9 de agosto de 2020. El COVID-19 ha afectado terriblemente a más de 476 millones de indígenas en todo el mundo.
A lo largo de la historia, los pueblos indígenas han sido diezmados por enfermedades traídas de otros lugares, frente a las que no tenían inmunidad.
Es fundamental que los países reúnan los recursos precisos para responder a las necesidades de esos pueblos, honrar sus contribuciones y respetar sus derechos inalienables.
Antes de la pandemia actual, los pueblos indígenas ya hacían frente a situaciones arraigadas de desigualdad, estigmatización y discriminación.
El acceso insuficiente a la atención de la salud, el agua limpia y el saneamiento los hace más vulnerables.
Los pueblos indígenas trabajan principalmente en oficios tradicionales y en economías de subsistencia o en el sector informal.
Todas esas esferas se han visto perjudicadas por la pandemia.
Las mujeres indígenas, que suelen ser las principales encargadas de alimentar y nutrir a sus familias, han sufrido efectos especialmente duros debido al cierre de los mercados de artesanía, productos agrícolas y otros bienes.
También debemos aliviar urgentemente la difícil situación de los niños indígenas que no tienen acceso a oportunidades de aprendizaje virtual.
En todo el mundo, los pueblos indígenas han estado a la vanguardia de la demanda de medidas ambientales y climáticas.
La falta de aplicación de las medidas de protección ambiental durante la crisis ha dado lugar a que mineros y madereros ilegales hayan usurpado extensiones crecientes de territorios de los pueblos indígenas.
Numerosos indígenas han sido víctimas de amenazas y violencia, y muchos han perdido la vida.
Frente a esas amenazas, los pueblos indígenas han demostrado una resiliencia extraordinaria.
Las comunidades indígenas con autonomía para administrar sus tierras, territorios y recursos han mantenido la seguridad alimentaria y han asegurado la atención de la salud mediante los cultivos y la medicina tradicionales.
En Tailandia, el pueblo karén ha recuperado el kroh yee, un ritual ancestral que consiste en cerrar la aldea, para luchar contra la pandemia.
Estrategias similares se han aplicado en otros países de Asia y América Latina, donde las comunidades han cerrado la entrada a sus zonas.
Hacer realidad los derechos de los pueblos indígenas implica garantizar su inclusión y participación en las estrategias de respuesta al COVID-19 y de recuperación posterior.
Se debe consultar a los pueblos indígenas respecto de todas las iniciativas orientadas a reconstruir con más solidez y recuperarnos mejor.
Desde el comienzo de la pandemia mundial, los organismos de las Naciones Unidas han venido trabajando para defender los derechos de los pueblos indígenas.
Hemos estado ayudando a preservar la salud y la seguridad y a proporcionar acceso a medidas de protección social y a oportunidades económicas.
El sistema de las Naciones Unidas sigue decidido a hacer realidad la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas y a apuntalar la resiliencia de esos pueblos.