Declaración del Administrador del PNUD en ocasión del Día Mundial del Sida 2022
23 de Noviembre de 2022
Desde que se conmemoró el primer Día Mundial del Sida en 2004, las muertes relacionadas con el sida se han reducido en un 42 %, mientras que unos 15 millones de personas tienen actualmente acceso a un tratamiento que puede salvarles la vida. Sin embargo, tras la pandemia de COVID-19, los avances en materia de prevención y tratamiento se están estancando. Esto incluye a muchos países en desarrollo que se ven asfixiados por el aumento de la deuda, lo que ahoga su capacidad de respuesta al sida. Si bien se han producido descensos notables en África, las infecciones por el VIH están aumentando en otras regiones, como Asia y el Pacífico, el continente más poblado del mundo. En la actualidad, muere una persona por minuto a causa del sida.
En todo el mundo, las Naciones Unidas y nuestros asociados están trabajando para abordar las causas fundamentales de estas preocupantes tendencias y poner fin al sida de aquí a 2030. Esto incluye dotar de recursos a las respuestas dirigidas por la comunidad y apoyar a los países para que eliminen las leyes discriminatorias y punitivas que limitan el acceso a los servicios relativos al VIH y aumentan el riesgo y la vulnerabilidad. En el Paraguay y Panamá, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha apoyado a organizaciones lideradas por personas transgénero para que promuevan nuevas leyes de identidad de género y realicen actividades de divulgación. Además, en el Pakistán, el PNUD, el Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria, el Gobierno, las organizaciones comunitarias, el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han puesto en marcha la iniciativa sobre la profilaxis previa a la exposición, por la que se administra un medicamento para prevenir la infección por el VIH a personas no infectadas, y que se considera un cambio transcendental en la prevención del VIH. Acelerar los avances requiere nuevas formas de cooperación, como la nueva alianza entre el PNUD y el Plan de Emergencia del Presidente de los Estados Unidos para el Alivio del Sida (PEPFAR) para contrarrestar las leyes discriminatorias que impiden el acceso de poblaciones clave a los servicios relacionados con el VIH.
Los datos muestran que las leyes y políticas de protección con base empírica, la equidad y los derechos humanos contribuyen a mejorar los resultados sanitarios de las personas que viven con el VIH. Por ejemplo, el parlamento de Zimbabwe ha despenalizado la transmisión del VIH, basándose en las iniciativas apoyadas por el PNUD, las poblaciones clave y la sociedad civil. En Angola y Bhután el PNUD ha trabajado con el Gobierno y la sociedad civil para despenalizar las relaciones sexuales consentidas entre adultos del mismo sexo. En Ucrania, el PNUD está apoyando al Ministerio de Salud para que las comunidades que viven con el VIH puedan acceder a la atención primaria de la salud también en tiempos de guerra.
La pandemia de COVID-19, la crisis del costo de la vida, el empeoramiento de los efectos de la emergencia climática y el aumento del número de conflictos violentos amenazan los avances logrados con tanto esfuerzo para acabar con el SIDA. Dado que la asistencia para el desarrollo destinada al VIH por parte de donantes bilaterales distintos de los Estados Unidos se ha desplomado en un 57 % en el último decenio, se necesitan con urgencia nuevos recursos financieros y medidas de alivio de la deuda, ya que las vidas y los medios de subsistencia penden de un hilo. La reposición del Fondo Mundial en 2022 ofrece esperanza, pero la respuesta mundial al VIH no puede flaquear. Los países deben mantener su compromiso inquebrantable de llevar adelante una acción transformadora e igualadora como parte de la Declaración Política sobre el VIH y el Sida de 2021 y la Estrategia Mundial Contra el Sida 2021-2026. Esto supone renovados esfuerzos por parte de todos los países para acabar finalmente con la criminalización, la discriminación y el estigma que están obstaculizando nuestros esfuerzos colectivos para poner fin al sida antes de 2030 como parte de los Objetivos Mundiales. Todos nosotros debemos hacer frente a las desigualdades dónde y cuándo las veamos, haciendo realidad la dignidad y la justicia, especialmente para quienes han quedado más rezagados. Muchas vidas dependen de ello.
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En este Día Mundial del SIDA, 1 de diciembre de 2022, ONUSIDA nos insta a todas las personas a hacer frente a las desigualdades que frenan el progreso para acabar con el sida.