Soy Daily Yanetsy Borroto Escuela, graduada de Ingeniera Agrónoma y de la Maestría en Gestión del Desarrollo Local, Especialista en el Parque Nacional Caguanes, perteneciente al Centro de Servicios Ambientales de Sancti Spíritus. En estos momentos coordino los programas de Gestión de riesgo y cambio climático y el monitoreo del ecosistema lagunar en mi territorio. Lidero el equipo de trabajo que selecciona y promueve el hacer de los patios de referencia del proyecto Resiliencia Costera.
“Construyendo resiliencia costera en Cuba a través de soluciones naturales para la adaptación al cambio climático” es un proyecto que promueve el enfoque integrado de reducción de riesgo de desastre y adaptación al cambio climático en la planificación del desarrollo territorial. Se implementa por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), bajo el liderazgo del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), a través de la Agencia de Medio Ambiente (AMA) y su Grupo Nacional para la Evaluación de Riesgos, con la participación de otros actores. Cuenta con el apoyo financiero de la Unión Europea (UE) a través de la Alianza Global para el Cambio Climático plus (GCCA+).
Como sabemos, los manglares son una de las formaciones boscosas que predominan en esta zona costera donde vivimos, encontrándose las cuatro especies presentes, Mangle Rojo (Rhizophora mangle), Mangle prieto (Avicennia germinans), el Patabán o Mangle Blanco (Laguncularia racemosa) y la Yana (Conocarpus erectus). Con los eventos extremos que han ocurrido en la región, desde el 2017, se ha visto una afectación mayor en el Mangle prieto (Avicennia germinans), rodales maduros de más de 14 m de altura.
En correspondencia, los esfuerzos de manejo ambiental que se desarrollan en esta área están enfocados en tratar de restaurar las áreas afectadas a partir de manejos que sean viables en este ecosistema. Una de las prácticas desarrolladas está relacionada con la regeneración natural asistida en lugares que existan las condiciones para ello. Como peculiaridad cubana, la promoción de la participación de las mujeres y las familias, aprovechando sus potencialidades y experiencias y promoviendo que sean cada vez más protagonistas del desarrollo y la resiliencia ante el cambio climático.
Además de contarles sobre mi participación en el proyecto Resiliencia Costera, reconozco a 9 mujeres que son lideresas de la comunidad Vitoria, municipio Yaguajay, provincia Sancti Spíritus; y que laboramos juntas en los patios y la comunidad.
Selecciono para esta ocasión comentarles sobre los Patios de Referencia, o Patios Resilientes. Ellos están insertados en la comunidad costera, son áreas de la agricultura urbana y familiar y con Resiliencia Costera hemos logrado que lo que allí se produce sea más sostenible y reduzca presión sobre el ecosistema costero. Mejoramos el uso del agua, realizamos prácticas de conservación del suelo, promovemos la agrobiodiversidad, la reforestación de franjas hidroreguladoras en los arroyos que colindan con nuestros patios, la meliponicultura, el rescate de saberes sobre plantas medicinales, frutales y ornamentales, entre otras.
Quiero destacar que de los 15 patios seleccionados 9 son liderados por mujeres, al tiempo que otras muchas mujeres son también protagonistas del proyecto y sus resultados en esta zona costera.
Si se trata de seleccionar a una viverista destacada y con una vasta experiencia en la producción de cultivos varios, mención especial para Bárbara Peñas Betancourt, dueña del patio de referencia, y para María Luisa Rodríguez Martín, creadora de un importante microvivero. Como productora de hortalizas y frutales, Rafaela Isabel Escuela Pérez y cual productora de cultivos varios y frutales, Maricel Chávez Carmona. Destacada en la floristería, María Milagro López Hernández, y respecto a las producciones caseras de dulces y refresco, Ramona Victoria García Cejas.
De relevante papel en la comunidad, Dignora Escuela González, pues siempre ha mantenido un liderazgo comunitario y es muy conocedora de las plantas medicinales y la conservación de alimento; Idania Hernández Ramos, reconocida por su participación en la caracterización de la comunidad y el monitoreo de los ecosistemas costeros. En materia de comunicación, Marilys Castro y Midiala Rodríguez; y destacadas en la Educación Ambiental en las escuelas y las comunidades, Clotilde Fernández y Neolia Pujol.
