economía Mundial del FMI, octubre 2024). Este ritmo de lento crecimiento económico, característico de la región durante décadas, sumado a una alta volatilidad, dificultará los esfuerzos para reducir la pobreza. Los hogares urbanos, estrechamente vinculados a las dinámicas de mercado, son particularmente vulnerables a las crisis económicas. Aunque que la pobreza rural sigue siendo más alta, la pobreza en áreas urbanas está aumentando más rápido, agregando con ello nuevas presiones a las ciudades.
2. Baja productividad, oportunidades perdidas
La baja productividad es uno de los mayores obstáculos para el crecimiento en ALC. La región ha tenido dificultades para aprovechar revoluciones tecnológicas pasadas y arriesga perderse los beneficios de la digitalización y la inteligencia artificial.
Para avanzar, es necesario enfocarse en crear empleos y negocios basados en el conocimiento y la innovación, especialmente en áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM).
3. Desigualdades persistentes, potenciales desaprovechados
Las desigualdades estructurales profundamente arraigadas en nuestra región comienzan a manifiestarse en nuevas áreas, como la brecha digital. América Latina y el Caribe no podrá beneficiarse plenamente de la digitalización y la inteligencia artificial mientras los hogares de menores ingresos y los rurales permanezcan desconectados de infraestructura básica, como el internet.
Las brechas en el ámbito de la educación agravan aun más el problema. Los resultados de PISA dan cuenta de importante dificultades en el dominio de habilidades complejas como las matemáticas y las ciencias. Por su parte, las desigualdades sociales, como la carga desproporcionada de cuidados que recae sobre las mujeres, limita su contribución económica, pese a graduarse de disciplinas STEM casi en igual proporción que los hombres.
4. Fragmentación social, personas desencantadas
La persistente desigualdad erosiona la confianza pública en la democracia y las instituciones, profundizando la fragmentación social. Muchos sienten que la democracia no está satisfaciendo sus necesidades y podrían estar dispuestos a justificar soluciones radicales, como un golpe de Estado, si esto mejorara su seguridad.
Esta insatisfacción puede llevar a las personas a apoyarse más en sus comunidades cercanas, intensificándose con ello las divisiones y el debilitamiento de la confianza en las instituciones.
5. Cambios climáticos apremiantes, sociedades presionadas
Además de los desafíos económicos y sociales, la región también enfrenta importantes cambios ambientales. El cambio climático ya no es una amenaza lejana, sino una realidad diaria. Por ejemplo, las sequías más frecuentes y severas están afectando el día a día de las personas, la agricultura, el comercio y la generación de energía.
De no tomarse medidas adicionales, estas presiones podrían comprometer la calidad de vida y la resiliencia de la población de ALC.
Reimaginando el futuro del desarrollo en América Latina y el Caribe
Los desafíos que enfrenta América Latina y el Caribe, que son complejos y profundamente interconectados, requieren reimaginar el enfoque para el desarrollo humano. Por un lado, los hogares urbanos y rurales requieren de estrategias diferenciadas para reducir la pobreza y para construir resiliencia frente a las crisis. Por otro lado, la reducción de la pobreza imita al crecimiento económico, haciendo que los esfuerzos para aprovechar los beneficios de la digitalización y la inteligencia artificial sean claves para avanzar en ambos frentes. Esto incluye invertir en un acceso a internet que sea asequible, fomentar habilidades digitales, y promover la participación económica de las mujeres, especialmente en disciplinas STEM.
Reconstruir la confianza en las instituciones y fortalecer las democracias también son pasos fundamentales. Los gobiernos deben abordar las preocupaciones ciudadanas, especialmente las de las juventudes, para restaurar la confianza y mejorar la cohesión social. Al mismo tiempo, los crecientes impactos del cambio climático exigen acciones urgentes para proteger recursos vitales como el agua, que resultan esenciales para los medios de vida, la agricultura, la producción de energía y el comercio.
A través de la integración de estos esfuerzos para abordar sus desafíos económicos, sociales y ambientales, la región puede trazar un camino hacia un futuro más inclusivo, resiliente y sostenible.