Nuestra participación en el proyecto esquemáticamente la dividiría en dos tipos de actividades; las productivas vinculadas con la conservación y manejo del área protegida del manglar, y las que tienen que ver con nuestros encuentros como mujeres, para intercambiar sobre los problemas que nos afectan y sobre cómo podemos aportar a nuestras comunidades. Como resultado: ha vuelto a resurgir el movimiento comunitario integrando ambos propósitos, lo cual fue documentado en el Taller comunitario integrado recientemente realizado, el 15 de febrero de este 2022.
Entre estas actividades destaco:
-la creación de un microvivero donde se producen posturas de plantas endémicas y autóctonas para reforestar las áreas despobladas del bosque de mal drenaje y las fajas hidroreguladoras de los ríos de la localidad; esta última con el apoyo de los productores, también se han plantado en los parques y en el complejo escultórico Camilo Cienfuegos Gorriaran. Aquí, por ejemplo, destaca que una mujer es la encargada de buscar la semilla en el campo con el apoyo de los especialistas y darle el tratamiento hasta que llega a la fase de siembra; siembra, que en la mayoría de los casos somos nosotras mismas las que la realizamos.
- los estudios que venimos realizando en el área desde hace décadas y la caracterización de la comunidad. Ellos son de gran importancia pues nos permiten tener conocimiento del área, poder tomar decisiones e incidir en la concienciación de la población.
-el monitoreo de los ecosistemas costeros. También se realiza el monitoreo de las medidas de éxito implementadas como parte de los manejos ambientales realizados.
- las charlas personalizadas a los productores y productoras. En ellas se explica cómo desarrollar mejores técnicas de cultivos más amigables con el medio ambiente y cómo esto repercutirá en su bienestar personal, así como en la mejora del ecosistema costero donde están insertados.
- las relativas con divulgar la información y estudios sobre la zona, incluyendo la comunicación en las redes sociales, y capacitar a la población local. Esto es facilitado por el Centro de Creación de Capacidades que también ha fomentado el proyecto Resiliencia Costera, y que aprovechamos en beneficio de la población local, en función de la educación ambiental y para la conservación y la prevención de riesgo de desastres y la adaptación al cambio climático.
- la Educación Ambiental en las escuelas y las comunidades. Si bien se realiza de forma sistemática se aprovechan las fechas ambientales para comunicar sobre los objetivos del proyecto y de la conservación y manejo del área protegida del manglar
- la realización de talleres en la comunidad. Realizados de conjunto con la Universidad de Sancti Spíritus, y aprovechando los patios de referencia del proyecto, destaco los realizados sobre género, uno que abordó la violencia de género, otro con el tema de cambio climático y afectaciones a la mujer, en el patio de referencia del proyecto.
Todo este progreso tiene una historia previa, una historia de trabajo comunitario y en la comunidad que el proyecto ha sabido aprovechar para que los Patios, con amplio protagonismo de mujeres, sean espacios productivos de resiliencia costera e igualdad de género.
De mi historia, estas pinceladas. Primero fui especialista en producciones complementarias, atendiendo cultivos varios y ganado menor (canícula, avícola, ovino, porcino, piscicultura); y posteriormente fui técnica y especialista en una granja agropecuaria. Recuerdo esta etapa con emoción porque adquirí mucha experiencia, se visitaban fincas de producción de referencia nacional y el municipio mantuvo esta condición en la agricultura urbana. Luego ocupé la plaza de especialista de análisis de alimento en una minindustria que recién comenzaba, resultado de un proyecto de desarrollo local. A partir de un curso que participé como invitada por el PIAL (Proyecto de Innovación Agropecuaria Local) me involucro más en el trabajo comunitario, y comienza a desarrollarse un gran movimiento comunitario que atrajo muchas mujeres y hombres porque se compartían muchas experiencias, se trabajaban varios temas (medicina verde, producción y conservación de alimentos, artesanía a partir de las plantas que se trabajaban). Ahora, ya saben, soy una de las tantas mujeres de este relevante proyecto para abordar integradamente la adaptación al cambio climático y la reducción de riesgo de desastre.
Cierto; reitero que me encantaría que en otros espacios también se presente las historias de mis compañeras; porque esto habla de quiénes somos las mujeres cubanas de Resiliencia Costera.